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Alfredo Alcaíno: la caída de uno de los abogados del Olimpo

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Este verano Alfredo Alcaíno de Esteve les dijo a los abogados de su estudio que se preocuparan de buscar clientes o trabajo. No fue necesario explicarles por qué: todos sabían que los negocios de su principal cliente, Empresas Penta (el banco, las aseguradoras y la isapre Banmédica), están a la venta.

Como consejero legal histórico de los controladores, Carlos Alberto Délano y Carlos Eugenio Lavín, estuvo en las fusiones, compras y ventas. También detrás de los contratos más importantes y de la marcha de sus sociedades personales y las de los gerentes. Su estudio se encarga hasta de los detalles más mínimos, como el crédito hipotecario de un alto ejecutivo para la compra de una casa, porque así ocurre cuando un abogado es el consigliere de un grupo empresarial.

Una característica de su personalidad –describen quienes lo conocen– es ambicionar el control de todo. Él impulsó el nombramiento de Daniel Cox Donoso, socio minoritario de su estudio –hoy rebautizado Alcaíno Abogados– como fiscal del Banco Penta, donde Alcaíno es director. Cox sigue atendiendo los asuntos de los clientes de la oficina en paralelo a su trabajo en el banco.

Cuando en el pasado la administradora de fondos de inversión Las Américas, comandada por Horacio Peña, contrató los servicios de otros estudios, Alcaíno les reclamó a los dueños y a Hugo Bravo, entonces gerente general de Empresas Penta, y la filial volvió a trabajar con su oficina. Tampoco le gustó que la licitación y la construcción del Hotel Miramar la viera otro estudio.

Por esta histórica relación de confianza, Alcaíno oficia como coordinador de las defensas de Lavín y Délano. Cada movimiento, para bien o mal, de sus clientes fue decidido y aprobado por su consejero. De eso hace ya exactamente un año, porque el Caso Penta comenzó en abril de 2014 cuando Délano vio una foto en La Segunda del martillero Jorge Valdivia, sindicado como una de las piezas del caso Fraude al FUT. A partir de ese momento se desencadenó una trama humana, legal y laboral, cuyo resultado es muy negativo para Alcaíno: sus clientes están formalizados por soborno y delitos tributarios y recluidos en prisión preventiva hace más de un mes.

Esta es la evaluación que hacen destacados litigantes penales y civiles que observan una seguidilla de errores no sólo en el Caso Penta, sino también en la defensa de León Vial, multado con US$20,4 millones por la Superintendencia de Valores y Seguros (SVS) a raíz de las operaciones triangulares con Julio Ponce Lerou y sus cascadas. Dos de los tres casos –que completa SQM– más importantes y emblemáticos de la historia política y económica reciente.

“Actuó desde una plataforma de impunidad y omnipotencia”

Los cuestionamientos no apuntan al hecho de que estén en prisión, “con un juicio televisado la presión ciudadana sobre el juez de garantía y los ministros de la Corte de Apelaciones era enorme”, sino a todo lo que ocurrió antes de llegar a ese punto.

“Alcaíno actuó desde una plataforma de impunidad y omnipotencia, pensando que a sus clientes no les iba a pasar nada, porque eran empresarios dueños de un imperio económico, que estaban al margen de cualquier cuestionamiento”, apunta un reconocido litigante de la plaza. “Hizo todo lo que no debía hacer pensando desde el Chile antiguo, donde lo que importaba era quién eres, no lo que haces, ni los delitos que puedes haber cometido”, agrega.

Desde esa postura –dicen– cometió el primer “error garrafal”: haber subestimado a Hugo Bravo. “Le faltó sensibilidad para captar a este hombre, no percibió un peligro latente que podía traer consecuencias graves para sus clientes. Yo creo que hubo soberbia de su parte, se creyó más inteligente”, afirma otro litigante del mundo civil.

“Bravo era el único y gran dique de contención. Si se mantenía firme, el fiscal (Carlos) Gajardo no habría llegado hasta donde llegó. O se habría demorado dos años”, sostiene el socio de una de las principales oficinas de abogados.

Bravo era el ejecutivo de mayor confianza de Délano y Lavín. Lo suyo no era el rumbo estratégico de los negocios, sino toda la operación administrativa y contable de las empresas del grupo, donde entraban los temas más privados y delicados de Penta, como el pago de boletas políticas y los forwards falsos que simulaban pérdidas para pagar los bonos a los ejecutivos. Conocía el teje y maneje igual que Alcaíno, un abogado muy completo, experto en derecho civil, contratos, con gran conocimiento de las áreas financieras y tributarias.

Formalmente, Bravo ocupó la gerencia general de Empresas Penta entre 1995 a abril de 2010 y, tras ser reemplazado por Manuel Antonio Tocornal, cosa que resintió, pasó a ser vicepresidente del holding, director de Penta Seguros de Vida, Penta Security Seguros Generales, Penta Administradora de Fondos de Inversión y Empresas Banmédica y gerente general de Penta III hasta julio de 2014.

Pero Alcaíno –descrito como un abogado muy competitivo y que ve debajo del agua– permitió que ese ejecutivo, que dedicó su vida a Penta, se sintiera abandonado y solo. Dejó de contestarle el teléfono, no le pagó indemnización por sus 27 años de servicios, le hizo firmar el finiquito en su estudio de abogados y Bravo advirtió más tarde que había documentos predatados y otros en los que reconocía hechos que no leyó, porque estaba anímicamente mal.

“Si quería terminar una relación laboral desde el punto de vista estratégico de sus clientes debió ser en buenos términos, humanos y laborales. Jamás con una querella por amenazas en contra de Bravo. Hay que ser muy miope. No puedes hacerlo con el hombre que sabe toda tu vida, que tiene toda la información”, afirma el reconocido litigante penal. La querella –aseguran– fue visada e impulsada por Alcaíno como consejero legal, pero presentada por Harasic & López, la oficina penalista que defiende a Délano y Lavín.

Informe de Alcaíno no prevé el grave peligro que acecha

A raíz de la foto del martillero Valdivia en La Segunda, Délano habló con Bravo. Este le aseguró no tener nada que ver con el fraude al FUT, lo que no era verdad. Reconoció, eso sí, haber usado dinero de la empresa para pagarle regularmente al hombre que le hizo algunos favores personales a Délano, pero tenía prohibido el ingreso al edificio de Penta por unos cheques protestados que entregó a la aseguradora Penta Security por la venta de autos como chatarra. Cosa que tampoco era obedecida.

Esas primeras señales de peligro, al parecer, no fueron calibradas en su gravedad por Alcaíno. En un informe, fechado 23 de mayo de 2014 y dado a conocer por El Mercurio, le señala a Bravo que “hasta la fecha no existen en este proceso antecedentes en su contra (Hugo Bravo), que ni siquiera vinculen a Jorge Valdivia con los delitos tributarios investigados y los partícipes (fraude al FUT), pero mantendremos vigilancia constante para comunicar cualquier mención…”. El caso daría un vuelco el 30 de junio cuando, poco antes de morir, Valdivia entrega una declaración por escrito que vincula a Empresas Penta con funcionarios del SII inculpados por fraude al FUT, lo que permite al Fiscal de Alta Complejidad de la Fiscalía Oriente, Carlos Gajardo, iniciar una investigación de oficio.

En el expediente judicial, Bravo aporta otro elemento: no es por Alcaíno que Délano y Lavín se enteran de que él está siendo investigado por la Fiscalía, sino por Marcos Castro, el contador general de Empresas Penta, quien concurre a la Fiscalía el 9 de julio y le cuenta después a Carlos Eugenio Lavín que había una carpeta de investigación sobre Bravo.

Dos días después, el viernes 11 de julio, Lavín le pide a Bravo abandonar el holding, “siempre en buenos términos”, declaró Bravo ante el fiscal Gajardo. El lunes 14 de julio se reúne con sus empleadores en la oficina de Alcaíno. “Me dijeron que me tenía que ir, que no me preocupara de nada, que cuanto antes me fuera mejor. Carlos Délano tenía que viajar a Estados Unidos a conocer a su nieto, hijo de Tomás, que había nacido hace pocos días y suspendió dicho viaje para participar en el almuerzo que se hizo el martes 15 en el piso 16 con los altos ejecutivos de Penta”. Allí sus empleadores les informaron a los presentes que Bravo se marchaba por motivos de salud.

El 17 de julio la SVS recibe el primer hecho esencial informando la renuncia de Bravo a Penta Seguros de Vida, en una ola sucesiva que termina el 7 de agosto con su renuncia a Penta Administradora de Fondos de Inversión.

El 28 de julio hay otra reunión en la oficina de Alcaíno. “Quien había sido mi abogado en diversas causas personales (dice Bravo refiriéndose a Alcaíno) me pasó un set de documentos para que firmara y me dijo que con eso quedaba todo listo, reiterándome tanto Carlos Eugenio como Carlos Alberto que no me preocupara de ningún pago ni de ningún dinero que se me adeudara”, afirma Bravo ante el fiscal. Al revisarlos más tarde se daría cuenta que entre los documentos que firmó había algunos predatados y que en uno de ellos “pedía disculpas por haber contratado a Jorge Valdivia, cosa que jamás efectué”.

También relata que sus ex empleadores le dicen que no le pueden pagar todavía “por consejo de los abogados penalistas” y menciona a Juan Pablo Novoa, uno de los yernos de Délano.

El 29 de julio, el Servicio de Impuestos Internos denuncia a Bravo por devolución fraudulenta de $260 millones de Challico y Santa Sarella, su computador es incautado, así como la contabilidad de las 60 sociedades de papel que él manejaba.

Dos meses después quedó en evidencia el quiebre entre Bravo y Alcaíno, quien veía sus asuntos legales. El 26 de septiembre Alcaíno informó a la Corte Suprema la renuncia al patrocinio de la causa en la que defendía a Santa Sarella, la sociedad de Bravo demandada por el síndico de quiebras de Inverlink, a raíz de que recuperó $415 millones poco antes de hacerse público el fraude de Eduardo Monasterio.

La importancia de la familia política

La familia política es relevante en la trayectoria profesional de Alcaíno: sus cuñados –casados con sus hermanas Loreto y Francisca– son José Cox y Fernando Echeverría. Por el primero llegó a Sebastián Piñera, a quien atendió en algunos negocios, entre ellos, LAN y CMB. El segundo es dueño de la constructora Echeverría Izquierdo, a la que le llevó juicios como un arbitraje que terminó hace poco con el Metro.

Gracias a la recomendación de su cuñado Felipe Lamarca –hermano de Magdalena, su señora– se acercó a Délano y Lavín cuando recién partían.

Su carrera la inició, en la década del 80, en el estudio de Jaime Artaza, casado con su suegra en segundo matrimonio. Recién en la mitad de los 90, la oficina pasó a llamarse Alcaíno, Sahli, Rodríguez. Tenían poco en común, pero se mantuvieron juntos hasta hace tres años; primero partió Juan Carlos Sahli, socio del restaurante Opera Catedral, y después, Eduardo Rodríguez, quien armó su propio estudio. El edificio de oficinas que los tres acordaron levantar en Vitacura para trasladar el estudio, hoy está en manos de Alcaíno y Rodríguez.

Estudió en el Saint George, al igual que Délano, seis años mayor, y Bernardo Matte, compañero de curso, a quien le ve las sociedades ligadas al BICE. Otro ex alumno es Andrés Allamand, gran amigo que lo llevó a militar a RN cuando el partido era la suma de la UDI, Unión Nacional y el Frente del Trabajo. Es uno de los 24 miembros del Consejo Directivo del CEP, que se reúne cuatro veces al año para analizar la estrategia del centro de estudios y evaluar su posicionamiento. Es de los antiguos, de los que participa bastante, pero a la última reunión, celebrada en marzo, no asistió.

Suele repetir la frase “esta es la profesión de los detalles” y quienes han litigado contra él afirman que “si lo tienes al frente debes estar atento, porque si no te va a cortar la cabeza sin que le suba el pulso”. Usan esa figura para explicar que no perdona la más mínima distracción. Dicen que sus habilidades duras son inversamente proporcionales a las blandas –su estudio fue conocido en una época por su alta rotación– y que le cuestan los cambios. Durante años grababa sus escritos y los transcribía su secretaria, porque no le interesaba manejarse mejor con el computador.

Nunca responde el teléfono a los periodistas, tampoco a este medio, que también le envió un cuestionario por escrito. La página web de su estudio era plana, pero a fines del año pasado cambió por una de diseño ágil y moderno que incluye hasta la opinión de Chambers, el ranking de origen inglés más creíble de abogados, donde Alcaíno figura en banda 2 en la categoría de resolución de conflictos.

La nueva imagen coincide con un complejo momento profesional que sus clientes observan y ponderan. Entre ellos, están Juan Hurtado, Eduardo Fernández León y Eduardo Chadwick, aunque a ellos no los atiende en todos sus negocios como a Penta. Por eso, cuando el holding se desprenda de sus filiales el golpe en los ingresos será duro.

Bravo, en el ostracismo

En septiembre, Bravo se sentía decepcionado por la actitud de Alcaíno. Délano y Lavín, a esas alturas, habían sido denunciados por el SII a raíz de las boletas falsas de sus señoras y sus computadores personales habían sido incautados.

“Estoy preocupado por mí porque el Fello (Alcaíno) no me ha dado bola. No le contesta los llamados a mi abogado”, le comenta Bravo a Lavín cuando se reúnen en su departamento, el 7 de septiembre. Se queja porque Délano no quiere pagarle la indemnización ni las vacaciones. “Lo de los pagos, no te preocupís. Eso lo vamos a pagar todo. Yo hablé algo de eso con Fello, de cómo podemos hacerlo y algo está viendo el Fello”, lo tranquiliza Lavín. “Yo personalmente te digo que a Fello no le creo absolutamente nada porque cuando lo llamé para contarle que me estaban metiendo asesores que eran carísimos y más huevás… Porque él es el que estaba vigilando esto y él me dijo ah, no sé si tú escuchaste lo que te dijeron, haz lo que quieras”, insiste Bravo.

En esos momentos Alcaíno reparte su tiempo y energía en la defensa de León Vial en el Caso Cascadas. Y así lo advierte Lavín: “Creo que el Fello está copado con la huevá de las cascadas”, le comenta a Bravo, sin saber que esa conversación se haría pública en la demanda por despido injustificado. El ex ejecutivo lanza un comentario lapidario: “Y le fue mal también”.

Hay quienes piensan que la afirmación de Lavín tiene mucho de verdad: Alcaíno estaba desbordado por el caso de León Vial cuando tuvo que encargarse de sus mayores y más importantes clientes.

Una prueba es lo ocurrido con la audiencia de conciliación, a la cual fueron citados los abogados del estudio de Alcaíno y Vial, a raíz de la demanda por indemnización de perjuicios presentada en su contra por la AFP Provida. Ese 24 de septiembre no llegaron ni Vial ni sus abogados y el tribunal los declaró en rebeldía. Un error inexcusable, juzgan en la plaza, porque se trató de un olvido… Finalmente, se envió un oficio de Policía Internacional que acreditaba que su cliente se encontraba en el extranjero cuando le llegó una copia de la demanda de Provida a su domicilio.

Un litigante apunta a la defensa que hizo frente al superintendente de Valores, Fernando Coloma. “Alcaíno se para con una postura de ‘cómo van a multar a León Vial, que es el corazón de la Bolsa, el vicepresidente’, en circunstancias que al superintendente le da lo mismo porque lo que se reprochaban eran ciertos actos ilícitos”. Como testigos citó a hombres tan poderosos como Andrónico Luksic y Luis Enrique Yarur, quienes no concurrieron.

Algunos altos ejecutivos de LarrainVial sienten que las declaraciones de Vial perjudicaron a la corredora, que le faltó cautela, “daba la sensación que no tenía que darle explicaciones a nadie, porque no había hecho nada” y responsabilizan a Alcaíno.

Cuando le tocó asesorar a su principal cliente, Empresas Penta, diseñar la estrategia, que incluyó recomendar al estudio Harasic & López, y coordinar la defensa, Alcaíno –dicen dos litigantes– olvidó una premisa fundamental: “Cuando eres parte del problema es difícil ser parte de la solución, porque es bien impensable que no supiera lo que ocurría allí adentro”.

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