De acuerdo con la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, la crisis desatada por el coronavirus podría llevar al PIB de la región a una contracción en 2020 de «hasta -4%, o incluso más». Junto con recomendar acciones de política en diversos ámbitos para mitigar los efectos del coronavirus, el organismo de la ONU advierte que la única opción estratégica en el mediano plazo es “avanzar hacia un nuevo modelo de desarrollo a través de una mayor integración”. “A diferencia de 2008, esta no es una crisis financiera sino de personas, producción y bienestar. Una situación de economía de guerra es demasiado importante para dejarla al mercado. Los Estados están asumiendo un papel central para suprimir el virus y los riesgos que afectarán a la economía y la cohesión social”, señala el informe del organismo regional.
El avance de la pandemia de Covid-19 en las Américas se ha intensificado, lo cual es motivo de preocupación no sólo en el ámbito sanitario sino también a nivel económico dado los estragos que la crisis está provocando en los países de la región. De ahí el llamado de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) de las Naciones Unidas a los gobiernos de la región sobre la “urgencia de implementar acciones inmediatas que permitan aplanar la curva de contagio por la enfermedad del coronavirus (COVID-19), sin aplanar la curva de la economía”.
Los datos son de temer, al punto que el organismo estima que la crisis desatada por la enfermedad del coronavirus podría llevar al PIB de América Latina y el Caribe a una contracción en 2020 de al menos -1,8%, cifra que puede llegar a -3% y -4%, o incluso más.
El tema fue abordado por el organismo en el informe titulado «América Latina y el Caribe ante la pandemia del COVID-19: efectos económicos y sociales», que aborda la coyuntura, los escenarios y las proyecciones hacia 2030 ante la presente crisis pandémica global, junto con recomendar acciones de política en diversos ámbitos para contrarrestar sus negativas consecuencias.
“El mundo se encuentra ante una crisis humanitaria y sanitaria sin precedentes en el último siglo en un contexto económico ya adverso. A diferencia de 2008, esta no es una crisis financiera sino de personas, producción y bienestar. Una situación de economía de guerra es demasiado importante para dejarla al mercado. Los Estados están asumiendo un papel central para suprimir el virus y los riesgos que afectarán a la economía y la cohesión social”, afirmó Alicia Bárcena, secretaria ejecutiva de la Cepal.
En este oscuro panorama, la advertencia de la Cepal es que la situación de la región es aún más delicada: “América Latina y el Caribe enfrenta la pandemia desde una posición más débil que la del resto del mundo. Antes de la llegada del Covid-19, la Cepal preveía que la región crecería un máximo del 1,3% en 2020. Sin embargo, los efectos de la crisis han llevado a cambiar esa previsión” hacia niveles aún más negativos.
Asimismo, de acuerdo con el estudio de la Cepal, se prevé que el valor de las exportaciones de la región caerá por lo menos en 10,7% en 2020. Además, dado que la propagación del virus ha acelerado el uso de internet y de las tecnologías digitales, este aumento puede exacerbar las desigualdades derivadas del distinto acceso a las mismas entre los países y entre los grupos de ingresos.
“La pregunta es cómo minimizar los costos y retomar el crecimiento. La magnitud dependerá, entre otros factores, de la contundencia de la respuesta económica, en la que la política fiscal tiene un papel fundamental”, enfatizó Alicia Bárcena.
En lo inmediato, el organismo pone acento en que los sistemas de salud de la región tienen una infraestructura insuficiente para enfrentar los problemas generados por la pandemia. “La mayoría de los países de la región se caracteriza por tener sistemas de salud débiles y fragmentados, que no garantizan el acceso universal necesario para hacer frente a la crisis sanitaria del Covid-19. Por ello, fortalecer los sistemas de salud requiere mayor y mejor gasto público: los países de la región gastan en promedio el 2,2% del PIB en salud; por lo tanto, es necesario encontrar espacio fiscal para fortalecerlos”, señala.
Para abordar la emergencia social, la Cepal detalla que “son necesarias medidas de protección de los ingresos para los grupos más vulnerables, medidas de protección del empleo, como los subsidios de desempleo e ingreso básico de emergencia, y medidas de apoyo a las pequeñas y medias empresas (PYMES) y los trabajadores por cuenta propia”.
En tanto, para abordar la emergencia económica se requieren acciones de política fiscal, de política monetaria y de cooperación internacional, explica el estudio. En materia fiscal, se deben reorganizar presupuestos para implementar paquetes de estímulo fiscal a fin fortalecer los sistemas de salud, proteger los ingresos y minimizar la contracción de la economía. En el área monetaria hay que procurar la estabilización de los tipos de cambio y preservar la solvencia y el funcionamiento del mercado bancario. Y para incentivar la cooperación internacional es necesario reconsiderar las políticas de préstamos concesionales y de graduación de los organismos internacionales. También facilitar los préstamos a bajo interés y postergar el servicio de deuda a los países en vías de desarrollo, incluidos los de renta media.
Asimismo, subraya que la cooperación internacional juega un rol fundamental. “La salida de la crisis dependerá de la fortaleza económica de cada país, por lo tanto, dadas las asimetrías entre los países desarrollados y en desarrollo, el papel de la ONU, el FMI y el Banco Mundial será esencial para garantizar el acceso al financiamiento y sostener el gasto social y la actividad económica con medidas innovadoras”, indicó.
En este contexto, la recomendación de la Cepal es que la única opción estratégica en el mediano plazo para mitigar los efectos del Covid-19 en la región es avanzar hacia un nuevo modelo de desarrollo a través de una mayor integración para así evitar “volver a transitar por los caminos que condujeron a una situación en la que los efectos de la pandemia del Covid-19 pueden no solo ser devastadores en el corto plazo, sino también deteriorar las condiciones de la recuperación y el desarrollo”.
En particular, el organismo de las Naciones Unidas llama a levantar las sanciones impuestas a Cuba y a Venezuela para permitir su acceso a alimentos, suministros médicos y pruebas de la Covid-19 y asistencia médica. “Es tiempo de solidaridad, no de exclusión”, indica el documento.
En el largo plazo, llama también a los países a repensar sus estrategias de desarrollo, fortaleciendo la coordinación e integración subregional y regional para asegurar las cadenas de suministro de bienes críticos, promover una migración voluntaria, no forzada, aliviar la pobreza y fomentar la reducción de la desigualdad, y fortalecer el comercio intrarregional y las cadenas de producción, entre otras medidas.