La orden de compra fue lo que encendió las alertas entre los abogados. El costo del pasaje fue de casi 4 millones de pesos y el viaje le habría tomado al ministro casi seis días. Cercanos a la operación –que le cayó al jefe de la billetera fiscal como un balde de agua fría en su momento de mayor gloria– explican que, una vez que saltó esta primera alarma, vino un barrido intenso para determinar si el episodio obedecía o no a alguna actividad pública.
Las incursiones que realizó entre abril y lo que ha corrido de mayo lo habían convertido en un hit y seguía una agenda con mucha consistencia. A poco andar de su regreso a Teatinos 120, el ministro de Hacienda, Felipe Larraín, anunció un plan de austeridad fiscal de US$ 500 millones que afectaría a todo el aparato estatal, ya que viáticos, autos y cualquier gasto superfluo estaban en la lista de recortes. Después, el 11 de abril, en el seminario de Clapes UC, habló del instructivo que afectaría ahora a la caja de 3o empresas públicas y, luego, vino el tiro de gracia al Gobierno de Michelle Bachelet, cuando apuntó al mal cálculo en el déficit fiscal. Todas, intervenciones que sin excepción ponían el acento en el imperativo de subirse al carro de austeridad de Hacienda.
«Les vamos a pedir a las empresas del Estado que hagan un esfuerzo similar al que estamos haciendo nosotros en la administración central y puedan contribuir de esta manera a la austeridad y al ahorro de recursos públicos», expresó el ministro ante la prensa el miércoles 11, horas antes de tomar esa noche un vuelo, con escala, rumbo a Boston, a donde arribó el jueves 12 de abril por la tarde y que hoy lo tiene en el ojo del huracán, luego de semanas en las cuales se movió con soltura y empoderado del cargo.
Regresó del citado viaje a Boston y volvió a viajar solo días después al ChileDay, se reunió con las clasificadoras de riesgo, prometió poner a nuestro país de nuevo en buena nota de riesgo ante los mercados internacionales y continúo con su plan de ajuste. El viernes 27 de abril, anunció un déficit para programas y proyectos de US$ 5.600 millones y, el viernes 4 de mayo, un ahorro fiscal de US$ 4.600 millones. Se mostraba entonces como un ministro que solucionaba problemas.
[cita tipo=»destaque»]Hace poco más de 10 días la dupla de juristas estaba en su ritual de los viernes y precisamente, al mirar órdenes de compra, algo les hizo ruido. El 11 de abril, el mismo día que Larraín había anunciado su plan de ahorro en empresas públicas, había tomado un avión con rumbo a Boston, viaje que solo indicaba que estaría en Harvard. A diferencia del resto de su agenda, que hablaba de conferencias, charlas y que, incluso, consignaba su asistencia al Chileday, este renglón no entregaba detalles.[/cita]
El lunes seguía debatiendo el tema en la comisión mixta de Presupuesto en la sede del Congreso en Santiago, instancia en la que se dio el gusto –como habitualmente hace– de realizar bromas. Ese día le tocó al senador DC, Jorge Pizarro, a quien le dijo –cuando este le insinuó que podían citarlo nuevamente a la comisión– que él no «cita» a comer a su casa, que no era necesario citarlo, que con invitarlo bastaba. Un observador de la escena comentó que Larraín no entendía que en política, a veces, es importante quedarse callado.
El ministro Larraín ha elegido, generalmente, los días viernes para hablar a la prensa y usar esa instancia para marcar los acentos en la agenda económica y política. Así lo hizo el último tiempo, pero no es el único. En una oficina de General Bustamante 120, los abogados de la Universidad de Chile, Gabriel Osorio y Cristóbal Osorio (del joven bufete Osorio Vargas) también eligieron ese día para trabajar en algo especial, revisar Mercado Público, las páginas de lobby de los ministerios, audiencias, órdenes de compra.
Hace poco más de 10 días la dupla de juristas estaba en su ritual de los viernes y precisamente, al mirar órdenes de compra, algo les hizo ruido. El 11 de abril, el mismo día en que Larraín había anunciado su plan de ahorro en empresas públicas, había tomado un avión con rumbo a Boston, viaje que solo indicaba que estaría en Harvard. A diferencia del resto de su agenda, que hablaba de conferencias, charlas y que, incluso, consignaba su asistencia al Chileday, este renglón no entregaba detalles.
La orden de compra despertó alertas entre los abogados. El costo del pasaje fue de casi 4 millones de pesos y el viaje le había tomado al ministro casi seis días. Cercanos a la operación de rastreo –que le cayó a Larraín como un balde de agua fría en su momento de gloria– explican que, una vez que saltó esta primera alarma, vino un completo barrido para determinar que el episodio no obedecía a alguna agenda pública de varios días, como una tipo cumbre.
El mensaje de que el viaje hacía «ruido» a ojos de estos abogados fue entregado al Partido Socialista, que los apoyó con los datos que podían recoger. Lo más relevante, como parte del rastreo, fue hacer el cruce entre determinar a qué había ido Larraín –revisar en redes sociales, su agenda pública y medios de comunicación– y qué había hecho el ministro de Hacienda en esos días. Necesitaban determinar si, eventualmente, su agenda en Boston se había cruzado con la del ChileDay (pues ambos viajes a Estados Unidos habían estado pegados). Pero el encuentro Alumni Day de Harvard, que es la cita que tiene hoy al jefe de las finanzas públicas en el ojo del huracán, había sido un viaje totalmente independiente de su visita durante la semana siguiente a Estados Unidos, que se inició el 18 de abril.
A los abogados también les llamó la atención la cantidad de días que Larraín se había quedado en torno a la celebración de día de alumno de Harvard. Así, barrieron las redes sociales para ver si había existido alguna actividad pública comunicada por el ministro o Hacienda y no encontraron mayor evidencia al respecto.
Los asesores del jefe de la billetera fiscal han señalado que, si bien viajó el 11 de abril, aterrizó recién al día siguiente en Boston. El viernes 13 sostuvo reuniones con Jon Petit de Harvard, para afinar la presentación del día siguiente, y con Ricardo Caballero. El sábado 14, en tanto, realizó su presentación, se reunió con estudiantes y el domingo 15, por la noche, inició su regreso a Santiago, desestimando que se haya tomado días adicionales a lo que la agenda requería.
Entre lo que alertó a los abogados estuvo también algo que no se condice con lo que el mismo ministro indicó como parte del plan de austeridad: el costo del pasaje rozó los 4 millones de pesos, esto, en contraste con que otros gastos de Hacienda en tickets aéreos no superan el millón de pesos. La orden de compra se cursó el día 28 de marzo a Travel Security por un total de US$ 6.275, 31 (disponible aquí) y fue autorizada por Johanna Quitral, encargada de contabilidad y presupuesto de Teatinos 120. Esto, aunque ante ello Larraín ha insistido en que los gastos siempre fueron pensados para ser reembolsados por la misma universidad que lo invitó al evento.
El ministerio también ha explicado que incurrió en gastos extra por un cambio de itinerario de último minuto.
Los tiempos para hacer pública la denuncia fue algo que se manejó desde el PS. El partido determinó en qué minuto el documento firmado por el diputado Manuel Monsalve sería revelado: justo al otro día de su cara a cara con los ex ministros de Hacienda Rodrigo Valdés y Nicolás Eyzaguirre en el Congreso por el déficit fiscal, fue la fecha elegida.
Antes de eso, se demoraron como una semana aproximadamente en establecer que la vía para plantear el tema debería ser la Contraloría. La tesis, en palabras sencillas, es que era un viaje con un foco personal y que los fondos del Estado no pueden usarse como caja chica para reembolsar después platas.
El error de Hacienda –apuntan observadores– radicó en que, en un acto de transparencia, se publicó la información del viaje, pero eso al final le jugó en contra al ministro, pues no tuvo asesores que le advirtieran que era un flanco que le podía generar reproches.
Larraín aseguró el miércoles 9 de mayo que estaba respaldado por el Presidente Sebastián Piñera. Una performance que, internamente en Palacio –si bien no fue bien evaluada, por considerar que el ministro se mostró como poco preparado cuando se vio sorprendido por el tema luego de la movida del PS–, la defienden porque, a ojos del Gobierno, la reacción sobre el caso Harvard ha sido exagerada.
«El viaje a la Universidad de Harvard realizado por el ministro Felipe Larraín en abril pasado lo hizo en su calidad de titular de Hacienda. Así consta en el programa del evento (https://gsas.harvard.edu/events/alumni-day-2018) y fue presentado como tal en todas las actividades en que participó», sentenció el Ministerio de Hacienda oficialmente el martes, tratando de aplacar las críticas. La estrategia además es no entrar en el juego político de salir a pelearse con los parlamentarios.
«La participación del Ministro de Hacienda también le permitió a él conocer de primera fuente sobre temas de coyuntura internacional como la situación de Rusia bajo el liderazgo de Putin, a cargo de Timothy Colton, profesor de Gobierno y Estudios Rusos en Harvard, y el futuro de la energía, tema que presentó Cynthia Friend, profesora de la catedra Theodore William Richards», justificaron en el ministerio. Entre otros antecedentes, agregaron que «respecto de los gastos realizados por concepto de este viaje, se encuentra pendiente un reembolso de los gastos que hará la Universidad de Harvard a la Subsecretaría de Hacienda».
No fue suficiente y ayer miércoles, desde Teatinos 120, se apuraron en bajar el perfil al tema, considerando que ya se había instalado de lleno en la agenda de los medios de comunicación. TVN reprodujo la respuesta de Jon Petit de Harvard ante el viaje y, si bien una primera versión indicó que se le había invitado de forma personal, luego Hacienda corrigió la traducción al español de sus palabras, señalando que jamás había sido así.
«Cuando supimos que lo habían nombrado como futuro ministro de Hacienda, le envié un email para felicitarlo por el nombramiento, y también para reconfirmar la invitación anterior. Él, en ese punto, accedió a participar como ministro de Hacienda, pero precisó que necesitaba revisar su calendario oficial por su cargo, y luego, subsecuentemente, reconfirmar», dijo Petit y después agregó que «cuando lo invitamos, accedimos a pagar sus gastos».