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Molestia de los empresarios con el Gobierno por temas ambientales obliga a Piñera a salir al rescate de la relación MERCADOS

Molestia de los empresarios con el Gobierno por temas ambientales obliga a Piñera a salir al rescate de la relación

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Natalia Saavedra Morales
Por : Natalia Saavedra Morales Editora periodística El Mostrador Mercados
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El Presidente tiene al club de empresarios molesto con el Gobierno. Por distintas fuentes había sido advertido sobre la crisis de confianza que existe en el sector empresarial por el protagonismo de los temas ambientales y la agenda COP, en desmedro de un par de proyectos que generan preocupación al empresariado, como son el de delitos ambientales y la Ley de Glaciares, que producen más que incomodidad a la gran minería y donde tienen presencia poderosos grupos económicos, por ejemplo, los Luksic. Lo que más incomoda a los empresarios es que, si bien círculos como la CPC son escuchados por el Presidente –a través de su interlocutor, Alfonso Swett–, no hay proyectos concretos en agenda que cambien la marcha económica, reconociendo, además, que el país es incapaz de detener los efectos de la guerra comercial entre China y Estados Unidos.


El horno no está para bollos. La frase es coloquial, pero describe muy bien cómo están los ánimos entre el empresariado y La Moneda. No es una teoría antojadiza, los números así lo indican, y lo dicen instituciones veneradas por la élite. El Índice Mensual de Confianza Empresarial (IMCE), elaborado por la Universidad Adolfo Ibáñez e Icare, cayó seis puntos desde septiembre del año pasado, y refuerza la sensación de pesimismo entre los dueños del capital.

La incertidumbre regulatoria y la tardanza en la aprobación de las reformas comprometidas por el Gobierno, son los aspectos que más deterioran la confianza de los privados.

Según explicó la casa de estudios, los anuncios del Gobierno no han logrado repuntar el ánimo, que el martes tuvo un empujón de energía inesperado: un sorprendente Imacec, impulsado por la actividad minera, que nadie se esperaba.

Un avance en el PIB de 3,7% –según informó el Banco Central–, que se convirtió en un bálsamo para La Moneda, que no había tenido buenas noticias en materia económica.

“Vemos una recuperación. Sin duda el Imacec de agosto es una buena noticia y confirma que Chile está en marcha”, dijo el ministro de Hacienda, Felipe Larraín, el martes.

El avance estuvo casi un punto por encima de lo que todo el mercado estimó. Y llegó en el momento justo.

Sucede en medio del reiterativo discurso de La Moneda por el cambio climático. El comentario obligado de los empresarios es que al Presidente de la República parecía preocuparle poco la temperatura interna, versus la figuración internacional. Algo que ya había dejado de manifiesto el sector conservador, que bien representan voces como la del abogado Fernando Barros, quien en la Sofofa hizo saber su desacuerdo con el protagonismo de la «agenda verde».

A nivel interno, en el Gobierno hace unas semanas que estaba encima de la mesa la necesidad de que el Mandatario tendiera puentes con los empresarios. Y era urgente.

El Jefe de Estado optó por convocar el martes a un ampliado con varios sectores. Con menos de 24 de horas de anticipación invitó a los líderes empresariales y gremios a almorzar a La Moneda.

¿La agenda? Variada. La invitación llegó realmente de sorpresa, pues algunos invitados estaban convocados, previamente, a una reunión con la ministra del Medio Ambiente, Carolina Schmidt, por asuntos relativos a la COP25, temprano en la tarde.

La convocatoria –que se remitió por correo electrónico– se hizo con la idea de conversar y de tener un espacio con otros ministros, entre ellos, el titular de Energía, Juan Carlos Jobet; el de Hacienda, Felipe Larraín; y el de Economía, Juan Andrés Fontaine.

A La Moneda arribaron el presidente de la CPC, Alfonso Swett; el timonel de la Sofofa, Bernardo Larraín; el líder de la Cámara Chilena de la Construcción, Patricio Donoso; el dirigente de la Sociedad Nacional de Agricultura, Ricardo Ariztía; el presidente de la Sonami, Diego Hernández; la cabeza de la Asociación de Bancos, José Manuel Mena; la presidenta de la Asociación Chilena de Emprendedores, Alejandra Mustakis; y el empresario Richard Von Appen.

Cercanos aseguran que Piñera fue advertido del sabor amargo que, a solo tres meses de terminar el año, está dejando su gestión empresarial entre los empresarios.

«La sensación es que da palos de ciego», dice el asesor de clientes en el sector inmobiliario, por ejemplo, uno de los cuellos de botella de la inversión.

Asimismo, Piñera ya ha sido advertido por algunos cercanos al mundo empresarial que no puede solo abocarse a la agenda de la COP, más teniendo encima un par de proyectos que vuelven a generar un cortapisas a ojos del empresariado, como son el de delitos ambientales y la Ley de Glaciares, los que generan incomodidad entre los empresarios mineros, donde tienen presencia poderosos grupos económicos, por ejemplo, los Luksic.

Una advertencia quedó deslizada tras la cita de ese día. «Esperemos que las indicaciones del Gobierno vayan en el buen sentido para tratar de tener una buena Ley de Glaciares y no una ley antiminería», recalcó el timonel de la Sonami, Diego Hernández.

Lo que más incomoda a los empresarios es que, si bien círculos como la CPC son escuchados por el Presidente –a través de su interlocutor, Alfonso Swett–, no hay proyectos concretos en agenda que cambien la marcha económica, reconociendo, además, que el país es incapaz de detener los efectos de la guerra comercial.

«Chile, con una buena estrategia en Cancillería, podría ganar mucho espacio en medio de la pelea entre Estados Unidos y China, pero el desorden del Gobierno y sus prioridades no le permiten verlo», subraya una fuente cercana a la administración.

Desde el Gobierno han intentado hacerle llegar al empresariado otro mensaje.

Reconocen que ha habido «desatención», a propósito de la cumbre de Nueva York y la próxima COP25, pero creen que leyeron mal el momento político, en relación con que no se trata de que el Gobierno no esté haciendo el trabajo, sino que tuvieron un exceso de expectativas sobre un Parlamento en el que no son mayoría.

«Eso siempre ha estado contemplado. El tema es que el Gobierno se ha enredado innecesariamente en algunos temas, como por ejemplo lo de las 40 horas, que realmente descolocó a muchos», apunta un empresario.

«En el tema de fondo, el Presidente de la República está repitiendo errores ya cometidos en su primer Gobierno, de querer estar en todos los frentes, y tomar todas las decisiones más importantes en forma directa, desautorizando y debilitando políticamente a su equipo ministerial. Esto, lejos de generar más confianza en la población en general, y particularmente en los tomadores de decisiones a nivel empresarial, genera una sensación de falta de conducción política, falta de un proyecto económico social consistente en una perspectiva de largo plazo, falta, en definitiva, de un verdadero liderazgo político», señala el informe de Gemines de septiembre.

Conocedores de la intención del Mandatario dicen que la cita tuvo dos objetivos. Uno, tomarle la temperatura a la molestia del empresariado. Así, en la reunión hablaron de la COP, Apec, la Reforma de Pensiones, crecimiento económico y uno que les preocupaba particularmente: la jornada laboral.

Sobre este último punto, Piñera hizo eco de las voces más críticas del sector privado, sabiendo que este es su punto débil con ellos. Aceptó que la CPC le aporte una serie de datos respecto a la mesa que armó el gremio con el fin de debatir sobre la Reforma Laboral.

En la cita, aseguran que el Presidente hizo una especie de mea culpa con relación a cómo se ha tratado el tema laboral, algo que tomó protagonismo en la conversación. La CPC quedó de entregar material a La Moneda en «un par de semanas».

Pero el segundo punto de la reunión, aseguran entendidos, fue mostrarse claro en que lo económico no es accesorio para Piñera. «Quería hablar de tú a tú con el presidente por el que ellos votaron», señala una fuente.

La cita duró más de dos horas y abordó someramente el tema que parece ser el único bono que en el corto plazo le queda a Jefe de Estado con el sector y por el que tiene su palabra más que empeñada: la Reforma Tributaria.

«Creo que la todas las relaciones pasan por altibajos, pero creo que siempre está la posibilidad de hablar con franqueza, de que las cosas cara a cara se pueden hablar, los argumentos se pueden sopear, pero al final el Gobierno tiene que tomar las decisiones en beneficio del país”, dijo Larraín a la salida del encuentro, reconociendo la necesidad de mayor fiato.

El mismo Swett reconoció que el tema de las 41 horas los había descolocado. «El tema de las 40 o 42 horas marcó para nosotros una diferencia como CPC y como sector empresarial respecto al Gobierno», comentó.

Camas separadas 

El Imacec del martes dio un respiro a Piñera. Y, además, fue la antesala perfecta para recibir con mejor ánimo a los comensales que llegaron a La Moneda.

La invitación que cursó el Presidente, aseguran cercanos, no fue casual. Hace rato que Piñera había hecho eco de las críticas, pese a que no había tenido espacio en la agenda para reiterarles a los empresarios su tesis: que el análisis no sea cortoplacista, que lo que él persigue, más que un rédito político inmediato, es que la derecha empalme un tercer mandato con el juego político un poco más allanado y las opciones de hacer reformas económicas que los convoquen. Paciencia, es lo que les pide.

Eso, aunque el ala de derecha más conservadora, esa que es cercana a Kast, a Pinochet, a la postura de Barros respecto al cambio climático, hace rato que tiene sobregirada la línea de crédito.

También, en La Moneda, Piñera quiso dejar de manifiesto un contraste con lo que le criticó Gemines, al invitar a sus ministros sectoriales a la cita con los empresarios. Demostrar que confía en el equipo que armó tras el cambio de gabinete, aunque los más críticos creen que las aspiraciones futuras profesionales de algunos de ellos, como Fontaine, implicarían acompañar al Mandatario «con fecha de vencimiento».

De regreso a las preocupaciones del empresariado, lo que convoca es saber qué sucederá con la Reforma Tributaria.

Varios representantes gremiales, que han participado como invitados del debate parlamentario en la Comisión de Hacienda del Senado, comentan que la sensación es que no está tan claro que vaya a ser fácil lograr la aprobación. Por ahí han desfilado todas las posturas, y algunas contrarias a que se apruebe la integración, como el exministro de Hacienda Rodrigo Valdés y el exdirector del SII, Michel Jorratr.

Lo anterior parece bastante obvio, pero no tanto para el sector privado, que pensó que el Gobierno sería un mejor negociador de acuerdos y que no se estaría, recién en octubre y con el presupuesto de por medio, debatiendo la Reforma Tributaria.

«Los más optimistas pensaron que estaría operativa a esta altura, algo que instaló el mismo Gobierno al iniciarse el año», sostiene un privado.

El juego político ha sido comentario obligado en consejos de la CPC y la Sofofa, donde a través de diversos asesores han calculado todo tipo de escenarios, incluyendo que un sector parlamentario «patee» la discusión de la Tributaria a enero, con el riesgo de no poder cumplir la que es ahora la única expectativa concreta del sector empresarial.

En un ala del empresariado incluso señalan que si la discusión parlamentaria se enreda, «mejor dejar todo como está». Eso en relación con el nivel de desconfianza que les genera el poco control de la agenda económica por parte de Piñera. Algo que, insistentemente, el Mandatario quiso revertir el martes.

El tono de la conversación, aseguran, fue cordial, y Piñera con sus ministros se mostraron llanos a escuchar. Pero de todos modos hay algo que no pueden garantizarle del todo al empresariado: en qué plazo y bajo qué condiciones será aprobada la Reforma Tributaria.

Otro error, reconocen observadores, fue tratar de calmar los ánimos intentando «garantizarla» antes de que se vote, incluyéndola como parte del presupuesto 2020. Allegados a la discusión comentan que lo anterior fue «poco ortodoxo», en cuanto a que, como los ingresos gubernamentales están creciendo poco a raíz de un menor precio del cobre, se buscan soluciones disparatadas.

Con todo, entre los empresarios, pese a que el acuerdo entre los diversos actores es a mantener el tono cordial con La Moneda, ya nadie se atreve a presupuestar cuándo podría estar aprobada la Reforma Tributaria. Algo que, en todo caso, Piñera tampoco arriesgó en la cita.

Si bien en la reunión se tocó el tema impuestos –aunque otros hablan de una «mención» más que un debate–, no se comprometieron detalles ni fechas.

Y tiene todo el sentido, pues Piñera bien sabe que no hay plazo que no se cumpla, aunque eso le cueste que la deuda siga subiendo sin parar.

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