Si lo que preocupa a la actual Administración es la disminución progresiva de la tasa de natalidad –como declaró el Presidente Piñera en su tweet del 25 de marzo, dando la bienvenida a la medida–, y promover y apoyar la “maternidad deseada” a través del “Fortalecimiento de las terapias de reproducción asistida y los tratamientos contra la infertilidad”, entonces ¿por qué el Gobierno sólo contempla a parejas heterosexuales como beneficiarios de este anuncio?
Con inocente alegría nos enteramos la semana pasada acerca de la ampliación de la cobertura para “tratamientos de infertilidad de alta complejidad” que realizaría Fonasa, permitiendo la codificación por parte de las Isapres y también el acceso a tratamientos de alto costo a personas que quieren ser madres y padres. Sin embargo, vemos con sorpresa que la letra chica habla de exclusión de mujeres solas y parejas lesbianas, y no podemos dejar de preguntarnos cuál es el fundamento para tales restricciones.
Si lo que preocupa a la actual Administración es la disminución progresiva de la tasa de natalidad –como declaró el Presidente Piñera en su tweet del 25 de marzo, dando la bienvenida a la medida–, y promover y apoyar la “maternidad deseada” a través del “Fortalecimiento de las terapias de reproducción asistida y los tratamientos contra la infertilidad” –según indica la página oficial del Gobierno–, entonces ¿por qué el Gobierno sólo contempla a parejas heterosexuales como beneficiarios de este anuncio?
[cita tipo=»destaque»] Según cifras de la clínica de fertilización IVI de Santiago, en 2018 el 20% de las pacientes que deseaban ser madres correspondía a mujeres solas o emparejadas con mujeres. Es decir, mujeres deseando su maternidad son una realidad significativa.[/cita]
En los últimos años, el mundo y nuestro país han sido testigos del cambio en el paradigma de las estructuras familiares. Pocas maternidades son tan deseadas como las de madres solteras por elección y parejas lesbianas que deben enfrentar miles de prejuicios sociales para emprender sus proyectos de familia. Las técnicas de reproducción asistida han permitido que estos grupos de mujeres accedan a la maternidad vía donación de espermios.
Susan Golombok, directora del Centre for Family Research de la Universidad de Cambridge y destacada investigadora por más de 20 años en temas familiares, afirma que los factores asociados a óptimos niveles de desarrollo emocional infantil son: el bienestar psicológico de los padres, la calidad de la relación padre/madre e hijos, las redes sociales de apoyo y las características individuales de los niños. La estructura familiar –biológica o no biológica, número de padres, género y orientación sexual de los padres, relación genética con el hijo– no es un factor relevante a la hora de evaluar el desarrollo emocional infantil (ver Modern Families: Parents and Children in New Family Forms, Susan Golombok, 2015).
El primer estudio chileno en la materia, llevado a cabo por académicas de la U. Alberto Hurtado (Navarro, J., Jaramillo, A. & Pérez, F., 2018), revela que mujeres que fueron madres gracias a un donante anónimo y técnicas de reproducción asistida generan vínculos sanos con sus hijos y estos niños tienen indicadores óptimos de desarrollo socioemocional, lo que pone en jaque la supremacía de la estructura tradicional de familia nuclear heterosexual.
Por otra parte, según cifras de la clínica de fertilización IVI de Santiago, en 2018 el 20% de las pacientes que deseaban ser madres correspondía a mujeres solas o emparejadas con mujeres. Es decir, mujeres deseando su maternidad son una realidad significativa.
El director de Fonasa, Marcelo Mosso, argumenta que es la necesidad del uso de gametos donados lo que dificulta que estas mujeres puedan acceder al beneficio de Fonasa; sin embargo, en las parejas heterosexuales cuyo factor de infertilidad es la carencia o mala calidad de los espermios masculinos, también se requiere del uso de gametos donados. Entonces, ¿qué es lo que lleva a esta exclusión de mujeres solas o emparejadas con otra mujer?
Nos parece que la medida tomada por el actual gobierno y, en particular, por Fonasa, además de ser discriminadora en términos de género, sólo se basa en prejuicios extemporáneos y hoy desechados no sólo por los estudios más serios sino por el curso de la historia. Ciertamente, no comprende en absoluto la nueva conformación social de las familias chilenas.
Es discriminatorio que se siga privilegiando a un tipo de familia, cuando hoy la existencia de familias con estructuras diversas es un hecho innegable.