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No más cuotas político-partidistas estrictas en órganos colegiados

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Desde hace más de 25 años, salvo contadas excepciones, se mantiene un cuoteo político escalonado en la designación de los consejeros del Banco Central. Cada partido político de derecha e izquierda "exige" una posición en el consejo. Tanto es así, que cada Ministro de Hacienda intenta tener un Presidente de su coalición política como si aquello fuera requisito para que el accionar del organismo autónomo este alineado con el del Gobierno. Este cuoteo político no es parte de la Ley Orgánica del Banco Central sino una asentada práctica.

Detengámonos en la exigencia que realiza cada partido político por tener un economista de su facción en el Consejo. Una primera eventual razón estaría en que se requiere una representatividad del amplio espectro político similar a la observada en la sociedad. Válida argumentación que probablemente se tuvo en la primera conformación del Consejo del Instituto Emisor como organismo autónomo siguiendo a la Reserva Federal donde es requisito, según el acta de congreso de 1913 y sus sucesivas modificaciones, que los miembros del consejo tengan una justa representación de los intereses financieros, agrícolas, comerciales y geográficos del país.

Sin embargo, hoy los partidos políticos están lejos de representar la diversidad y, más importante, la esperada probidad de la sociedad chilena. El desprestigio de la política y los políticos en parte es producto de cierta indolencia de los partidos de renovar instituciones, propuestas y prácticas políticas que permeen en mayor democratización interna. Dar oportunidades a nuevos liderazgos y relacionarse mejor con una ciudadanía que encara renovados desafíos en un mundo globalizado.

Hoy la suma de todos los partidos goza de una identificación partidaria de menos del 40%, lo que dista enormemente de lo observado al momento de la conformación del primer consejo del Banco Central, donde las facciones estaban claramente delimitadas y gozaban en su conjunto de alta representatividad.

Más aún, la fragmentación política hace inviable satisfacerla de manera estricta con los 5 cupos de consejeros si incorporamos la consecuencia de la reciente reforma electoral. Se abre una enorme oportunidad para separar la política partidista estricta en la conformación de órganos colegiados y/o autónomos, entre ellos el Banco Central y otros por venir. La actual fragilidad y fragmentación junto a la falta de legitimidad que ha penetrado a la política chilena no debería permear a otros órganos del Estado.

La segunda razón para tener una representatividad tan flagrante del cuoteo político en el Banco Central podría estar en que economistas de partidos políticos tendrían que ser recompensados por su trabajo partidista, siendo un "botín" el cargo de consejero. Si esa es la razón que es ponderada por los partidos políticos, es mucho más sano y transparente dejarles cargos políticos en el Gobierno y no en una institución que debemos continuar cuidando al ser aún considerada uno de los estamentos del Estado más respetados por la ciudadanía.

Esta última evaluación puede cambiar si permea al Banco Central la "mala onda" que tiene la ciudadanía hacia los políticos, al percibirse una incidencia de éstos mayor a la necesaria para el adecuado cumplimiento de las funciones encomendadas en la ley.

La eventual tercera razón es aún más compleja para el gobierno corporativo del Banco Central y residiría en que cada partido desearía tener un consejero no sólo para premiarlo y respetar cuoteos político-sociales, sino también (o solamente) para recibir información privilegiada. El solo hecho de poder extraer esta consecuencia de la manera en que se nombran los consejeros de un organismo autónomo es devastadora y requiere consideración por parte de los partidos políticos y Gobierno.

Con todo, hoy es difícil justificar un nombramiento político-partidista estricto en el Banco Central o en cualquier otro órgano colegiado que se quiera colocar en la cúspide de la credibilidad de la nueva sociedad chilena.

Propuestas

Terminar con el cuoteo político en la conformación del Consejo del Banco Central. Siendo aquello un objetivo primario, la transición debería considerar lo difícil que puede ser lograrla de manera drástica ante una cultura partidista que lleva más de 25 años. Entonces, el camino hacia un mejor Gobierno Corporativo podría partir evitando nombramientos por partido político específico, como parece ser el caso para la próxima renovación a fin de este año. Aquello exigiría esfuerzos en los partidos por privilegiar la legitimidad de largo plazo de las instituciones del Estado.

Evitar también el cuoteo político partidista estricto en la conformación de la Comisión de Valores y Seguros o cualquier otro órgano colegiado y autónomo que pueda formarse en el futuro.

Jorge Selaive
Economista

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