Una empresa avanza hacia la sustentabilidad cuando sus directivos entienden que son parte de la sociedad y no están para aprovecharse de ella; cuando dedican recursos a revisar sus impactos sobre el medio socioambiental y responden tratando de eliminarlos y aportando con la generación de buenas prácticas sociales, ambientales y económicas.
Hoy en día es raro no ver noticias que den cuenta de algunos de los múltiples desastres sociales o ambientales que como sociedad generamos. Pobreza, refugiados, cambio climático, contaminación por plásticos; del aire o del agua, son temas que aparecen cada vez con más frecuencia, colaborando, todas ellos, en la sensibilización de la población.
Pareciera ser que lo que algunos anunciaron hace años se está cumpliendo y nos encaminamos a un desastre mayor, tanto a nivel social como ambiental. Lo favorable de tanta noticia desalentadora es que la sociedad va poniendo el tema en valor y busca soluciones.
En este escenario, las soluciones deben venir, necesariamente, de múltiples actores: los gobiernos, las organizaciones internacionales, las familias, las comunidades y, por supuesto, de las empresas.
Hasta ahora la visión general ha sido que las empresas son las culpables de la contaminación y la sobreexplotación, olvidando, quienes afirman esto, que las empresas producen lo que los consumidores demandan. Si el consumidor adquiere un producto elaborado bajo condiciones perjudiciales, para el medio ambiente o la sociedad, está “votando” para que ese producto se siga produciendo en las mismas condiciones, muchas empresas seguirán produciéndolo así.
Esto es, desgraciadamente, casi lo normal, pero algunas empresas, las menos aún, toman otro camino, el de ser socialmente responsables.
Una empresa avanza hacia la sustentabilidad cuando sus directivos entienden que son parte de la sociedad y no están para aprovecharse de ella; cuando dedican recursos a revisar sus impactos sobre el medio socioambiental y responden tratando de eliminarlos y aportando con la generación de buenas prácticas sociales, ambientales y económicas.
Existe ya una camada de estas empresas que han decidido marcar rumbos distintos, aun cuando no tienen el reconocimiento social masivo que merecen. Por ello, la Universidad Tecnológica Metropolitana, con el patrocinio de los ministerios de Economía, Trabajo y Medio Ambiente, la Corfo, la Agencia de Sustentabilidad y Cambio Climático, y la Red Campus Sustentable, además de la colaboración de las universidades Católica de Valparaíso y de Concepción, y el auspicio de EY, han desarrollado el Premio Sustenta, el cual busca reconocer públicamente a las empresas cuyo accionar les permite ser destacadas como sustentables.
Que una empresa conozca en qué estado se encuentra en el largo camino a la sustentabilidad, es un acto que solo le traerá beneficios. Si una empresa, ya sea pequeña, mediana o grande, desea saber en qué pie se encuentra en esta materia, debería evaluarse bajo la rúbrica del Premio Sustenta, pues así podrá diseñar su plan de acción enfocado en disminuir las brechas sociales, ambientales y económicas que su accionar genera.
Si no se conoce la realidad actual, difícilmente las empresas podrán aportar a la sustentabilidad que el planeta necesita.