Las encuestas estuvieron muy alejadas de los resultados finales. El por qué de este fenómeno queda en manos expertas en la materia. Lo que es ineludible son los resultados. Y por las próximas tres semanas sospecho que aquellas encuestas no le darán tranquilidad a ninguno de los dos contrincantes de la segunda vuelta. Mas bien creo que el análisis estará centrado en cuánta gente acudirá a votar, qué candidatos puedan efectivamente dirigir sus votos a otro candidato, y qué percepción tenga el electorado de la conveniencia de una u otra opción.
Quien les escribe no es un profesional con especialidad en política, sino mas bien en mercados financieros. No obstante, es importante reconocer que aquellos dependen en una medida no menor de la situación y expectativas económicas que son en parte también influenciadas por la política. Dicho aquello, no queda otra alternativa que tener una visión al respecto.
Nuevamente, al igual que el Brexit y la elección de Trump en los EE.UU. (entre otros ejemplos), las encuestas de intención de voto estuvieron muy alejadas de los resultados finales. El por qué de este fenómeno queda en manos expertas en la materia. Lo que es ineludible son los resultados. Y por las próximas tres semanas sospecho que aquellas encuestas no le darán tranquilidad a ninguno de los dos contrincantes de la segunda vuelta.
Mas bien creo que el análisis estará centrado en cuánta gente acudirá a votar, qué candidatos puedan efectivamente dirigir sus votos a otro candidato, y qué percepción tenga el electorado de la conveniencia de una u otra opción.
Independientemente del corte ideológico, me parece que los resultados de la primera vuelta siguen manifestando parte de lo que he mencionado en columnas anteriores, y he aquí donde veo que ciertos candidatos fallaron en hacer una lectura acertada: el gran crecimiento que disfrutó Chile durante prácticamente las últimas dos décadas fue despilfarrado en términos de NO haber capitalizado en una mayor diversificación de la economía, haber solidificado el sector de las Pymes, haber incentivado mayor participación ciudadana vía asociaciones (principalmente constructivas), haber desviado mayores recursos a producción industrial y desarrollo del sector tecnológico, etc. En resumen, desde un punto de vista económico y social, haber convertido al ciudadano promedio en un mayor partícipe individual y colectivo de la exuberante bonanza económica y social, y la determinación de ciertos factores de relevancia actual para la ciudadanía. No estoy refiriéndome a mayor redistribución, sino a mayor inclusión.
Creo que lo que demuestran estas elecciones es, al igual que lo sucedido en países desarrollados, un descontento y desconexión con el mainstream, con el statu quo, con el establishment, de todos los colores políticos claramente, ya que el descontento se manifestó en ambos espectros de la política chilena. De hecho, lo que se ha ido perdiendo es el centro político (llamémosle “la moderación”), y sin importar quien salga Presidente, es urgente (independientemente de los grandes esfuerzos en que habrá que incurrir para que Chile vuelva a crecer sobre el 4% anual) que el próximo Gobierno tenga como agenda fundamental volver a poblar ese centro, la armonía social. Y el cómo no es vía populismo, ni la confrontación política, pero sí vía una reconversión estructural tanto económica como política de nuestra sociedad, en donde existan diferentes opiniones pero prime el consenso, el proyecto país que nos tenía ad portas del desarrollo años atrás.
Cabe preguntarse quién es el líder que nos puede llevar por ese camino, sin que la maquinaria de la política tradicional se lo coma en el camino.
Alejandro Rubinstein