En 2011, Anonymous Chile se dio a conocer con su Operación MalEducados en apoyo al movimiento estudiantil. Después de eso la agrupación ha hecho suyas prácticamente todas las demandas sociales que han emergido en el último tiempo ¿El motivo? Detrás de Anonymous hay cientos, o incluso miles, de chilenos corrientes, con intereses reales, familias comunes y vidas como las de cualquier otro ciudadano. Por primera vez, dos de ellos hablan de cómo y qué los mueve a formar parte de esto.
Hay quienes se imaginan que Anonymous Chile es como una pandilla de cibernautas que sabe mucho de computación, redes y tecnología, que se la pasan botando sitios, hackeando cuentas de usuarios de los más variados servicios y registrando sus proezas en foros previamente concertados. Hay otros que piensan que los miembros de este ciberorganismo se conocen, entablan amistades, se coordinan para actuar u obedecen instrucciones de los integrantes líderes que llevan más tiempo en esto. También existen aquellos que creen que Anonymous en sí es un propósito, una causa. Pero la mayoría de estas especulaciones distan mucho de la realidad. Los adherentes de Anonymous son miles, están alrededor de todo el mundo y no tienen idea de qué es lo que traman o defienden muchos de sus pares. Para la mayoría esto es sólo una forma de decir que están presentes y que tienen una opinión, como salir a marchar a las calles o como votar en las elecciones. Lo cierto es que Anonymous en sí no es una consigna, sino algo mucho más amplio que eso.
Camilo, que en realidad no se llama Camilo, llega puntual a las 11:30 a la cafetería en Santiago centro donde acordamos que nos reuniríamos. Confieso que en algún momento temí por que no llegara. Me saluda muy cordial y se sienta frente a mí con una sonrisa amable. Tiene aproximadamente 30 años, el pelo castaño largo y amarrado, y los ojos pequeños. Lleva un chaleco a rayas y un chaquetón oscuro. Parece un tipo común y corriente, carente de excentricidades. Cuando aparece el mesero para tomar nuestra orden, Camilo pide una taza de café puro, nada más.
A finales de 2010, cuando Julian Assange, el fundador de la organización Wikileaks —cuyo objetivo es filtrar documentos de interés público manteniendo el anonimato de sus fuentes—, se encontraba detenido en Londres, Anonymous —que por aquel entonces aún no sonaba mucho en Chile— decidió respaldar públicamente la causa de la entidad y declarar la guerra a la censura en Internet. Para eso se llevaron a cabo varias acciones contra los sitios de los bancos que, ante el escándalo de la filtración de datos, habían cerrado las cuentas de la organización así como las de su líder. Fue en aquellos días que Camilo escuchó hablar por primera vez sobre estos enmascarados del ciberespacio.
Meses después de eso, Anonymous se hizo sentir en nuestro país llevando a cabo una acción en línea mejor conocida como la «Operación MalEducados», en señal de apoyo al movimiento estudiantil que comenzaba a tomarse las calles de las principales ciudades chilenas. Entonces, Camilo llevaba un tiempo ya actuando en nombre de Anonymous Chile. “Me dediqué a buscar información sobre todas las empresas de servicios básicos, electricidad, agua y combustible. Descubrí cómo funcionan los sistemas de distribución de combustible a través de Chile, los sistemas eléctricos, de agua, etc. Eso te ayuda en la ciberguerra porque si tú atacas un país, saber cómo funcionan los sistemas eléctricos, te permite botarlo entero”, explica.
“Al principio yo quise buscar ese tipo de información porque, pensando desde mi idealismo, una forma de protestar es siempre detener un servicio. No modificar sitios”, asegura hoy. Y es que según algunos de sus miembros, formar parte de Anonymous no es sólo dedicarse a hackear páginas web. De hecho, hay quienes ni siquiera se dedican a eso sino que, por el contrario, prefieren los ataques más especializados y de mayor impacto. Por ejemplo, en febrero de 2013, los datos personales —nombres, números telefónicos, celulares, correos, etc.— de cuatro mil banqueros estadounidenses, incluidos presidentes, vicepresidentes y gerentes de sucursales, fueron publicados por miembros de Anonymous como forma de protesta contra el gobierno norteamericano para exigir una reforma a la ley actual de delitos informáticos.
“Todos pueden apoyar la causa y eso está súper bien. Hay otras personas que pueden desarrollar otro tipo de ataques y hay personas más especializadas que van a hacer ataques más específicos”, asegura Camilo. Y todos se aglomeran bajo el paraguas de Anonymous. “La idea es eso, meterlo todo ahí para que tome fuerza. Si mi grupo se llama ‘Los Cafeteros’, nadie nos va a conocer. Si lo hacemos en nombre de Anonymous, tiene más impacto”, explica. Pero el que algunos actúen de forma grupal o más organizada, no significa que haya lugar para caudillismos o membrecías. “Quizás un grupo de amigos se hizo la cuenta de Twitter o mantiene un foro. Eso no significa que ellos sean Anonymous. Anonymous es un movimiento, más que un grupo”, enfatiza el hacker chileno, ahora ya no sonriendo sino que muy serio.
Según quienes se mueven en este mundo, basta con que una persona sienta mucha curiosidad por saber cómo funciona algo para que se convierta en un hacker. Ese es el gatillo, el punto de partida, la primera chispa. “Si tú sabes cómo funciona algo, lo vas a descubrir. Si sabes cómo funciona lo puedes usar de la forma que tú quieras. El hacker es curioso y autodidacta. Esto no te lo enseñan en la universidad, en ninguna parte”, asegura Camilo, quien estudió la carrera de Redes.
La Unicri (Instituto Interregional de las Naciones Unidas para Investigaciones sobre la Delincuencia y la Justicia, en español), organismo cuyo rubro se ha ampliado en el último tiempo hacia los terrenos del ciberespacio, utiliza una estructura según la cual existen ocho tipos de hackers. Entre los amateurs, están los Wanna be lamer, aspirantes con habilidades técnicas poco desarrolladas, y los Script Kiddle, que son usuarios que utilizan programas y scripts desarrollados por otros para sus ataques. Más arriba, en la categoría de aficionados se ubican los Crackers, los Ethical Hackers, y los Quiet Paranoid Skilled Hackers. Los primeros actúan con fines dañinos o para lograr reconocimiento mientras los segundos buscan detectar fallas en los sistemas de seguridad para luego notificarlos y que estos sean perfeccionados. Los terceros son quienes hackean por diversión o por superación personal, son muy desconfiados y ante la primera señal de que podrían estar siendo rastreados, desaparecen rápidamente. Por último, en el nivel de los profesionales, se encuentran los Cyber Warrior, quienes realizan ataques específicos de alto impacto y muchas veces son remunerados por ello; los Industrial Spy, que realizan espionaje a la competencia de una empresa que los financia; los Government Agent, que llevan a cabo las solicitudes de ataques que los gobiernos les hacen; y los Military Hackers, que trabajan para el ejército.
Camilo dice que en Anonymous colaboran miembros cuyos perfiles coinciden con todas estas categorías. Sin embargo la mayoría, y sobre todo quienes participan en los ataques más masivos y difundidos por la prensa, corresponden a los primeros grupos. Él, por su parte, afirma ser un Cyber Warrior. Entonces, la pregunta obvia entonces es: ¿por qué teniendo tremendas habilidades y herramientas no dedicarse a crackear cuentas bancarias y ganar mucho dinero?
Zero es otro hacker chileno que colabora bajo el nombre de Anonymous. También tiene, según me dice, alrededor de treinta años, es ingeniero informático y estudia medicina. Si bien no accede a juntarse conmigo en persona —por temor a que lo identifique la Policía de Investigaciones—, sí acepta conversar, en reiteradas ocasiones, vía un canal de chat. Así, aunque esté al otro lado de la pantalla y no pueda ver su cara, si sonríe o se molesta con las preguntas que le hago, me parece que poco a poco se va soltando y sacando su faceta amable de buen conversador. “Esto es igual que ir a una protesta”, me explica. “Puedes llevar a cabo operaciones donde muchos participan correctamente, otros lo hacen para marcar presencia hackeando sitios sin razón. Es lo que ocurre en una marcha, no puedes controlar a los encapuchados”.
Un día después de que contacté a Zero por primera vez, me dejó un mensaje contándome que en un canal de televisión había visto una nota periodística donde lo nombraban a él como el líder de Anonymous, cosa que desmiente tajantemente. “Nadie es líder de nada”, asegura. Sin embargo, este no es su primer roce con la televisión. Me cuenta que le han ofrecido dinero para que participe como invitado, a rostro cubierto, en un programa de conversaciones nocturnas. Dijo que no porque “sería traicionar mis principios, pasa a llevar la ideología general de Anonymous”.
En la mayoría de los casos, las acciones de Anonymous están dirigidas a llamar la atención de la gente, la prensa y las entidades atacadas, sin generar un daño demasiado letal. Hay algunos que eligen este camino por un tema de “principios”, como ellos mismos lo llaman. “Pasas a tener habilidades que te permiten llegar más profundo. Entonces ahí se aplica la ética de la persona, cómo te criaste, cuáles son tus principios. Yo jamás hice daño, sí pude entrar hasta lo más profundo de personas, empresas, privados, financieros. Pero siempre con el interés de aprender más”, explica Camilo, mientras da un sorbo a su café y me advierte que pronto tendrá que irse o llegará tarde a una reunión laboral.
Zero es otro que defiende la misma idea. “Uso la ética profesional. Teniendo conocimientos, herramientas para estafar o lucrar con esto, no lo hago porque tengo valores. Así de simple”, asegura.
En Chile, uno de los ataques más bullados de Anonymous fue la famosa “operación MalEducados”. La acción fue anunciada en julio de 2011, a poco de haber explotado las primeras convocatorias masivas de los estudiantes en las calles. El movimiento estudiantil comenzaba a adquirir cada vez mayor notoriedad tanto para la prensa como en las conversaciones de sobremesa de miles de hogares chilenos. Al mismo tiempo, en Youtube varios videos empezaron a circular en los que aparecía el clásico enmascarado sonriente, vestido de traje y afirmando que “Anonymous defenderá el conocimiento y no permitirá que por el nutre de unos pocos, un pueblo completo quede sumido en la ignorancia”. La grabación lanzaba duros dardos contra el gobierno, las empresas privadas y en particular contra el entonces ministro de Educación —hoy titular de la cartera de Desarrollo Social—, Joaquín Lavín, y sus vínculos con la Universidad del Desarrollo.
Sin embargo, en el resto del mundo y especialmente en Europa hacía rato ya que el grupo de hacktivistas había comenzado a meter ruido. En 2008, Anonymous ganó gran notoriedad con el llamado Proyecto Chanology, en protesta contra la Iglesia de la Cientología. Hay quienes dicen que lo que desató la guerra fue un video donde el actor norteamericano Tom Cruise hablaba sobre sus vínculos con esta filosofía, el cual fue retirado por YouTube luego de que la entidad religiosa lo solicitara. Otros aseguran que el archivo de la discordia fue en realidad un film del director Brett Hanover llamado “The Bridge” (“El Puente”) donde se narra la historia de un padre que intenta sacar a su hija de la influencia de la iglesia y cuenta de paso cómo es el proceso espiritual por el que deben pasar los cientólogos para evolucionar en su fe.
Sea cual sea el caso, el Proyecto Chanology terminó desencadenando decenas de manifestaciones en países como Nueva Zelanda, Australia, Alemania, Inglaterra, Canadá y Estados Unidos en pos de la libertad de expresión en Internet. En todas ellas, los manifestantes llevaron máscaras como la que usa el protagonista del film “V, de Vendetta” (2005), el cual a su vez está inspirado en el histórico conspirador revolucionario Guido Fawkes, quien buscaba echar abajo, literalmente, todo el Parlamento británico.
En Chile, Anonymous ha respaldado gran parte de las demandas sociales relevantes que han generado algún grado de debate público: el movimiento estudiantil, las centrales hidroeléctricas HidroAysén y Alto Maipo, la obstaculización de la Ley Hinzpeter, la lucha del pueblo mapuche, en protesta por la vigilancia del gobierno de lo que se discute en la red y hasta contra el actuar de Carabineros en las marchas y movilizaciones. “Está mal pelado el chancho en nuestro país. La política es linda, los políticos no. Van veinte años de los mismos rostros. Hay que abrir las ventanas y limpiar el aire a gladiolos que hay. Se necesita gente nueva, joven y con ideas firmes”, asegura Zero. Por lo mismo, tanto él como Camilo están decididos a votar en las próximas elecciones presidenciales; coincidentemente, ambos por el independiente Franco Parisi, debido en parte a las propuestas económicas que tiene para el país.*(ver Nota de la Redacción)
A otros como a la ex vocera de la Confech y dirigente estudiantil, y actual candidata a diputada por el Partido Comunista, Camila Vallejo, no se la compran demasiado. “A Camila no le creo, vendió la pomada colgándose del movimiento estudiantil y ¿ahora qué es? Es candidata a diputada. Eso es colgarse”, dice tajante Zero.
Pero además del aumento masivo de demandas sociales que Chile ha experimentado durante los últimos tres años, hay otro factor que hace de nuestro país un caldo de cultivo para la proliferación de los hackers: la escasa legislación existente para los delitos informáticos. La ley de por sí, cuya aprobación data de 1993, consta de apenas cuatro artículos. En cada uno de los casos, el factor de la intencionalidad o los ánimos con que se cometió el delito son cruciales. Un ejemplo: en el Artículo 3 dice que “el que maliciosamente altere, dañe o destruya los datos contenidos en un sistema de tratamiento de información, será castigado con presidio menor en su grado medio”. Entonces, “mientras le digas al juez que no actuaste ‘maliciosamente’ está bien. Eso queda a criterio del juez… Pero la verdad es que las penas son mínimas y nadie va a la cárcel por eso. No es lo mismo alguien que es ‘lanza’ en el centro haciendo daño a alguien que cambió una web que ni a la empresa le importa si está arriba o no”, asegura Camilo, agregando que cuando realmente se toma en serio un caso de delitos informáticos es cuando hay un fraude de por medio o una denuncia de pedofilia.
Con todo, aunque la legislación en Chile sea débil y las penas sean blandas, el hacker también está acostumbrado a poner de su parte y mantener en total hermetismo, incluso ante familia y amigos, lo que hace cuando está conectado a Internet. “Tienes que protegerte mucho si es que vas a entrar a este mundo. Lo que yo hago en mi intimidad, jamás tienes que comentarlo con nadie. Ellos pueden imaginar, sabiendo las habilidades que manejas, que puedes hacer muchas cosas. Pero nunca saber qué es lo que haces, ni siquiera tu mejor amigo”, afirma Camilo.
Así, con hermetismo incluido, los hackers se las arreglan para encontrarse. Este año en Chile se realizará el tercer encuentro “8.8 Computer Security Conference”, en donde participan ciberactivistas de todo el mundo. En 2012, llegaron más de 700 personas a un evento donde, a la luz del día, todos son buenos, pero en el ciberespacio tal vez no tanto. Es muy probable que sean varios los miembros de Anonymous que lleguen a este lugar.
*Nota de la Redacción:
En el primer párrafo del subtítulo «Chile: paraíso de hackers» se cometió un error respecto a una información, donde se menciona que ambos entrevistados, Camilo y Zero, votarán en las próximas elecciones presidenciales por el candidato independiente Franco Parisi. En el caso de Zero, se precisa que éste dijo sobre Parisi que «me gusta su postura en la economía por nuestro país» pero aclaró que no votará por él.