Se optó por que solo fuera una equipo de protocolo y todo el resto de la logística se coordinó por email y teléfono, ocupando la información que pudo aportar la avanzada de Cancillería. Además, la instrucción del Jefe de Estado fue bajar el número de acompañantes en los viajes a 40 personas en América Latina y a 50 en aquellos de largo alcance.
Primero, el Ministerio de Interior encargó la compra de un lujoso sillón y luego la Presidencia se vio envuelta en la polémica por la compra de un auto Lexus de 70 millones de pesos que tuvo que devolver. Pero ahora, al parecer, el Presidente de la República Sebastián Piñera se está tomando más en serio el plan de ahorro fiscal.
En su reciente gira presidencial, que incluyó visitar Argentina y Brasil, el Mandatario cambió el estilo con el que se planifican los viajes. El mandamás de Hacienda, Felipe Larraín, ya había dicho que la idea era que toda la administración pública cuidara los gastos en los viajes y Piñera, luego del bochorno del auto de lujo, hizo oído al respecto.
A Brasil llega sin avanzada, es decir, no existió un equipo se asesores que previamente estudiara diversos aspectos de su visita, que incluye medir desde temas protocolares hasta prácticos, como por dónde sale y entra a lugares públicos, cómo se traslada y medidas de seguridad de forma anticipada. A Brasil solo viajó un equipo muy reducido de Cancillería, pero no representantes de Presidencia.
Se optó por que fuera una avanzada de protocolo y todo el resto de la logística se coordinó por email y teléfono, ocupando la información que pudo aportar la avanzada de Cancillería. Además, la instrucción del Jefe de Estado fue bajar el número de acompañantes en los viajes a 40 personas en América Latina y a 50 en aquellos de largo alcance.
Ahora, dicen que en esta primera prueba del ajuste el Mandatario exageró un poco, pues viajó solo con una persona de Presidencia, lo que fue demasiado acotado para su asesoría en terreno.