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«Los tiempos mejores»,  el eslogan con efecto búmeran que atrapa al Gobierno MERCADOS

«Los tiempos mejores», el eslogan con efecto búmeran que atrapa al Gobierno

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Considerado por algunos sectores de la elite política como la cara visible de la principal promesa del actual Gobierno, el ministro de Hacienda, Felipe Larraín, marcó la agenda noticiosa de la semana con su petición de «ayuda divina» para el fin de la guerra comercial entre Estados Unidos y China. «El desempeño comunicacional de Larraín hace rato que viene mostrando falta de orientación y de coherencia en la acción económica del Gobierno», sostiene Marco Moreno, académico de la Universidad Central. Un secretario de Estado que con su desafortunada salida de libreto acentuó la compleja situación que se vive en La Moneda en materia económica.


La economía. Terminar con Chilezuela. Eso era el corazón de la campaña de Piñera, parte del argumento clave que lo llevó a asumir en La Moneda –en marzo de 2018– su segundo mandato presidencial.

Este regreso a Palacio ha estado marcado por una gestión que administra las urgencias, por el análisis de redes sociales y de likes, más que en la búsqueda de un legado.

En materia económica, el libreto se ha ido desdibujando. Si bien en un principio el Gobierno optó por echarle tierra a Bachelet y al bajo crecimiento de su gestión, el discurso se fue moviendo a medida que la guerra comercial avanzaba y que las promesas del crecimiento y de la generación de empleos no llegaban.

En medio de los #TiemposMejores y de #ChileenMarcha, las salidas de libreto del equipo que acompaña a Piñera son un riesgo latente, más aun en materia económica, donde Piñera, doctor en Economía de Harvard, empeñó sus más férreas promesas.

Y una frase clamando ayuda divina la semana pasada pone en perspectiva una pregunta: ¿está el Gobierno preparado para un embate económico más serio?

La polémica vino de la mano de la petición del ministro de Hacienda, Felipe Larraín, de «rezar» para que se acabe la guerra comercial entre Estados Unidos y China, esta última, que salpica directamente a la economía nacional.

Una frase clamando «ayuda divina» que provocó gran revuelo y molestia en redes sociales y que fue rechazada incluso por su colega de Economía, Juan Andrés Fontaine. «No distraería al todopoderoso con un tema tan mundano», sostuvo el secretario de Estado, tratando de bajarle tensión a las críticas que surgieron.

Es, además, un estilo poco usual para Larraín, que, en general, en discursos públicos se sale poco de libreto. Algunos de sus colegas trataron de prestarle ropa, como el ministro del Trabajo, Nicolás Monckeberg, quien indicó que «quienes son personas de fe, definitivamente pueden rezar, orar, pedir».

Pero la declaración agudiza aún más el complejo escenario en materia económica, al menos desde el punto de vista de las percepciones. Recientemente, el Presidente Sebastián Piñera se sinceró y ajustó la proyección de crecimiento para este año a un 3%. Un nuevo cálculo que echó por la borda lo presupuestado por el mismo Felipe Larraín, quien en la Cuenta Pública del 1 de junio acotó la cifra a un 3,2%. Antes esa misma cifra había llegado hasta 3,8%.

El escenario en que se conoció la petición divina no fue del todo auspicioso. En junio el Indicador Mensual de Actividad Económica (Imacec) mostró un avance de solo 1,3%, el segundo registro más bajo del año.

De paso, las redes sociales, ese nicho donde la Secom ha medido constantemente el éxito de su gestión, ardió con la improvisada frase. La sensación generalizada fue reírse, pero no desde la empatía, sino desde la burla. Una ola de memes y hasta «cadenas de oración por Chile», fueron parte de la tónica.

El «brazo derecho» de los tiempos mejores

Para el director y fundador de Criteria Research, Cristián Valdivieso, la polémica frase del titular de Hacienda «causa un impacto en ciertas élites empresariales que están contravenidas con Felipe Larraín», en las que «se escuchan voces que critican la gestión del secretario de Estado, al que le confiaron la baja de impuestos, incluso antes de la reintegración tributaria, respecto a lo cual no ha hecho nada».

Lo que dice Valdivieso no es menor, pues es clave que Larraín se mantenga como una mano derecha firme del Mandatario en medio de los vaivenes económicos.

Sabido es, en los círculos internos de La Moneda, que Larraín es uno de los ministros que varias veces ha contravenido al Presidente y que eso le ha acarreado una fama de «sensato».

Por eso, salirse de la senda donde se planteen resultados económicos seguros, inquieta al mundo privado. «Hay una cierta élite más informada que ve al ministro como el brazo derecho de la promesa de tiempos mejores de Sebastián Piñera», agregó Valdivieso.

Larraín es un interlocutor que le habla de tú a tú a los empresarios, quienes, con el ánimo un poco golpeado por los réditos económicos que no llegan, no están para bromas.

Dentro del análisis, Valdivieso señaló que Larraín, encarnando la figura que promesa esos tiempos mejores, debe tener sumo cuidado con convertirse, precisamente, en todo lo contrario: ser sindicado como el responsable de no haber cumplido esta promesa.

El director de la Escuela de Gobierno y Comunicaciones de la Universidad Central, Marco Moreno, añadió que desde esa vereda estas salidas de libreto «muestran lo desorientado que está el Gobierno en relación con el discreto desempeño de la economía».

«La invocación a Dios en relación con las políticas públicas, más allá de ser posiblemente un chiste, creo que expresa el desconcierto que hay respecto a la falta de claridad con relación a cómo intentar resolver el problema», dijo.

Moreno añadió que este Gobierno centró fundamentalmente su oferta política sobre la base de un buen desempeño de la economía y evidentemente ese resultado no lo está acompañando.

Añade un ingrediente: en política la forma es el fondo y, en ese sentido, el desempeño comunicacional del ministro de Hacienda hace rato que viene mostrando falta de orientación y de coherencia en la acción económica gubernamental.

«Esto puede tener efectos sobre la opinión de los ciudadanos en relación con cómo el Gobierno de Sebastián Piñera ha gestionado esta segunda administración. Podría incluso amenazar la posibilidad de que haya una continuidad de la actual coalición», planteó.

Con respecto a la promesa de los tiempos mejores, Moreno sostuvo que hace rato esa idea se ha venido diluyendo, ya que no se ha podido concretar. «Esta cuña terminó por atrapar al Gobierno y perjudicar la manera en que está llevando adelante su proyecto, porque lo centró exclusivamente en una idea que es muy difícil hoy día poder alcanzar. Cuando a ti te venden algo y ese producto no sirve, la gente termina por desecharlo», explicó.

El viernes, en el Diario Financiero, el cientista político ligado a Cadem, Roberto Izikson, puso en perspectiva cómo esto ha afectado lo que a La Moneda tanto le preocupa: la aprobación del Presidente. Esta cerró la semana pasada en 34%, nueve puntos más de lo que tenía exactamente en la misma semana de agosto del 2011, cuando marcaba 25% y 12 puntos más de lo que tenía la Presidenta Bachelet en agosto del 2015.

«Otro dato que llama profundamente la atención es que el indicador de ‘estabilidad país de los próximos 5 años’, que muestra el mismo IPEC, está en apenas 20,5pts, ¡siendo el resultado más bajo desde el año 2002! En otras palabras, nunca habían existido más chilenos que creyeran que en el futuro la situación económica pasará por períodos de alto desempleo y recesión», detalló el analista.

¿Cómo mejorará el Gobierno esta percepción? Probablemente la respuesta no está en la religión.

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