Después de 126 años en la actividad y de la orden de cierre que pesa en su contra, en la plaza bursátil más antigua del país no están dispuestos a darse por vencidos. La rueda no sólo quiere volver a operar, apelando contra la decisión de la Comisión para el Mercado Financiero, sino que tiene un plan con la ambición de, hasta, superar a su par de Santiago. Hasta ahora, todo son buenas intenciones.
Después de 126 años de historia, la Bolsa de Valparaíso ha agonizado por un largo periodo y hoy, moribunda, enfrenta su cierre definitivo, con un candado en las puertas de su edificio -considerado patrimonio de la ciudad- que se puede apreciar imponente en la portada de su sitio web que, en vez de números e indicadores económicos, reza con letras grandes “en liquidación”. La última publicación de la sección de noticias en la página, con un tono casi filosófico, dice: “CMF revoca autorización de existencia a la Bolsa de Valparaíso por incumplimiento de exigencias de la Ley de Mercado de Valores”.
Trató de sobrevivir como pudo, el arriendo de oficinas en la histórica construcción era su principal ingreso, además de aquellos propios de su giro, pero nada la salvó de convertirse en una “bolsa indigente”. Las razones las da la Comisión para el Mercado Financiero (CMF) que decretó el cese de toda operación “como consecuencia del incumplimiento del requisito de contar con un número mínimo de corredores establecido en la Ley” y “por no contar con estándares mínimos de operación que garanticen su adecuado funcionamiento y la protección de los inversionistas”.
La Bolsa de Valparaíso no se quedó de brazos cruzados, se puso los guantes para un primer round con la CMF, solicitando la autorización para operar por un periodo de dos años con un número de corredores inferior al exigido por ley, pero la semana pasada la comisión le dijo no y, tras exigirle una serie de documentos, decretó que “en ninguna de estas presentaciones la Bolsa aportó antecedentes concretos que sustentaran su solicitud”.
La Bolsa de Valparaíso se jugó por un segundo round con la CMF y ayer presentó un recurso de reposición en contra de la decisión de cierre.
La plaza bursátil ubicada en pleno centro de la ciudad porteña acumuló por años un clima de desprestigio, no por sus actividades propias, sino por las de sus otrora corredores. Antes de la crisis de Intervalores -la corredora fallida de la familia Urenda investigada por estafa y apropiación indebida–, su ex presidente, Carlos Marín, fue detenido a fines de 2016 y formalizado por estafa tras dos meses de estar prófugo. No solo eso, la intermediaria Essex cerró sus puertas luego que su propietario, Luis Patricio Mella, fue formalizado por blanquear dinero de un traficante de oro.
[cita tipo=»destaque»]Según la presidenta de la Bolsa de Valparaíso, Soraya Apara, el cierre que hoy enfrentan no es un tema de billetes, sino que es «es producto de la ausencia de una sana competencia entre las bolsas» y adelantó que de no ser aprobado el recurso de reposición ante la CMF, insistirá con un reclamo de ilegalidad ante la Corte de Apelaciones.[/cita]
Antes del cierre, la Bolsa de Valparaíso fue suspendida de sus actividades por las mismas razones que hoy le ponen los clavos a su ataúd: el mínimo de corredores activos, requisito básico, que desde el mercado dicen que se trata de un problema que viene desde mucho antes del cese de funciones de Intervalores, Pluskapital o Magnum.
Distintas fuentes coinciden en que esta Bolsa estaba agonizando hace unos 15 años, ya que hace mucho que no lograba el 1% total de transacciones de instrumentos de valores, que a nivel nacional hoy se concentran en más del 90% en la Bolsa de Comercio de Santiago (BCS) y, en menor medida, en la Bolsa Electrónica de Chile (BEC). En Valparaíso, se transaban diariamente entre $ 5 millones y $ 50 millones, versus la BCS, que mueve volúmenes diarios en torno a $ 1 billón.
La realidad financiera de la plaza bursátil de Valparaíso es compleja. Hace tiempo acarrea sólo números rojos. En 2017 tuvieron pérdidas por $8.669.000 y en 2016 por $24.169.000. Además, le debe dinero a sus directores por dietas que totalizan los $132.407.000 y, tiene deudas de créditos por un total de $228 millones con el Banco de Chile y Scotiabank.
Según la presidenta de la Bolsa de Valparaíso, Soraya Apara, el cierre que hoy enfrentan no es un tema de billetes, sino que es «es producto de la ausencia de una sana competencia entre las bolsas» y adelantó que de no ser aprobado el recurso de reposición ante la CMF, insistirá con un reclamo de ilegalidad ante la Corte de Apelaciones.
Cabe recordar que en 2002, la Comisión Resolutiva Antimonopolio (hoy TDLC) pretendía obligar la Bolsa de Santiago a operar integradamente con la de Valparaíso y la Electrónica. Pero lo que parecía un triunfo para los actores pequeños, no prosperó y todo quedó solo en declaraciones de buenas intenciones.
Es por esto que además de la jugada en la Comisión para el Mercado Financiero, la Corte Suprema debe fallar sobre una anulación interpuesta por «competencia desleal» contra su similar capitalino. De ser acogido el recurso, según Apara, la CMF no podría desconocer que la falta de corredores en la Bolsa de Valparaíso -razón principal de su cierre- se debe a esa situación. Eso sí, al tratarse de un organismo técnico, «quedaría a su criterio recogerlo o no en su reconsideración», señaló.
El salvavidas de la Bolsa de Valparaíso es apoyado por el senador Francisco Chahuán, quien ve como un «atentado a la descentralización del país» el aviso de cierre de la primera Bolsa de Comercio de Latinoamérica. «Estamos apoyando la apelación de la Bolsa de Comercio de Valparaíso con respecto a su notificación de cierre, ésta debe tener la posibilidad de prorrogar su licencia por dos años más”.
Si los intentos que hace la Bolsa de Valparaíso llegan a buen puerto, según fuentes cercanas a la plaza bursátil aseguran que podría ser la “más grande de Chile”, porque hay un proyecto que no ha podido ver la luz debido a la situación actual. Explicaron que necesitan tiempo y que cuentan con el apoyo de inversionistas que mantienen la fe, que pondrían todas sus fichas en un mercado al que no apuntan las demás, el del emprendimiento y las pymes.