La cifra de personas que padecen hambre escaló a un máximo de ocho años en 2017 como consecuencia de un clima extremo y errático, conflictos y la desaceleración económica.
Las personas clasificadas como hambrientas aumentaron en 16,6 millones a 821 millones, el nivel más alto desde 2009, según las Naciones Unidas. La organización advirtió de señales alarmantes que indican una creciente inseguridad alimentaria y altos niveles de malnutrición a medida que más personas sufren desnutrición en África y América Latina.
«La variabilidad climática y los extremos están minando la producción de alimentos en algunas regiones», dijeron el martes la Organización de Alimentos y Agricultura y otras cuatro agencias en un informe. «Si no se toman medidas, se espera que la situación empeore a medida que las temperaturas aumentan y se vuelven más extremas».
Según el informe, la desnutrición y la inseguridad alimentaria severa han aumentado desde 2014 en todas partes del mundo, excepto en Europa y América del Norte. El hambre es significativamente más grave en los países donde la agricultura es muy sensible a la sequía severa, así como a los cambios en las lluvias y la temperatura, y donde una gran parte de la población depende de la agricultura.
Los conflictos en naciones como Yemen y las crisis económicas en países como Venezuela han restringido el acceso de las personas a la comida, haciendo que los alimentos básicos sean menos asequibles.
Algunas conclusiones importantes del informe:
Casi 151 millones de niños menores de cinco años eran demasiado bajos para su edad, aunque esa cifra supone una mejora en los últimos años. 50 millones de niños no pesan lo suficiente respecto a su altura.
Por otra parte, la obesidad adulta está aumentando. Más de 672 millones, o uno de cada ocho adultos, son obesos, según muestran los últimos datos. Si bien el problema es más significativo en América del Norte, también está aumentando en África y Asia, donde las tasas han sido las más bajas.
El Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola de las Naciones Unidas, el Programa Mundial de Alimentos, la Organización Mundial de la Salud y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia prepararon conjuntamente el informe.