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Arenas saca reforma tributaria dentro del plazo político y La Moneda anota daños marginales

Arenas saca reforma tributaria dentro del plazo político y La Moneda anota daños marginales

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No podía ocultar la sonrisa, era evidente la satisfacción con la que circuló ayer el ministro de Hacienda, Alberto Arenas, por los patios de La Moneda mientras asistía a actividades oficiales y reuniones en Palacio. No era para menos, la reforma tributaria fue aprobada en general y particular por la Cámara de Diputados, sin rupturas internas en el oficialismo y cumpliendo además con el timing político que se fijó el propio gobierno de tener esta primera prueba superada antes del primer mensaje presidencial de Michelle Bachelet el 21 de mayo.

Esa necesidad no era una meta antojadiza y va más allá de que la Mandataria el próximo miércoles ante el Congreso Pleno podrá efectivamente mostrar un logro no menor en su primera cuenta pública. En el gobierno había claridad respecto a que era fundamental sacar la primera etapa de la reforma tributaria lo antes posible, para que el viento a favor del que goza La Moneda, gracias a la instalación del nuevo gobierno, fuera uno de los factores claves para asegurar la disciplina interna de la nueva Mayoría a la hora de votar.

Ayer abundaron en Palacio los abrazos y las felicitaciones. Los jefes de bancada de la Nueva Mayoría se reunieron en la tarde con los ministros de Interior, Rodrigo Peñailillo, de la Segpres, Ximena Rincón, y Arenas, quienes les agradecieron el trabajo en la Cámara, cita a la que “sorpresivamente” para los parlamentarios, se sumó la Presidenta Bachelet, quien personalmente les agradeció.

La reforma tributaria es uno de los tres ejes clave de la administración bacheletista, no sólo porque es la que asegurará el financiamiento de la próxima reforma educacional, sino que se trata del cambio más profundo en los últimos 25 años en esta área. En La Moneda saben que ello “ha hecho crujir” los sectores más conservadores de la coalición, los que están al borde de la Nueva Mayoría, que –agregaron– las presiones y el lobby han sido intensos, por lo que “no dilatar gratuitamente” el debate fue fundamental, al punto que más de uno en el oficialismo reconoce que “esto se hace en cinco meses más y se entrampa más de lo necesario, habría sido más difícil”.

Reconocen que hubo semanas complejas, donde imperó el “ruido interno” en la nueva Mayoría, que predominaron las declaraciones públicas que “ensuciaron” la unidad que el gobierno necesita para llevar la enmienda a buen puerto y no desgastar su capital político anticipadamente, cuando cuenta con los votos que se requieren. A pesar de eso, en Palacio se consideró que al final la disciplina relevante fue la señal política de los 72 votos con que se aprobó la idea de legislar el martes en el hemiciclo y los 68 con que se sacó adelante el artículo 1 –el “corazón” de la reforma– que elimina el Fondo de Utilidades Tributarias (FUT) y el alza de los impuestos a algunas empresas de un 20 a un 25%.

[cita] La reforma tributaria es uno de los tres ejes clave de la administración bacheletista, no sólo porque es la que asegurará el financiamiento de la próxima reforma educacional, sino que se trata del cambio más profundo en los últimos 25 años en esta área. En La Moneda saben que ello “ha hecho crujir” los sectores más conservadores de la coalición, los que están al borde de la Nueva Mayoría, que –agregaron– las presiones y el lobby han sido intensos, por lo que “no dilatar gratuitamente” el debate fue fundamental, al punto que más de uno en el oficialismo reconoce que “esto se hace en cinco meses más y se entrampa más de lo necesario, habría sido más difícil”.[/cita]

Eso sí, a la hora de los balances y la autocrítica, más allá de los abrazos de ayer, efectivamente se consideró que el ministro Arenas reflejó algunas debilidades, no en lo político ni lo técnico, pero sí en lo comunicacional. En el oficialismo dicen que fue sólido en la tramitación: explicó, habló, se reunió y, aunque “quebró un poco la cristalería”, hizo todo lo que debía hacer.

“Arenas no estuvo mal, al contario”, se escuchó varias veces ayer en La Moneda, aunque tanto en La Nueva Mayoría como en Palacio fue unánime que, para el par de meses que la reforma se debatirá en el Senado, debe hacer ajustes comunicacionales que no dejan de ser relevantes.

Todos coinciden en que le costaba mucho sacarse “el tono soberbio” al hablar, que eso lo perjudicó, lo que se sumó a que no contrarrestaba adecuadamente ante los emplazamientos mediáticos de la derecha. El gobierno ganó políticamente al lograr aprobar su reforma, pero reconocen –y así lo concluyó el balance palaciego– que la derecha se anotó una victoria comunicacional al sembrar dudas sobre los efectos negativos en la clase media.

El segundo tiempo

Con este balance en mano, el oficialismo se prepara para lo que será el debate en el Senado y los propios parlamentarios de la Nueva Mayoría dicen que “se va a aprobar”, que se le harán algunas mejoras al proyecto, pero que será aprobado. Eso sí, son varios los que reconocen que vendrán algunos roces fuertes, que pueden poner en choque al eje PS-PPD con la DC.

Uno de los focos de tensión, se vaticina, es el papel que cumplirá en la tramitación el senador DC –integrante de la Comisión de Hacienda–Andrés Zaldívar, quien liderará la idea de modificar los artículos de la reforma relacionados con la renta presunta y las viviendas.

“Se le va a escuchar”, recalcaron ayer, mientras se reiteraba que el gobierno se va a jugar por defender el corazón de la enmienda y que se abrirá a cambios que se propongan, bajo las mismas condiciones que en la Cámara de Diputados: compensar con otro impuesto para no afectar la recaudación final de 8 mil 200 millones de dólares que se espera obtener con la reforma tributaria.

En el oficialismo se están tomando las “medidas de resguardo” para tratar de evitar que en la Cámara Alta las diferencias en la propia coalición escalen, que se genere –agregaron algunos senadores– una imagen de “desorden innecesario”, con “menos declaraciones públicas rimbombantes y más análisis en conjunto”.

Ese fue, de hecho, el tenor de lo conversado y acordado en una reunión entre las bancadas de senadores del PS y el PPD esta semana, en paralelo a la votación de la reforma en la Cámara Baja, precisamente para coordinarse mejor para el debate que viene y evitar lo más posible –recalcaron– los intentos por debilitar la reforma.

Ello, porque entre los senadores del PS-PPD consideran que “la estrategia de los sectores conservadores es debilitar al gobierno, hacerle un gallito para evitar a toda costa la reforma educacional, y la reforma tributaria es el instrumento para dar ese golpe”, al tiempo que otros agregaron que “todos los que no se sienten parten de la Nueva Mayoría, los que están al borde, la ex Concertación, están crujiendo”.

Así se explicaron, por ejemplo, las críticas de varios ex ministros de Hacienda de la otrora Concertación, que dirigieron los dardos a la falta de diálogo del gobierno, la eliminación del FUT y los efectos que ésta pueda tener en el ahorro y la inversión.

El ex ministro DC Alejandro Foxley habló de “reivindicar la política de los acuerdos, la necesidad de tomar en cuenta a todas las personas que hay que tomar en cuenta para que se sientan parte de la solución", mientras que su par, Eduardo Aninat, ex hombre del FMI y ex Presidente de la Asociación de Isapres, precisó que “eliminar el FUT a cero, drásticamente, aunque sea a tres años, en estas circunstancias, cuando Latinoamérica se muestra algo más recesiva, cuando los commodities no van a estar de moda, es complicado, a lo menos imprudente (…). El argumento del Gobierno se da en un escenario de inversión inmutable, con crecimiento y circunstancias de acompañamiento inmutables, ¿qué hierba están fumando?”.

A ellos se sumó el ex presidenciable Andrés Velasco, quien agregó que “esta reforma–para bien o para mal, en algunos casos bien, en otros tengo mis dudas– está cambiando muchas cosas. Por lo tanto, predecir ese efecto poniéndole puntos, comas y decimales es una patudez".

En la Nueva Mayoría cayeron en su momento como piedra estas opiniones y aseguran que saben que no serán las últimas, más aún cuando la derecha los tomó de ejemplo en el debate en la Cámara de Diputados para rechazar la reforma.

“Mal que ex ministros de Hacienda sean voceros de los poderes fácticos”, reclamó un senador de la Nueva Mayoría ayer en los patios de La Moneda, mientras que otro agregó que tras ello está “la mano” del ex director de Impuestos Internos en el primer gobierno de Bachelet, Ricardo Escobar, quien –ha trascendido– en algunos círculos ha manifestado en privado su preocupación respecto a que esta reforma tiene problemas en el diseño, que podrían transformarla en un nuevo Transantiago.

Dicen que sus vínculos con el mundo empresarial provienen de su experiencia como abogado tributario, de su largo paso –llegó a ser socio– por uno de los estudios de abogados más grandes del país, Carey y Cía., y del que hoy tiene con Jorge Bofill Genzsch.

Su padre era primo hermano del ex Presidente Ricardo Lagos Escobar y que por ese vínculo, comentaron algunos senadores, habría hecho ver sus temores al senador PPD, Ricardo Lagos Weber, que es el presidente de la Comisión de Hacienda del Senado y que, por tanto, llevará las riendas del debate.

Así se explicaron algunas opiniones de Lagos Webber al principio de la semana, cuando dijo que “no soy sordo, ni ciego y sé leer y he visto preocupación en sectores respecto del impacto que pueden tener determinadas medidas” y, sobre Escobar, puntualmente agregó que “entiendo que está esa preocupación. No sé si exclusivamente en Escobar, pero hay una preocupación entre los tributaristas que en general trabajan de un lado del mesón”.

En un intento de control de daños a priori, en la Nueva Mayoría dicen que no fue menor ni gratuita la señal que dio el ex Presidente Lagos, quien esta semana salió dos veces públicamente a respaldar la reforma tributaria, lo que es un llamado tácito al orden para muchos, especialmente en el eje PS-PPD.

En el gobierno dicen que afinarán la artillería para, en el debate en el Senado, evitar el ripio, corregir los daños marginales que dejó el paso por la Cámara de Diputados. El segundo tiempo parte el 2 de junio.

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