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Soy Neoliberal ¿Y qué?

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En todos los ámbitos de nuestra sociedad observo con cada vez mayor recurrencia la utilización de “lugares comunes” para enfrentar temas complejos. Peor aún, gente que se supone preparada y experta en su área cae en estos “lugares comunes” a sabiendas que sus declaraciones son incorrectas, pero son “políticamente correctas” o lo que en este caso sería el equivalente a populares.

Esto también sucede en los temas económicos, cada vez más los economistas son más políticos y menos economistas, incluyendo a los que se presentan como técnicos.

Dicho lo anterior y tomando en cuenta que ya nadie en su sano juicio puede discutir que el satanizado modelo Neoliberal ha sido exitoso y es definitivamente el correcto (no niego que se puede aplicar mejor, en especial el rol esencial del Estado en este modelo, disminuir las asimetrías en las posiciones de los distintos actores en el Mercado), sucede que hoy en día no solo la izquierda, que lo administró durante 20 años, sino también en algunas oportunidades la derecha, atacan el modelo la mayoría de las veces sin argumentos de peso.

Emerge el peligro: ¿Qué le queda al chileno “común” (al no educado en economía), si los supuestamente expertos atacan cada vez que les beneficia al modelo imperante? Son estos mismos economistas que en conjunto con los políticos, cada vez más similares entre sí,  han dicho que los actuales movimientos sociales son un síntoma del desarrollo que hemos alcanzado, desarrollo que nos ha entregado el modelo Neoliberal.

La pregunta que quiero dejar planteada es: si los que administran el modelo y los supuestamente expertos, lo desprestigian cada vez que les es útil, recurriendo a las declaraciones “políticamente correctas”, por otro lado al chileno común, que como resultado de este modelo cada vez exige más, se le está diciendo que este no es necesariamente el modelo para saciar sus crecientes necesidades. ¿Qué sucederá con nuestra tan querida estabilidad social los próximos años?

Yo tengo mi diagnóstico, si los líderes de opinión, políticos, economistas y otros no asumen la responsabilidad que les ha otorgado la sociedad al colocarlos en este posición de privilegio, al modelo no le pasará nada mayor que recibir algún maquillaje. Pero la polarización que nuestra sociedad puede llegar a alcanzar tomaría tintes cada vez más riesgosos para su estabilidad.

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