La magnitud de la crisis económica provocada por la pandemia, la mayor desde la Gran Depresión de la década de 1930, ha llevado al organismo, tradicional defensor de la ortodoxia económica, a saltarse algunos tabúes y dar el visto bueno a la subida de impuestos y al aumento del gasto. «Para ayudar a hacer frente a las necesidades de financiación relacionadas con la pandemia las autoridades podrían considerar un contribución temporal para la recuperación poscovid aplicada sobre las rentas altas y la riqueza», señaló Vitor Gaspar, director del Departamento de Asuntos Fiscales del Fondo.
La aceleración en el acceso global a las vacunas contra la covid-19 y la necesidad de una tasa temporal solidaria a las rentas más altos fueron dos de los principales llamados por parte del Fondo Monetario Internacional (FMI) en el arranque este miércoles de su asamblea de primavera.
«Hay que aumentar la producción y distribución de las vacunas y dejar de lado los controles a las exportaciones. También significa financiar completamente la herramienta Covax (para la distribución equitativa de vacunas) y asegurar que las vacunas sobrantes son transferidas a los países pobres», afirmó Kristalina Georgieva, directora del FMI, en rueda de prensa.
En este sentido, Georgieva destacó que «la política de vacunación es política económica» a la vez que expresó la «urgencia» para que «las vacunas lleguen a todos en todos los sitios».
Si en Estados Unidos se prevé que el 90 % de la población esté vacunada para el verano, y el Europa ocurra lo mismo para otoño, en regiones como América Latina se deberán esperar a 2022 para alcanzar un grado protección similar contra el coronavirus al ritmo actual de inoculación.
«El principal arma que tenemos para revitalizar el crecimiento son las vacunas», insistió Gita Gopinath, economista jefe del Fondo, en uno de los paneles de la asamblea que se celebra de nuevo de manera virtual esta semana junto con el Banco Mundial.
El FMI presentó esta semana el informe de «Perspectivas Económicas Globales», coordinado por Gopinath, donde elevó las previsiones de crecimiento económico global al 6 %, frente al 5,5 % anticipado tres meses atrás, aupado por el repunte de China y Estados Unidos.
No obstante, el reporte alertó especialmente sobre «la recuperación a varias velocidades» y la «peligrosa divergencia» de las fortunas económicas, con los avanzados a la cabeza.
En este complejo panorama, el organismo sorprendió al pedir un impuesto «temporal» a las rentas más altas y la riqueza destinado a financiar las necesidades relacionadas con la pandemia y con la crisis que conlleva, que ha provocado el aumento generalizado de los niveles de déficit y de deuda.
«Para ayudar a hacer frente a las necesidades de financiación relacionadas con la pandemia las autoridades podrían considerar un contribución temporal para la recuperación poscovid aplicada sobre las rentas altas y la riqueza», señaló Vitor Gaspar, director del Departamento de Asuntos Fiscales del Fondo en conferencia.
La magnitud de la crisis económica provocada por la pandemia, la mayor desde la Gran Depresión de la década de 1930, ha llevado al organismo, tradicional defensor de la ortodoxia económica, a saltarse algunos tabúes y dar el visto bueno a la subida de impuestos y al aumento del gasto.
Gaspar advirtió que «las desigualdades preexistentes han amplificado el impacto adverso de la pandemia y, a la vez, la covid-19 ha agravado las desigualdades», lo que supone «un círculo vicioso de desigualdad que podría dar lugar a un quiebre social y político».
Durante las reuniones se discutirá, además, la iniciativa lanzada por la secretaria del Tesoro de EE.UU., Janet Yellen, de pactar en el marco del G20 (que agrupa a las principales economías avanzadas y emergentes) un impuesto mínimo global de sociedades.
En este sentido, Gaspar dio su respaldo a la propuesta como «un elemento importante para asegurar que los gobiernos tienen los recursos necesarios para las diversas prioridades de gasto que tienen que encarar».
Por último, en los encuentros, que congregan a los líderes económicos mundiales, también se analizará la creación de nuevos derechos especiales de giro (DEG, la moneda del FMI) por valor de 650.000 millones de dólares, algo que Georgieva ya ha dicho que cuenta con amplio respaldo para aumentar la liquidez mundial y ayudar a la recuperación mundial.