Publicidad
El pronóstico de Luis Maira: “Si no hay nueva Constitución, Chile tendrá una crisis descontrolada donde todo puede pasar” PAÍS

El pronóstico de Luis Maira: “Si no hay nueva Constitución, Chile tendrá una crisis descontrolada donde todo puede pasar”

Publicidad

En solo 48 horas asegura que podría tener afinada una plantilla de la lista del Apruebo. Pero se requiere generosidad, un atributo que hasta ahora está perdido en los bolsillos de los partidos políticos de la oposición, y que es indispensable para materializar lo que el 25 de octubre la gente votó: una nueva Constitución. Luis Maira sabe que es una tarea difícil lograr que las colectividades cedan espacios, pero no hay otra opción. De lo contrario, el país puede verse atrapado en una crisis de la que difícilmente se podrá salir, considerando los altísimos niveles desigualdad y abusos que enfrentamos día a día.


Durante estas últimas semanas había estado a full y totalmente concentrado, junto a otros dirigentes, para cranear cómo llegar a un acuerdo que permitiera a las oposiciones conseguir 104 cupos en la Convención Constitucional, es decir, alcanzar los 2/3, con lo que se asegura cambiar la Constitución de Pinochet.

Pero ayer debió hacer un break y siguió en vivo durante varias horas el asalto de los partidarios de Trump al Capitolio, quienes impidieron certificar el triunfo de Biden, homologando así a la gran potencia norteamericana con las naciones corruptas, inestables y poco democráticas, motejadas como repúblicas bananeras.

Luis Maira quedó “impresionado” con lo que estaba ocurriendo en ese país, que por más de 30 años ha sido parte de su trabajo. “Cualquiera que haya estudiado seriamente los Estados Unidos, habría imaginado lo de ayer como algo imposible. Es un grado de desacuerdo de acumulación de disputas, de rencores, de falta de funcionamiento de los buenos mecanismos que tuvieron para construir acuerdos. Y esa era precisamente la fuerza que ostentaba Estados Unidos: la capacidad de construir acuerdos con solo dos partidos, sobre todo en tiempos de la Guerra Fría, y que ponían por delante el interés nacional”, explica el exembajador y ministro.

-La posta entre republicanos y demócratas no había presentado conflicto alguno. ¿Cuándo y cómo comenzó este nivel de descomposición observado ayer en Washington?
-Ellos fueron entrando en un proceso de cambio de su régimen político y de descomposición de los mecanismos de toma de consensos. Partió con la famosa crisis de Watergate, que terminó con la salida de Nixon. La idea de que el Presidente era un hombre honesto, correcto, intachable, se trizó con esa figura, metido en un escándalo mayúsculo de espiar y dañar a sus adversarios y hacer cosas ilegales que se fueron acumulando, hasta que se decidió hacer la acusación constitucional y destituir al Presidente que entonces renunció. Eso cambió la imagen del ciudadano medio norteamericano sobre la perfección de su sistema político y sobre la calidad infalible de sus líderes. Esa es una crisis que ha venido rebotando en muchos campos, en muchas áreas.

Yo escribí hace poco un trabajo, que estoy convirtiendo en un libro, sobre los siete escenarios principales de la descomposición del sistema norteamericano, que van de lo político a lo económico, a la gestión internacional. Es una situación preocupante para el orden internacional y del propio Estados Unidos.

-Es increíble que lo ocurrido ayer nos recuerda lo propio de una república bananera, donde partidarios del Presidente saliente e instigados por él tratan por todos los medios de impedir que asuma su contendor.
-La insurrección de un grupo de gente que desconoce la Constitución y usa prácticas delictivas, está fuera de todo lo imaginable. Pero aun así es un factor de sorpresa. Una cosa que a quienes conozcan más o menos cómo funciona el sistema norteamericano, tiene que generar mucha preocupación, porque estamos hablando de la economía más grande del mundo y de la potencia internacional más importante. Eso nos va a afectar, sin duda.

Generosidad al debe

Esta entrevista de El Mostrador original y exclusivamente buscaba ahondar en la última megatarea de Luis Maira que, por cierto, nos lleva inexorablemente a hacer una comparación con las labores realizadas por él en el Comando por el No. Momentos decisivos de la historia del país, que ahora se repiten cuando estamos a días de la inscripción de los candidatos para la Convención Constitucional, y con la posibilidad –únicamente si los partidos opositores atinan– de construir una nueva Constitución que termine con las amarras de la dictadura.

“Lento y difícil” ha sido este proceso, revela Maira, al comentar la paciente labor del comité por la lista única del Apruebo, que hasta ahora no ha podido ver humo blanco, a pesar de los múltiples esfuerzos por lograr una lista unitaria.

¿Cómo surgió la idea de este comité por la lista única del Apruebo?
-Un grupo de ciudadanos con cierta experiencia, por decirlo así, teníamos interés por los asuntos públicos, habíamos pasado por algunas responsabilidades, conocíamos el escenario de una Constituyente y nos organizamos a título personal. No representamos a ninguna organización, aunque podamos pertenecer a alguna de tipo cultural o política. Fue un esfuerzo de un grupo de personas que compartíamos esta inquietud. Y el razonamiento fue muy simple: si se ganó con un margen tan amplio, con casi el 80%, si tomamos en cuenta las dos preguntas, cambiar la Constitución y el método, que fuera directamente con representantes designados popularmente, en un 80%, una cifra que nunca se había obtenido por nadie, en ningún gran tema de debate en la sociedad chilena… Pero el problema era que el proceso constituyente tenía cláusulas, muy exigentes, que eran verdaderos obstáculos al llegar al resultado final de una Constitución democrática. Y la gran valla era la elección de las personas que van a redactar la nueva Constitución.

-¿Qué objetivos se plantearon en un comienzo?
-Originar una asociación amplia de todos los partidarios del Apruebo, independientemente si eran o no de una determinada tendencia política, si eran o no militantes, si eran independientes. Cualesquiera que fueran sus intereses, nos parecía que este era especial, distinto a todos los demás asuntos que están en la agenda: las elecciones de los alcaldes, de concejales, de gobernadores, y después en noviembre del Presidente, y de los diputados y senadores. De estas siete grandes elecciones, la única que tenía un carácter de principios, nacional y de alcance estratégico, de largo plazo, era la de los constituyentes. Por lo tanto, pensamos que debía tener un tratamiento especial. Más amplio, más generoso, con los mejores candidatos en cada uno de los 28 distritos que se van a usar para elegir a los que escriban la Constitución.

-Pero, por lo visto, esa generosidad no existe dentro de  la oposición.
-Más que generosidad, yo diría son los enfoques. Porque la primera reacción de un dirigente político es cómo yo aumento mi fuerza, cómo crezco, cómo hago de esta elección un momento de progreso de mi propia imagen y de poder.

-Para eso están las otras elecciones, no la de la Convención Constitucional.
-Es el mismo argumento que hemos dicho nosotros. Para eso están las otras seis elecciones. Pueden ir separados, juntos. Hacer toda clase de acuerdos, que son parte de la política. Pero esta es una situación que se ha presentado después de 40 años de una Constitución, que es la única que conozco fue íntegramente hecha por un dictador que tenía todo el poder, y buscó buenos expertos jurídicos conservadores, para hacer una Constitución que proyectara el manejo en el futuro, no solo el tiempo que durara la dictadura. Eso es lo que en Chile se llamó proceso de atar, y eso nos ha penado los 30 años de elección de gobiernos civiles.

Y eso no va a superarse y producirá una crisis cada vez mayor, mientras no modifiquemos la causa última, que es una Constitución perfectamente articulada para impedir un cambio del modelo económico, de la orientación política y del estilo que la dictadura trató de imponer. Y es primera vez que esto se logra: no se había conseguido en los 30 años con todas sus campañas. Fue la crisis, el estallido social como le llaman los diarios, la rebelión social lo que lo permitió.

-¿Rebelión?
-La rebelión social de octubre de 2019 fue la que cambió el escenario y la preocupación y el temor de algunos. Variaron los motivos que llevaron al acuerdo ese famoso del 15 de noviembre de hacer una nueva Constitución. Las reglas fueron reglas negociadas entre todos. Incluyendo 2/3 para sacar cualquier capítulo o cualquier artículo de la Constitución. Y si no hay 2/3, no hay texto.

-Eso significa tener 104 de los 155 convencionales, lo que es un número altísimo.
-Sí, 104 de los 155. Pero a la inversa significa que con 1/3 más uno, los que no quieren una Constitución distinta o que quieren mantener intacta la actual, tengan un derecho de veto. Eso nos preocupa mucho porque 1/3 no es una cifra inalcanzable, es lo que han sacado normalmente y bastante más los partidos de derecha cuando van juntos. Y para esta elección van a ir juntos: la derecha de alcance más política, la derecha cultural y la derecha económica. Las grandes corporaciones, incluyendo las corporaciones extranjeras que trabajan acá y a quienes beneficia la Constitución actual.

-¿Pero cómo la oposición no entiende que debe alcanzar un acuerdo para conseguir cambiar la Constitución de Pinochet? 
-Es poco comprensible, pero la política, la actividad de los dirigentes políticos tiene por desgracia para estos efectos sus propias reglas. La consideración de las ventajas que ellos puedan tener y el crecimiento de su propia fuerza, es lo que preside todo proceso electoral de cualquier clase. En el trabajo puede haber muchas diferencias, que son legítimas. Pero tomar 10 o 15 puntos básicos que hay que establecer para tener una Constitución democrática y distinta, tendría que haber sido logrado en un gran pacto, y conversar, del modo más cordial y constructivo posible, los muchos asuntos en detalle que se desprenden de los grandes acuerdos y que van a existir y que habrá que verlos en su momento.

-Si no logran los 2/3, si no logran 104 cupos en la Convención Constitucional, ¿qué pasará?
-No vamos a llegar a nada si no tenemos los 2/3, porque ahí no va a haber Constitución. La famosa página en blanco va a quedar sin escribirse. No va a dar el quórum para sacar ninguna norma que nos parezca importante, que sea distinta del espíritu que ahora preside una Constitución tan monolítica, tan y largamente estudiada. Fueron seis años y medio de trabajo de juristas competentes de derecha que sabían exactamente lo que buscaban y tenían un solo punto de vista, no tenían matices. Respondían a la orientación que la dictadura quería establecer en ese momento.

-Esta dispersión de los votos del Apruebo va a provocar una sobrerrepresentación del Rechazo, lo que implica que no habrá una nueva Constitución, con el alto riesgo de que aumente la frustración que la ciudadanía tiene.
A mí lo que más me preocupa es este punto. Chile tiene ya una grave crisis política, porque suma componentes de agotamiento del modelo económico: injusticia, desigualdad, que la gente ya no resiste. Eso fue lo que originó la rebelión social. Pero, por otro lado, tienes problemas en el campo propiamente del sistema jurídico, en el centralismo. Tienes problemas no resueltos de la gente que se interesa por el medio ambiente, los que buscan la igualdad de género, los que quieren resolver los problemas de los pueblos originarios. Todas esas causas más temáticas, se suman con el problema general de articular y resolver la crisis política global que el país va teniendo cada vez más avanzada. Me impresionó leer, en una revista especializada de ciencia política de Estados Unidos, una nota no muy extensa pero muy visible con un recuadro, contando que el Gobierno de Chile ha llegado a tener un 7% de apoyo, cifra sin precedentes, una especie de récord mundial. Pero no se puede gobernar con ese porcentaje, no hay ningún acuerdo posible. Hemos tenido en Chile esa pérdida de gobernabilidad muy acentuada, muy difícil de resolver.

-Sin embargo, el Gobierno trata de invisibilizar esta crisis. Y La Moneda parece ser una película como Truman Show, donde todo es una maqueta, sin respaldo ciudadano.
-Tienes toda la razón. Pero, no es ese, sin embargo, el razonamiento que prevalece. Esta Constitución ya cumplió 40 años y ha dado tantas ventajas y creado tanta injusticia y desigualdad. La gente no entiende bien el papel que tiene una Constitución. Es un texto que dirige la marcha de un país. Por eso hay que enfrentarlo. Pero no es fácil.

«El mejor texto no es una Constitución radicalizada»

-¿Qué espacio hay para avanzar en estos cinco días que quedan para la inscripción de candidatos?
-Quedan cinco días y el acuerdo amplio que va desde una derecha que defiende a la dictadura, hasta la gente más moderada, cambia totalmente el escenario. Por tanto, hace mucho más difícil bajar la exigencia de 104 de 155 redactores de la Constitución que se van a elegir. Esa es una vara muy alta. Aquí los que están juntándose son los que respaldaron el Rechazo, por lo que no va a haber Constitución. Y eso va a generar una enorme frustración y un elemento de propulsión de la crisis política, que yo la veo muy grave y comparativamente muy aguda con otros países de la región. La gente, los ciudadanos, los independientes, los que ven las cosas simplemente desde su propia mirada pero pensando en el interés de Chile como país, deberían entender que es bueno que haya una mayoría numérica que pueda manejar las variables y buscar el mejor texto. No para que salga una Constitución radicalizada, sino que tenga los componentes necesarios para cambiar el país y resolver los problemas de abusos. Los abusos en Chile son indescriptibles. Y, segundo, la desigualdad se ha ido instalando y también hay que corregir porque, si no, no hay convivencia. Es imposible.

-Faltando cinco días, ¿dónde están las trabas?
-Las trabas están en poder entender que a todos nos conviene un acuerdo fácil de conseguir. El acuerdo no es difícil. Porque cuando una elección se hace en 28 distritos, y hay expertos que conocen cada uno de esos distritos, y gente que en las localidades trabaja y los actores son perfectamente conocidos, si hubiera un acuerdo, no sería ni largo, ni muy complicado, si la generosidad prevalece. Escoger la mejor lista, sin cuotas, sin imprudencias, sin presiones y poner los mejores candidatos, sean independientes o pertenezcan a una determinada organización política, sean de la capital, de la región o de un lugar más específico, sean de una profesión o de otra. Y con eso ir sumando todos los componentes para encontrar la lista que sea más poderosa. Creo que estamos cerca por el ambiente que hay en el país y el respaldo que tuvo esta iniciativa. No sería imposible, con toda la unidad de los sectores conservadores, sacar los dos tercios. Eso pasa por una decisión política de dar el paso y hacer este acuerdo. Eso no lo hemos conseguido.

-¿Por qué la propuesta entregada era 82 cupos para los partidos políticos y 104 para independientes y organizaciones sociales?
Creemos que es justo por los orígenes y la legitimidad de donde viene esta demanda, que haya más independientes, con vocación social y sentido de país, que representantes de los partidos. Los partidos tienen también especialidades y conocimientos que son muy importantes para hacer una campaña y es necesario sumar las capacidades y los aportes de los independientes y de las organizaciones más representativas con el saber especializado de los partidos políticos que nacieron en el siglo XVIII o a comienzos del XIX, para ser puentes entre la sociedad y el poder político central. Sumando las dos capacidades, tenemos la posibilidad cierta de llegar, o estar en las mejores condiciones, para esta meta tan alta y difícil que son 2/3.

-¿Cuándo quedaron de juntarse nuevamente con los partidos políticos o quedó stand by?
-A estas alturas no hay que hacer reuniones colectivas. Hay que tomar la decisión de integrar el esfuerzo de la lista única y descentralizar a los 28 distritos con ciertas pautas generales, y con un equipo coordinador central avanzar en ese trabajo. Si lo hacemos bien, lo podemos hacer en 48 horas. Pero requiere de esta voluntad fundamental y hay poco tiempo.

-Es decir, ¿en 48 horas pueden presentar la “plantilla” del Apruebo?
Claro, si hay generosidad extrema y buena voluntad.

-Eso es lo necesario, pero lo que más falta.
-Eso es lo que hay que conseguir. Vamos a trabajar hasta el último día porque creemos que es muy malo para el país entrar en un cuadro donde no haya una Constitución que responda a estas expectativas, porque entras a tener una crisis descontrolada sin escenario de regulación.

-¿Cree que podría producirse un estallido, una rebelión 2.0?
-Para serte franco, los escenarios son tan malos que no quisiera enunciar las situaciones extremas. Todo puede pasar en un cuadro de acumulación de los factores de la crisis, que son básicamente desigualdad y abusos.

 

Publicidad

Tendencias