Matías Madrid
El último episodio en que el déficit de cuenta corriente en Chile superó el 4% del PIB fue en 1998 período coincidente con la crisis asiática/rusa. Es precisamente el riesgo de una salida abrupta y masiva de flujos de capitales como el experimentado hace ya 15 años el que complica el escenario del Banco Central en un contexto en que el déficit de cuenta corriente podría alcanzar un 4,5 % del PIB en 2013. Más aun, no solo el nivel sino también la persistencia del déficit es relevante, considerando que el último saldo positivo en 12 meses se registró el segundo trimestre de 2011. Este exceso de gasto respecto a los ingresos de la economía puede generar que en un evento de retiro de financiamiento del exterior la única forma de ajuste sería a través de una contracción del consumo y la inversión con el consiguiente impacto en el desempleo.
El saldo de cuenta corriente se define como la diferencia entre el ahorro de una economía, cuyo determinante evidente es el consumo, y la inversión. En el escenario actual el déficit de cuenta corriente se ha gatillado principalmente por una mayor inversión, enfocada en el sector minero. El origen del déficit es relevante, por lo que resulta positivo que la inversión y no el consumo esté presionando las cuentas externas ya que estos flujos provenientes del exterior eventualmente permiten realizar proyectos que generaran ingresos futuros que más que compensarán el actual salgo negativo. Sin embargo, el escenario de cuenta corriente se hace complejo en un evento extremo, en que los flujos de capitales del exterior desaparecen y el ajuste del gasto tendrá que realizarse en un período corto de tiempo impactando de todas formas el ritmo de actividad económica independientemente del origen del déficit.
El abultado déficit de cuenta corriente ha sido motivo de preocupación por parte del Banco Central. En reiteradas ocasiones ha mencionado este hecho como un riesgo relevante del escenario macroeconómico. A mi juicio ha sido factor fundamental que ha retrasado por varios meses el ajuste a la baja de la Tasa de Política Monetaria, esperando signos claros de desaceleración del consumo que permitan suponer un alivio del déficit. La mala noticia es que tenemos el mayor déficit de los últimos 15 años con un precio del cobre que se mantiene muy por sobre el promedio histórico y es 4 veces superior al del año 98. Por lo tanto, fácilmente el déficit se empinaría sobre 6 % del PIB en un escenario en que el precio del cobre caiga bajo US$2,5.
Sin embargo, en los últimos meses las noticias son algo más positivas. En primer lugar y a diferencia del año 98, la economía chilena cuenta con un importante stock de reservas que pueden ser utilizadas para amortiguar el impacto de una salida de flujos de capitales. La política monetaria y fiscal tienen amplia flexibilidad para enfrentar un escenario de este estilo. Por otra parte el tipo de cambio en términos reales se ha depreciado, situación requerida para un ajuste del déficit de cuenta corriente. Finalmente el gasto interno ha entrado en un período de desaceleración, que hasta el momento es liderado por la inversión, lo que reduce evidentemente las presiones por el lado del gasto a lo que se sumaría en el muy corto plazo una menor expansión del consumo. Es esta evidencia la que permite suponer que el riesgo que representa este abultado y persistente déficit de cuenta corriente será menor en los próximos semestres y a su vez ha entregado espacio para una eventual baja en la Tasa de Política Monetaria.