Si se vendieran todas las acciones de cada compañía de los Estados Unidos y se usara el dinero para comprar todas las fábricas, máquinas e inventarios, sobraría algo de dinero. Esa es, en resumen, la matemática que subyace en la posición bajista respecto de las acciones, que sostiene que los precios han desbordado la realidad.
El concepto está representado en una medición conocida como ratio Q que desarrolló James Tobin, un economista de la Universidad de Yale ganador del Nobel que murió en 2002. Según la Q de Tobin, las acciones de los Estados Unidos están valuadas alrededor de 10 por ciento por encima del costo de reemplazar sus activos subyacentes, más que en cualquier otro momento excepto durante la burbuja de Internet y el pico de 1929.
Wall Street desempolva las herramientas de valuación conforme los inversores evalúan la capacidad de mantenerse del mercado alcista, que es ahora el segundo más prolongado en 60 años. Para Andrew Smithers, ex director del brazo de inversión de SG Warburg, el ratio Q es un indicador cuyo momento ha llegado porque ilumina las distorsiones producto de la flexibilización cuantitativa, QE por la sigla en inglés:
“La QE es una política muy peligrosa, en mi opinión, porque ha hecho subir los precios de los activos, y la historia nos demuestra que los precios elevados de los activos son algo muy peligroso”, dijo en entrevista telefónica Smithers, que tiene 77 años y es el fundador de Smithers Co. en Londres. “Mediciones confiables indican que estamos ante un mercado bursátil que está aproximadamente un 80 por ciento sobrevaluado”.
Opiniones diferentes
La aceptación de la teoría de Tobin es, en el mejor de los casos, despareja, ya que inversores como Laszlo Birinyi dice que el ratio es inútil como indicio porque nos habría mantenido alejados de un mercado alcista que ha incorporado US$17 billones al valor de las acciones. Otros consideran que no tiene mucho sentido en una economía cuya dependencia de la manufactura ya no es como en el pasado.
Para Smithers, la duplicación del ratio desde 2009 –a 1,10- es un síntoma de que las compañías desvían dinero de sus empresas hacia el mercado bursátil y prefieren las recompras y no el gasto de capital. Seis años de tasas de interés de cero por ciento también han llevado a los inversores hacia opciones de mayor riesgo como las acciones, lo que eleva el valor nominal de los activos por encima de su valor tangible, dijo.
Los miembros del Índice Standard Poor’s 500 gastaron el año pasado alrededor del 95 por ciento de sus ganancias en recompras y dividendos. Las recompras de acciones superaron los US$2 billones desde 2009, según datos recopilados en los Índices S&P Dow Jones.
En los primeros cuatro meses de este año, se anunciaron casi US$400.000 millones de recompras, y febrero, marzo y abril fueron tres de los cuatro meses de mayor actividad de la historia, según datos que recopiló Birinyi Associates Inc.