Después de haber leído la Declaración de Zona Marítima y el Convenio de Zona Fronteriza, parece que está claro que la posición peruana es asistida por la base (sólida a mi juicio) de la letra de los acuerdos firmados. Esto en razón de que ninguno de estos acuerdos lleva por título “Tratado Limítrofe”, como entiendo lo exige el derecho internacional en esta materia.
La posición chilena se basa sobre la base del “Uso y Costumbre” y toda nuestra apuesta es que La Haya considere ese factor como más importante que la falta de un “Tratado Limítrofe” propiamente tal. Esta es una apuesta voluntariosa y, a mi juicio, ingenua.
A ojos de buen negociador, nuestra apuesta debería haber estado acompañada de acciones concretas, tanto para reafirmar esa posición, como también para apoyar la inevitable negociación con Perú en caso de que el fallo de La Haya sea favorable a la posición peruana (que es lo más probable, a mi juicio).
¿Qué podríamos haber hecho para sustentar nuestra posición de mejor manera o para aumentar nuestro poder en la mesa de negociación con Perú post-La Haya? El impacto de un fallo desfavorable, es fundamentalmente económico. Cosas como derechos de pesca, tránsito marítimo, operaciones portuarias, etc. Lo que debimos haber hecho, desde que supimos que existía esta controversia, es aumentar nuestra apuesta en la zona y sumar agentes terceros a la mesa, para aumentar nuestro poder de negociación con Perú y nuestra posición con la Haya.
Ejemplos:
• Hacer que los dueños de operaciones pesqueras de la zona pidieran créditos de largo plazo a organismos multilaterales que tengan operaciones de crédito con el Estado peruano (Banco Mundial, Banco Interamericano de Desarrollo, etc.) para financiar proyectos de preservación de biomasa y desarrollo comunitario. Estos créditos deberían haber sido “colaterizados” con los ingresos provenientes de la operación pesquera.
• Asignar una cuota de los derechos pesqueros a operadores internacionales, financiados con créditos de organismos multilaterales.
• Ejecutar operaciones de “Project Finance” con organismos multilaterales para la construcción de grandes operaciones portuarias justo en la zona de conflicto.
• Ejecutar proyectos industriales que dependan de las operaciones portuarias anteriores y estructurarlas también bajo la modalidad de “Project Finance”.
• Ejecutar inversiones conjuntas con Ecuador, en la zona de conflicto, en sendos convenios de colaboración e inversión conjunta.
• Expandir la cobertura de servicios de esta infraestructura con contratos preferenciales para los mercados peruanos cercanos a esa zona, de manera que el PIB de la zona peruana adyacente dependa de esta red de servicios.
• Contratar seguros de cobertura contra riesgos de “expropiación” con compañías internacionales con alto grado de relaciones con Perú.
• Vender parte de la producción pesquera de la zona por adelantado con contratos de “Futuros” a importantes clientes e instituciones financieras en EE.UU. y Europa que tengan altos grados de relacionamiento con inversiones en Perú.
No digo que todo esto sea factible, pero el punto es que en una eventual negociación compleja, uno debe pensar “fuera de la caja”, anticiparse a los hechos y acciones de la otra parte y aumentar las variables en la mesa para negociar.
Si todo esto fuera posible de ejecutar y se hubiera ejecutado tempranamente (cuando el conflicto estaba en etapa embrionaria), nuestra posición en este proceso habría sido mucho más favorable, ya que:
1. En un escenario altamente complejo, con muchos jugadores involucrados (operadores internacionales, organismos multilaterales, Ecuador, etc.) el “Uso y Costumbre” se torna mucho más difícil de obviar para los jueces de La Haya.
Al final del día, la Corte Internacional de Justicia también debe velar por su propia legitimidad, emitiendo fallos que sean ajustados a derecho, pero que también sean prácticos de implementar. De otra manera va a sembrar muchas situaciones del tipo “Colombia-Nicaragua”, haciendo que termine por minimizar su relevancia a nivel internacional, con el riesgo de convertirse en un “Think Tank” en vez de una Corte efectiva.
2. Si aun así, con todas estas acciones ejecutadas, La Haya fallara a favor de Perú, tendríamos una base mucho más sólida para mitigar el impacto económico que ese fallo desfavorable podría implicar para Chile. Parece ser que los derechos de pesca están debidamente resguardados por los convenios vigentes, sin embargo, un fallo favorable a Perú podría iniciar una escalada de impuestos, derechos, royalties u otras acciones onerosas para las operaciones pesqueras de la zona en conflicto, que será difícil de parar sobre la base de nuestra posición actual.
Hoy, creo que nuestra situación es débil. Esto es así porque los gobiernos chilenos han sido miopes y han minimizado el conflicto. Chile –sus gobiernos y nuestra cultura cívica– nunca se ha caracterizado por ser una nación con buenas habilidades negociadoras. Nuestra cultura es fundamentalmente “judicialista”. Tenemos una alta tasa de abogados “per cápita” y los equipos negociadores en Chile (a nivel de empresa) son usualmente compuestos por más abogados que “Gerentes”.
En resumen, faltó sentido negociador y táctico en el manejo de este conflicto. Por esa razón, somos los principales responsables de tener una baja probabilidad de ganar el fallo.
Por Marcos Prats, Country Manager de Falcon.