
Cauce feminista que da vida
Desde una mirada Eco feminista somos -de una u otra forma- la resistencia de los territorios donde convergen problemáticas medioambientales, comunitarias y de gestión gubernamental sin precedentes, como la falta de agua para las comunidades. Los daños que padecemos los territorios se deben a fisuras de voluntad política por la forma en que toman las decisiones.
El agua se ha considerado desde siempre un derecho natural (Shiva, 2004). Un derecho que se deriva de la naturaleza humana, las condiciones históricas, las necesidades fundamentales y la idea de justicia. Los derechos humanos al agua como derechos naturales no surgen con el Estado, el agua puede usarse y no poseerse. Desde esta perspectiva las comunidades tenemos derecho a la vida y al agua que la sustenta; así la necesidad de agua para vivir es la razón de nuestro Ecofeminismo.
El Ecofeminismo es una Ecoresistencia, desde un quehacer cotidiano donde se entrecruzan distintos modos de vivir y realidades, pero que al mismo tiempo se reconoce diverso, pero su eje central es el reconocimiento de las semejanzas entre el daño extractivista en los territorios, al del patriarcado en nuestros cuerpos.
[cita tipo=»destaque»] Nuestra lucha no es local, el pañuelo verde es el símbolo Latinoamericano del feminismo, el cual traspasó fronteras geográficas y generacionales, y nos ha unido con objetivos que van más allá de la paridad o cuotas de género [/cita]
En nuestro territorio no hay agua para la comunidad, la han acaparado unos pocos que no la quieren para sobrevivir, sino que la usan para sus actividades económicas: el monocultivo. Hoy nos enfrentamos a los acaparadores y acumuladores del agua, que actúan bajo el velo institucional del estado y su diverso entramado que no ha hecho otra cosa que trabajar para ellos, el mismo empresariado al que le subsidian todo con fondos estatales.
Es por ello que desde una mirada territorial sabemos que debemos cambiar la naturaleza jurídica del agua, para que sea un bien natural de todas y todos, erradicar de manera definitiva la separación del agua y la tierra para de una vez por todas nuestros ríos vuelvan a correr, y nunca más detengan nuestro cause de lucha, resistencia y dignidad. Reconocer la función social y ecológica del agua nos conduce a un uso equitativo y sostenible.
Nuestra lucha no es local, el pañuelo verde es el símbolo Latinoamericano del feminismo, el cual traspasó fronteras geográficas y generacionales, y nos ha unido con objetivos que van más allá de la paridad o cuotas de género (que también es importante), los cuales son que como mujeres estemos unidas para poner fin al extractivismo económico que nos oprime política, física y económicamente.
Desde Petorca, donde las mujeres lloramos lágrimas secas de indignación hacemos un llamado a la unidad feminista, al fortalecimiento de la sororidad entre pares, ya que sin agua, sin bosques, ni salares no habrá feminismo que nos saque de las desigualdades en que vivimos.
Por el agua que nos deben, la huelga feminista ¡Va!
- El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
- El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.