Es un secreto a voces que Ricardo Escobar y Alberto Arenas no se llevan bien. Pero esta “enemistad” entre el abogado tributario y el ministro de Hacienda no nació durante el debate de la Reforma Tributaria, sino que viene de mucho antes y se cristalizó durante la primera administración de Michelle Bachelet.
Por doctrina dicen que Arenas mira con recelo que un director del Servicio de Impuestos Internos (SII) provenga del sector privado. Escobar venía justamente de ese mundo, pues, antes de ser designado director del SII, era socio de uno de los estudios de abogados más importantes del país, Carey y Cía.
Cuando Michel Jorrat, el actual director del SII, salió del servicio en 2007 porque Escobar no lo promovió a la subdirección de Estudios, que era su ascenso natural, Arenas se lo llevó a la Dirección de Presupuestos (Dipres) que él dirigía.
Pero la “mala onda” se hizo evidente en el verano de 2010. Escobar venía trabajando en la modernización del SII, proyecto que fue consensuado por los funcionarios de la entidad. Sin embargo, Arenas le quitó el piso al trabajo que había desarrollado en los últimos cuatro años, es decir, no le dio lo que pedía.
La pelea fue de proporciones y trascendió a los medios de prensa. Escobar declaró en enero de 2010 a La Tercera que “la relación con la Dipres es muy difícil, porque uno conversa con gente que mira el mundo en 365 días, y cualquier cosa que supera ese período genera problemas”.
Pero no se quedó allí. Dijo además que la Dipres “no tiene la capacidad técnica para poder mirar a largo plazo y, sin embargo, son los encargados de autorizar los recursos. Esta es una gran contradicción”.
Arenas le respondió por el mismo diario y en su estilo dijo: “Trabajar en la Dipres no es para recibir elogios. Los que hemos trabajado acá estamos acostumbrados a las críticas. Nos criticaron cuando ahorramos, nos criticaron cuando gastamos. Yo me quedo con que esta es una institución seria, que ha profundizado la transparencia fiscal, y que es largamente reconocida no sólo en Chile”.
Declaraciones de personeros que pocas veces se han visto, hecho llamativo si se piensa que eran funcionarios de un mismo gobierno y que convivían a pocos metros, bajo el alero de Andrés Velasco como ministro de Hacienda.
Cuando salieron del gobierno, ambos funcionarios tomaron rumbos distintos. Escobar ingresó por un tiempo a la auditora EY y luego se asoció con el abogado Jorge Bofill. En lo político, optó por apoyar la candidatura de Andrés Velasco. Arenas se fue a la Facultad de Economía y Negocios de la Universidad de Chile y ocupó el directorio de Canal 13 hasta 2013. Renunció a este puesto cuando se incorporó al comando de Bachelet para hacerse cargo de la elaboración del programa.
Entonces, cuando la Confederación de la Producción y del Comercio (CPC) nombró a Escobar como su coordinador para la Reforma Tributaria, quienes sabían de su vieja pugna entendieron que, por muy capaz que fuera este abogado en lo técnico, difícilmente lograría la confianza del ministro. Los que tratan de ver bajo el agua indican que la designación de Escobar no apuntaba a ganarse la buena voluntad de Arenas, sino a tener una entrada con el presidente de la Comisión de Hacienda del Senado, Ricardo Lagos Weber, con quien tendría una buena relación.
Finalmente, en el gobierno dicen que fue más fácil entenderse con la Sofofa, liderada por Hermann Von Mülehnbrock, porque tras el ingreso de Rafael Guilisasti (que apoyaba a Velasco) y Carlos Hurtado, las señales de que se quería la paz fueron claras.