Uno de los elementos más criticables del sistema de AFP es precisamente la distribución de riesgos. El ingreso de más actores al sistema no va a cambiar la distribución de riesgos. La competencia bajo las reglas actuales no tendrá ningún impacto en un mejoramiento de fondo al sistema de pensiones. Por eso propongo pelar nuevamente este chancho con una nueva forma de distribución de los riesgos, radicando en las AFP riesgos que ellas deben asumir si quieren estar en el negocio.
Si despejamos las pasiones y entramos al diseño previsional, advertiremos que un gran aspecto que hace inviable en el largo plazo el sistema de pensiones chileno sustentado en las AFP es la forma abusiva en que se distribuye el riesgo.
En buen chileno: el chancho está muy mal pelado. Veamos.
Por una parte tenemos a los afiliados que buscan financiar su vejez, para lo cual deben ahorrar mensualmente con las AFP y pagarles un porcentaje de sus sueldos por la administración de los fondos. El sistema de pensiones chileno radica en los afiliados todos los riesgos posibles:
Veamos ahora qué ocurre por el lado de las AFP.
Las AFP cobran mensualmente un porcentaje de la remuneración de todos los afiliados, obtienen rentabilidades de dos dígitos sobre el capital y no se comprometen a nada. Un negocio único en el mundo. Bajo riesgo y mucha rentabilidad.
Adicionalmente las AFP cuentan con una serie de ventajas, entre ellas:
Podría seguir, pero con lo anterior basta para demostrar que las AFP ganan mucho arriesgando muy poco y el afiliado tiene que pagar, no tiene alternativas y asume todos los riesgos.
Pelando mejor el chancho. Uno de los elementos más criticables del sistema de AFP es precisamente esa distribución de riesgos. El ingreso de más actores al sistema no va a cambiar la distribución de riesgos. La competencia bajo las reglas actuales no tendrá ningún impacto en un mejoramiento de fondo al sistema de pensiones.
Por eso propongo pelar nuevamente este chancho con una nueva forma de distribución de los riesgos, radicando en las AFP riesgos que ellas deben asumir si quieren estar en el negocio.
En mi propuesta, cada AFP deberá establecer compromisos de rentabilidad mínimos.
El sistema de AFP ya cuenta con datos estadísticos suficientes como para saber a lo que se puede aspirar en términos de rentabilidad y las propias AFP han hecho gárgaras con su capacidad de entregar buenas rentabilidades.
Si hablan que han entregado por más de 3 décadas una rentabilidad promedio de UF +8%, es hora de ver a qué se pueden comprometer en el futuro.
De hecho, los sistemas de reparto con reservas técnicas explicitan las rentabilidades de referencia para esas reservas. Se sabe que el sistema funciona cotizando X y teniendo rentabilidades Y, lo que permite un control constante de su sustentabilidad.
¿Las AFP no pueden hacer lo mismo?
Al obligar a las AFP a explicitar su rentabilidad proyectada, se facilitará la estimación de una pensión sobre la base de la cotización vigente.
En el fondo, es posible visualizar al principio de la vida laboral la tasa de remplazo a la que se aspira dentro del sistema. Con ello el afiliado pasa a tener un dato importante que, sumado al monto de la comisión, facilita una elección de AFP informada, reduciendo la asimetría de información entre las partes.
Se incorpora también un elemento de referencia para medir la calidad de las AFP como gestoras de fondos al poder compararse lo que ofrecen con lo que entregan. Con ello se activa realmente la competencia sobre la base de rentabilidad y comisión.
Para evitar que las AFP disparen cualquier cifra. Se carga a la AFP cualquier insuficiencia de rentabilidad en la que pudieren incurrir. El tejo pasado puede costar caro.
Para asegurar el cumplimiento de la rentabilidad se usará el encaje que las AFP deben mantener y, en caso de no ser suficiente, las AFP deberán completar la diferencia con sus recursos.
El sistema multifondos se elimina y en su lugar se reemplaza por fondos Target Date, en el cual un mismo fondo va modificando la exposición al riesgo en la medida que se aproxima la edad de jubilación.
Esto descarga el riesgo de elección de fondo de los afiliados y lo radica en la capacidad de las AFP para generar fondos adecuados, que es precisamente su trabajo.
Como complemento de lo anterior, se debería derogar la normativa de detalle que regula la inversión de las AFP.
Es absurdo que el Congreso y la Super de Pensiones se conviertan en especies de gerentes de inversiones.
La normativa debe establecer las clases de activos en los que las AFP pueden invertir y serían estas las que deberían establecer sus propias políticas de inversión, como lo hacen los grandes fondos canadienses, por ejemplo.
Con esto se previene el efecto manada y se facilita la diferenciación y la competencia real.
Como conclusión final, un pilar exclusivo de capitalización individual no resuelve el problema de pensiones en Chile, pero una modificación como la que expongo al menos le da algunas gotas de mayor justicia al sistema actual.
Rodrigo Córdova
Abogado