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Alfredo Castro denuncia la «podredumbre espiritual» que causan las teleseries

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«Por suerte, finalmente, (dejé las teleseries). Se pudre uno. Es una podredumbre humana, espiritual, porque es un trabajo muy miserable. Perdón que lo diga. Me he ganado la vida ahí, pero realmente llega un punto en que uno dice que ya no puede más», explica el actor, quien el pasado marzo anunció su renuncia a las teleseries tras participar en «La Doña».


A pesar de que han pasado meses desde que anunciara su marcha de la televisión, el actor chileno Alfredo Castro mantiene aún el sabor amargo que le dejaron tantos años de trabajo en teleseries, un mundo que, según él, produce una «podredumbre humana y espiritual».

En una entrevista hoy con Efe en Venecia, donde el sábado presentó la película ítalofrancesa «È stato il figlio», que compite en la sección oficial de «la Mostra» del cine, Castro no descarta, sin embargo, su vuelta a la televisión en un futuro, siempre por exigencias económicas.

«Por suerte, finalmente, (dejé las teleseries). Se pudre uno. Es una podredumbre humana, espiritual, porque es un trabajo muy miserable. Perdón que lo diga. Me he ganado la vida ahí, pero realmente llega un punto en que uno dice que ya no puede más», explica el actor, quien el pasado marzo anunció su renuncia a las teleseries tras participar en «La Doña».

«El tratamiento de los temas es tan miserable, tan bastardo, que hay un punto en que no se puede más. Yo me enfermé con la televisión. Me enfermé físicamente. Llegó un punto en que ya no podía más. Entonces hice un esfuerzo económico, porque uno vive de eso, y estoy intentando vivir de lo que hago ahora, de lo que me corresponde vivir», añade.

En la actualidad, Castro está volcado en el teatro y en el cine, en el que ha trabajado, sobre todo, con el cineasta chileno Pablo Larraín, pero reconoce que en un futuro, quizá, se tenga que comer sus palabras y regresar a la televisión si las cosas no le marchan bien en esos dos ámbitos.

«Cada vez que me preguntan, yo digo: ‘bueno, me comeré la boca, pero volveré de nuevo a estar en televisión’, porque realmente puede ser que mi teatro entre en crisis, que no vaya público y que no haya apoyo del Estado, que no tenga películas que hacer. Y entonces tendré que volver a la televisión. Es así la vida», apunta.

Por el momento, Castro promociona en el 69 Festival Internacional de Cine de Venecia «È stato il figlio», película dirigida por el italiano Daniele Ciprì que opta al León de Oro y que protagoniza con un personaje marginal de un barrio humilde de Sicilia que narra en tercera persona la tragedia de su juventud, con dos asesinatos fortuitos en su familia.

El actor chileno no se plantea que esta película pueda suponer su salto al cine europeo, pues, por el momento, solo ha participado en este proyecto atraído por el guión de una historia de marginalidad muy particular del sur de Italia, que él considera, sin embargo, que también puede ser extrapolable a Chile.

«Si la temática de la película es muy del sur de Italia, quiere decir que el sur de Italia entonces es Chile. Realmente es una temática que puede suceder en Chile. Sentí que la historia era completamente chilena, no sentí que fuera una historia particularmente europea o siciliana. Dije: ‘esto ahora en Chile puede suceder perfectamente bien’. De hecho, sucede», comenta.

«En el norte de Chile, donde el tráfico de drogas con Bolivia y Perú es tremendo, vas a una población donde vive la gente de un modo muy pobre, muy miserable, pero ves que tienen un auto cuatro por cuatro blindado fuera. Y no es una casa, son poblaciones que con la droga en vez de comprarse una casa compran un auto enorme», añade.

La historia de «È stato il figlio», que gira en torno a una familia con falta de perspectivas de futuro, no ha sido en ningún momento algo ajeno para Castro, el único actor extranjero de un filme rodado en dialecto siciliano.

El actor chileno se convierte a sus 56 años en el narrador de esta tragicomedia casi con un completo monólogo para el que ha utilizado mucho de su experiencia teatral.

«Tengo un teatro en Chile, un teatro pequeño, que es un centro de investigación teatral y yo, durante 25 años, me he dedicado a investigar sobre ciertos temas relativos a la interpretación y, sobre todo, a la dramaturgia. He trabajado mucho sobre el tema de la locura y la marginalidad dentro del mundo chileno», explica Castro.

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