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Los US$ 170 millones que Maersk invirtió en Chile y la promesa del clúster productivo que nunca se concretó MDERCADOS

Los US$ 170 millones que Maersk invirtió en Chile y la promesa del clúster productivo que nunca se concretó

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Natalia Saavedra Morales
Por : Natalia Saavedra Morales Editora periodística El Mostrador Mercados
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En enero de 2015, cuando la firma ya afianzaba el inicio de sus operaciones en el país, formó un acuerdo con la Corporación de Fomento de la Producción (Corfo) y el Ministerio de Economía de la época, al mando de Luis Felipe Céspedes, con el fin de facilitar la inversión y el desarrollo de un polo de proveedores industriales. El acuerdo de colaboración tenía, precisamente un horizonte de tres años.


Algo falló. Es evidente tras el despido de más de 1.200 trabajadores de la empresa Maersk, la firma que era la única fabricante en América Latina de contenedores refrigerados  y que duró en régimen solo 3 años en el país en actividad es industriales. Su aterrizaje comenzó a gestarse en el año 2012, pero no fue hasta junio de 2015 cuando iniciaron operaciones en Malvilla.

Pero algo se truncó a medio camino. “La instalación de la fábrica aquí en San Antonio fue concebida como una decisión estratégica de largo plazo para aumentar nuestra capacidad de producción y poder entregar contenedores refrigerados directamente de la fábrica al campo en una región de alta demanda. Hoy somos el único proveedor que puede hacer esto”, dijo la firma en 2017. Ayer, dejando de lado esa apuesta de largo plazo, anunciaron el cese de sus operaciones y el despido de mil 200 trabajadores de forma masiva en un gimnasio, como imagen de reallity show.

Unos años atrás, la firma danesa informaba de su arribo a Chile a medios especializados: “la fábrica supondrá una inversión cercana a los US$170 millones. Comenzará a operar gradualmente a fines de 2013 y, en pleno régimen, alcanzará una producción de 40.000 containers refrigerados y unas 30.000 máquinas de refrigeración para containers al año, lo que convertirá a Chile en el primer fabricante y proveedor de containers refrigerados en América Latina”. Las noticias eran auspiciosas.

El plan no era algo aislado de las ideas del gobierno de promover más inversión productiva al país. En efecto, la firma tenía como meta apoyarse en proveedores locales de acero y en apoyar el desarrollo de un clúter en la materia, pero ello nunca sucedió y la ausencia de proveedores de insumos como el citado metal y el aluminio terminaron por echar por tierra cualquier cálculo que mantuviera en pie sus operaciones que se apagaron a justo 36 meses de haberse iniciado.

Ayer la empresa se reunió con el ministro del Trabajo, Nicolás Monckeberg, a quien los máximos ejecutivos de la firma le comentaron las razones del cierre y donde abordaron el tema de por qué el país no pudo “soportar” a la compañía.

“Se analizó eso con el ministro (si faltó más trabajo público/privado) como uno de los factores que influyó en la menor competitividad de la empresa: el que ni Corfo ni Asimet ni la empresa hubieran sido capaces estos años de fomentar un cluster proveedor de materias primas a nivel local. Pero no como una crítica o emplazamiento”, señaló la empresa.

La salida de la firma deja en el aire la pregunta de si el país está preparado para recibir inversiones de esta dimensión y hacer un acompañamiento efectivo a industrias que necesitan contar son servicios específicos, trabajadores calificados y proveedores locales.

Promesas rotas

En enero de 2015, cuando la firma ya afianzaba el inicio de sus operaciones en el país todas eran buenas noticias. Ese verano anunciaban la firma de un acuerdo con la Corporación de Fomento de la Producción (Corfo) y el Ministerio de Economía de la época, al mando de Luis Felipe Céspedes, todo con el fin de facilitar la inversión y el desarrollo de un polo de proveedores industriales.

El acuerdo de colaboración tenía, precisamente un horizonte de tres años. “La capacidad de desarrollar una industria de proveedores moderna, eficiente y tecnológicamente avanzada” servirá a mejorar “cadenas de valor que extiendan los beneficios a otros sectores y otras empresas”, dijo Céspedes entonces. Mientras que el entonces vicepresidente ejecutivo de Corfo, Eduardo Bitran, señaló que “es prioritario promover la materialización de inversiones que contribuyan a dinamizar la economía” a través de un mayor aporte al “aparato productivo”.

El acuerdo se bautizó como Memorando de Entendimiento y tenía que ver con «dar inicio a un proceso de colaboración y coordinación de actividades entre Maersk y Corfo, tendientes a facilitar la generación de un polo de desarrollo de proveedores industriales de estándar internacional y con proyección global, en torno a las necesidades operacionales de MCIS en Chile», según detalló el medio especializado Mundo Marítimo.

Cespedes también añadió en la ocasión que » el gobierno seguirá trabajando en la línea de potenciar la inversión extranjera». Pero nada de eso resultó.

La empresa detalló a El Mostrador que después de modelar todos los escenarios la evidencia indicó que “no contaban con que la debilidad de suministro local de materias primas sería tal que los obligaría a importar el 90% de los insumos, y de que, en tan poco tiempo, aparecería cuatro nuevos actores fabricantes en China. Hoy hay siete fábricas en el mundo. Cuando se anunció MCIS, solo había dos en China, una de ellas de Maersk en Qindao. Ahí es donde se concentrará ahora la fabricación de MCIS”, detallaron.

 

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