Hay varios elementos importantes de destacar y que están inmersos en esta experiencia africana. Uno de ellos, es contar con una visión futura compartida. Otro, la capacidad de gestión de quienes han impulsado esta iniciativa. Finalmente, la intención de catalizar un cambio cultural que posicione a esta zona del mundo en positivo.
Que África se proyecte como zona de libre comercio interno, con meta de arancel 0% al 2030, resulta refrescante, considerando que a este continente se le suele asociar mediáticamente con violencia, guerras fratricidas y pobreza. Y que solo falten tres países para lograr la unanimidad del acuerdo, tratándose de casi sesenta naciones, lo transforma en un hito hasta cierto punto envidiable si lo comparamos con los veinte estados soberanos que componen nuestra Latinoamérica, donde, pese a todos los intentos, estamos lejos de una alianza como esta. ¿Por qué nos cuesta tanto unirnos en este continente de casi 700 millones de personas, donde nos unen idiomas, cultura, etnias, pero siempre termina primando lo que nos separa?
Hay varios elementos importantes de destacar y que están inmersos en esta experiencia africana. Uno de ellos, es contar con una visión futura compartida. Otro, la capacidad de gestión de quienes han impulsado esta iniciativa. Finalmente, la intención de catalizar un cambio cultural que posicione a esta zona del mundo en positivo.
África se ha organizado para trabajar en una visión de futuro propia, que contempla una hoja de ruta para conseguir prosperidad para su gente, aprovechando las sinergias entre sus países. Es crucial contar con una imagen futura nítida que represente una meta en la que todos los involucrados se sientan estimulados a contribuir, y que justifique esos anónimos esfuerzos individuales de corto plazo, donde se ve mucha inversión y poco beneficio, o cómo convencer a los padres que sus hijos opten por el estudio versus el trabajo infantil, cuando la pobreza les apremia. Son decisiones que las personas toman y que necesitan un fundamento, una épica que les guíe e inspire. Entonces, me pregunto: ¿cuál es la Latinoamérica del 2030? Evidentemente, nos falta una visión futura conjunta o, si existe, no nos la han comunicado.
La capacidad de gestión que están demostrando estos organismos africanos, especialmente la Unión Africana, para coordinar los esfuerzos sostenidamente es llamativo. Hoy podemos observar que sus acciones están mostrando resultados concretos de beneficio y empoderamiento. ¿Qué institución está desempeñando este rol en nuestro continente? Nuevamente, el paralelo desnuda nuestra incapacidad para hacer gestión sostenida entre cada cumbre que se desarrolla, perdiendo estas credibilidad y abandonando en el intertanto a nuestras naciones al vaivén de los más poderosos.
Estas iniciativas africanas están instalando un nuevo paradigma, más pragmático, y que con seguridad latía en las mentes de muchos que hasta ahora no habían encontrado una representación institucional para su anhelo de un África empoderada. ¿Y el sueño latinoamericano? Duerme.
Los líderes de estas iniciativas africanas están superando la fase de levantar necesidades, que muchas veces hacen sentir que, lo que uno gana, otro lo pierde, para pasar a una etapa de coordinar intereses para construir iniciativas de beneficio compartido. Y en Latinoamérica, ¿dónde están esos líderes?