Un “brote ártico” que golpeó al estado de Texas hizo estragos en la red eléctrica de ese estado, pero también en la mexicana. Pero ¿por qué México, siendo un país exportador de combustibles, quedó afectado de tal manera? Analistas explican que hay una doble dependencia: del gas natural como fuente de generación de electricidad y de Estados Unidos como el país que lo provee. A la vez, apuntan a falencias en la política energética de los gobiernos de México.
Lo que empezó el lunes como un apagón que afectaba sólo a estados del norte de México, el martes escaló a cortes de electricidad en casi todo el país.
La red eléctrica de México, abastecida por la estatal Comisión Federal de Electricidad (CFE) y productores privados, sufrió un «déficit de generación» de energía que afectó a millones de personas.
Primero, en los estados fronterizos con EE. UU. unos 4,8 millones de clientes de la CFE se quedaron sin luz la mañana del lunes. En unas horas, la falta de energía se extendió a 23 estados, con 5,9 millones afectados.
Después, la situación escaló a nivel nacional durante el martes, afectando a millones: los cortes programados alcanzaron a 26 de los 32 estados del país, en los que no hubo electricidad por periodos de menos de una hora. Este miércoles por la mañana ya se había recuperado casi el 100 % del servicio para los más de 42 millones de clientes de la CFE afectados en todo el país, pero el riesgo de más apagones no estaba descartado. El gobierno de Andrés Manuel López Obrador apuntó a dos factores como causa de los problemas.
Por un lado la severa tormenta invernal que golpea desde hace días a Texas, el estado del sureste de EE. UU. que suministra gas natural a varias centrales generadoras de electricidad en México.
Por el otro está el precio de ese combustible, que se encareció 5.000 %, en los últimos días según los cálculos de la CFE.
Pero ¿por qué México, siendo un país exportador de combustibles, quedó afectado de tal manera?
Analistas consultados por BBC Mundo explican que hay una doble dependencia: del gas natural como fuente de generación de electricidad y de Estados Unidos como el país que lo provee.
Sin embargo, también apuntan a falencias en la política energética de los gobiernos de México.
México tuvo una sólida infraestructura energética a lo largo del siglo XX que llevó al país a ser uno de los principales países productores de petróleo y gas natural durante muchos años.
Pero los tiempos de bonanza de estas industrias, controlada por el Estado durante casi todo el siglo pasado, comenzaron a decaer en la década del 2000, a tal punto que hace años que México perdió su independencia energética.
Cifras oficiales de la Secretaría de Energía mexicana indican que el país tuvo un déficit en la balanza comercial energética de US$ 18.800 millones en el 2017.
Buena parte de ello se debe a la caída de las exportaciones petroleras.
Sin embargo, en cuanto al gas natural con el que operan las plantas generadoras de electricidad en México, el desbalance es mucho más marcado que con el petróleo.
En el 2018, cuando López Obrador llegó al gobierno, México apenas exportó US$ 28 millones en gas natural, pero trajo del extranjero alrededor de US$ 7.320 millones. Y no hay grandes diferencias en los años siguientes.
Ese combustible es el usado para generar alrededor de 60 % de la energía del país. Y cerca del 80 % proviene de Estados Unidos, principalmente de los campos productores de Texas.
A su vez, el país sólo cuenta con espacio para almacenar poco más de cinco días de reservas de gas natural.
“Cuando tienes esta dependencia, tienes un problema muy grave. No empezó ayer, por lo que era previsible que en cualquier momento pudiera ocurrir un tema de estos [apagones en el país]», dice a BBC Mundo el investigador Francisco Ortiz, de la Universidad Panamericana.
“Es un problema de seguridad nacional que todavía no se ha podido abordar», añade.
La doble dependencia, del gas natural y de Estados Unidos, se ha consolidado en las últimas dos décadas.
Mientras que en el 2000 se generaba casi el 20 % de la electricidad con gas natural, para el 2020 esa cifra se triplicó. Y la importación del combustible pasó en ese periodo del 51 % a casi el 80 % el año pasado.
En la última década, entraron en operación siete de las 24 conexiones de gas natural entre México y EE. UU., siendo Texas el estado con el que más se conecta, con 15 tomas.
López Obrador y su gobierno atribuyen esta tendencia a un “abandono” de la industria energética nacional por parte de los últimos gobiernos de México, para favorecer a las empresas privadas.
“Durante muchos años no se puso en práctica ningún plan para extraer gas. Tenemos gas en el país pero no les importó porque el negocio era comprar el gas porque en la compra del gas iba el moche [soborno]», dijo el mandatario este miércoles en rueda de prensa.
“Necesitamos ser autosuficientes, estar preparados para cualquier emergencia”, agregó al explicar que otro de los factores del problema es el encarecimiento del gas natural.
La CFE informó que el costo de la unidad de gas natural (MMpcd) pasó de US$ 3 por unidad de volumen, a precios que fluctuaban entre US$ 200 y US$ 600.
Ortiz explica que el incremento del costo es lógico, pues hay “una demanda excesiva y no hay mucho gas” en Texas. Pero el fondo del problema, señala, ha sido la política de los gobiernos mexicanos de las últimas tres décadas hacia las empresas estatales, como Petróleos Mexicanos (Pemex).
“La directriz para Pemex desde la década de los noventa fue generar más dinero, vendiendo más petróleo y menos gas. Y se dejó a un lado el gas. En la actualidad, el 15 % del gas que viene con el petróleo se quema o se libera al aire, porque no hay prioridad de generar gas», explica.
“La decisión financiera adecuada fue comprarlo. La decisión socioeconómica no ha sido la correcta. Entonces, la dependencia energética de México en el gas es tremenda”, continúa.
Como muestran las cifras oficiales, desde el 2010 se inició la bajada progresiva de la producción de gas natural de México. En el 2020 la importación ya era el doble (5.653 MMpcd) de lo generado en el país (2.517 MMpcd).
A esto se le suma la falta de infraestructura para guardar gas natural en México.
“Este tipo de eventos evidencia lo importante de una matriz diversificada de energía, pero a la vez de más inversión en infraestructura y en el sector de gas natural. Porque México tiene muy poco almacenamiento”, señala a BBC Mundo la analista Valerie Rodríguez, de la consultora Zumma.
La solución temporal de López Obrador es comprar gas natural que se inyecte al sistema a través de cuatro buques cisterna que llegarán a puertos del noreste del país. Además, ha ordenado la ampliación de la producción en plantas generadoras que usan carbón o combustóleo.
Su estrategia a largo plazo es sostener un proyecto energético de recuperación de las empresas estatales: “Ahora lo que queremos es, sin que dejen de participar los particulares, consolidar a la Comisión Federal de Electricidad y que ya se detenga la política ‘entreguista’. Entonces, eso es lo que se está haciendo”, dijo este miércoles.
No obstante, en lo inmediato la crisis podría seguir luego de que el gobernador de Texas, Greg Abbott, emitió una restricción a la venta de gas natural a clientes fuera del estado.
Francisco Ortiz considera que México nunca consideró que un problema ambiental, como la tormenta invernal más grave en 30 años que vive Texas, podría poner en aprietos el sistema eléctrico mexicano.
“Siempre se confió en que se tendría el gas. Se había discutido entre académicos qué pasaría si el gobierno anterior de EE. UU., que tenía decisiones drásticas, decidía cerrar la llave del gas. La respuesta fue que es un negocio de particulares que no se podría clausurar”, explica.
Ante esto, considera que las soluciones deben venir de los especialistas, no de las estrategias políticas.
“Esto debe evaluarse de manera mucho más técnica, que con una visión ideológica. Las decisiones de política ideológica han sacrificado las cuestiones técnicas”, dice Ortiz, quien sugiere que la implementación del fracking podría ser la alternativa más viable para solucionar la dependencia en el plazo más corto.
“En diez años, EE. UU. pasó de ser un país importador de gas y petróleo, a ser un exportador. Hoy es el primer país productor de petróleo del mundo con el uso del fracking. Aquí hay que regularlo, pero Pemex lo ha estado usando», dijo.
Max Von Hausen, un consultor en temas energéticos, señala que “México es muy grande y tiene muchos recursos” como para poder diversificar sus fuentes energéticas.
“El sur tiene muchos recursos. Pero en un país tan grande, con falta de infraestructura, necesita una inversión grande. El gobierno y la inversión privada pueden cubrir juntos la demanda”, señala a BBC Mundo
“En Alemania no sólo tenemos un invierno una semana, como en el norte de México, sino como seis meses del año. Entonces eso es algo importante”, advierte. Pero por ahora Ortiz cree que es “prácticamente imposible” lograr la soberanía energética en México en el corto plazo.
“No puedes cambiar eso de un día para otro. No hay milagros ni una vara mágica. No tener reservas más allá de cinco días es un riesgo muy peligroso”.