El Centro de Estudios de Conflicto y Cohesión Social (COES) lanzó su último estudio donde analiza la clase media en tiempos de crisis, golpeada por el estallido y la pandemia, que vive profundamente endeudada y se siente abandonada a su suerte por parte del Estado. De hecho, “para enfrentar el shock de lo que significó la pandemia y la gran ayuda que hubo no fue una política pública, si no que fueron los retiros del 10%, los que permitieron compensar la baja de los ingresos”, señaló la investigadora del estudio, Emmanuelle Barozet, en El Mostrador en La Clave. Agregó que en la Nueva Constitución es imprescindible incluir las peticiones de las clases medias, para canalizar el descontento del estallido social. Pero el problema es que «las élites económicas» no han entendido «que tienen que establecer una relación distinta con cómo repartimos los frutos del crecimiento económico». Todo esto tiene un riesgo electoral, porque “si no se entrega un piso económico, puede votar por elementos populistas o desinteresarse de la política”, señala.
“La vulnerabilidad en los sectores medios chilenos ha aumentado debido a la crisis. Una parte se ha pauperizado, acercándose a la pobreza o cayendo en ella”. Esa es parte de las conclusiones del estudio “Clases medias en tiempos de crisis. Vulnerabilidad persistente, desafíos para la cohesión y un nuevo pacto social en Chile”, un documento elaborado por el Centro de Estudios de Conflicto y Cohesión Social (COES) en cooperación con la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) difundido la semana pasada.
Al respecto, la académica Emmanuelle Barozet, investigadora principal de la línea de conflicto político y social del COES fue entrevistada en El Mostrador en La Clave, donde precisó que la crisis dejó en evidencia que la clase media no tenía ahorros suficientes para enfrentar el estallido y la pandemia.
“Este grupo no tenía cómo enfrentar el shock de lo que significó la pandemia y la gran ayuda que hubo no fue una política pública, sino que fueron los retiros del 10%, los que permitieron compensar la baja de los ingresos”, puntualizó.
Luego destacó que en los últimos 30 años “hay una desaceleración del aumento de los ingresos” dentro de la clase media. Incluso, para este grupo “hubo un aumento en el costo de la vida”. La problemática principal es que “la mediana del ingreso en Chile está muy cercana a la línea de la pobreza”, señaló la socióloga.
El informe destaca que en los últimos años los “salarios no aumentaron mucho” y “el estilo de vida se sostuvo gracias al endeudamiento”. “Hubo un estancamiento, hay mucha gente que salió de la pobreza, eso efectivamente es así, pero no significó que se consolida una clase media estable, tienen una situación resbaladiza, y es una situación de tránsito porque cuando llega a la vejez, las pensiones no podían sostener el estilo de vida”.
La académica señaló que tras el estallido social las clases medias y los sectores populares tienen “una alianza en contra de la élite, porque se comparte un sentimiento de rabia y frustración”.
En este escenario se hace evidente la “tremenda desconfianza hacia las élites políticas y económicas”, señaló.
De acuerdo a Barozet, “hay un tremendo divorcio” de las élites con respecto al resto del país y a este sector social “les ha ido muy bien con el modelo que hay en Chile”, destacó la académica.
“Analizamos a las personas que provienen del sector del Rechazo, que les cuesta entender que se tienen que cambiar las reglas del juego porque a ellos les ha ido muy bien con el sistema. Como Chile tiene una sociedad bastante disgregada cuesta mucho ponerse en la piel del otro y ver cuáles son las necesidades del otro, porque no ha habido mucho esfuerzo de solidaridad en los últimos años”, explicó.
Por otro lado, “en términos de distancia social, hay cercanía entre los sectores medios y los sectores populares” porque comparten la “dificultad del diario vivir”, y por eso se ha establecido una “alianza implícita en torno a la visión de pueblo con el estallido”, estableció Barozet.
Pero hoy “hay mucho resentimiento” porque los sectores más pobres han recibido transferencias del Estado, y los sectores medios “se han sentido abandonados por la política pública” porque “no son lo suficientemente pobres para recibir la ayuda del Estado, ni suficientemente ricos como para recibir ayuda del banco”, señaló la socióloga.
El documento añade que los gobiernos en estas tres décadas no invirtieron en beneficios estatales suficientes para mejorar la situación de gran parte de la población, ni tampoco se hicieron grandes cambios respecto a una reforma para crecer en capital humano. En realidad, y aunque se tenía un telón de fondo de bonanza económica, los gobiernos apuntaron a crear políticas de focalización en vez de hacer transformaciones de carácter universal.
En ese marco, el informe pone foco en la responsabilidad del Estado, al plantear que “el debate sobre focalización versus universalidad plantea en definitiva la pregunta de la redefinición de la relación de las clases medias con el Estado: frente a la sensación de abandono, el Estado a través de las políticas sociales y económicas está conminado por la crisis a contemplar nuevas formas de vincularse con las clases medias”.
Dicho ámbito también puede tener un claro efecto electoral. De hecho, respecto a la votación de la clase media en las próximas elecciones presidenciales del 21 de noviembre, la académica destaca que este grupo “no es altamente ideologizado”, pero tiende a inclinarse en términos políticos “hacia grupos que les aseguran cierta estabilidad económica”. “Por lo que el primer voto del sector de clase media es complejo, y lo que nos enseña la historia es que si no se entrega el piso económico que quieren, pueden cambiar de opinión y votar por elementos populistas o desinteresarse de la política”, concluyó Barozet.
Por otra parte, el documento señala que en la nueva Carta Fundamental es imprescindible incluir las peticiones de las clases medias, considerando que fueron un elemento clave en la movilización del estallido social, y uno de los grupos más golpeados tras ambas crisis.
“Tenemos una ventana buena para hacer cosas, tenemos el tiempo de la constituyente, estamos a la espera de sus resultados, que va a demorar un año o dos años para adecuar la legislación a la Nueva Carta Magna, esto ha generado un horizonte de cambio y ha bajado la presión respecto del estallido”, señaló la experta.
Pero Barozet explica que todavía no se ha resuelto el problema porque “las élites económicas no entienden que tienen que establecer una relación distinta en cómo repartimos los frutos del crecimiento económico entre todos y que sea sostenido en el tiempo”.
El problema es que en Chile las clases medias “piden calidad en los servicios respecto de la educación y salud. No quieren una nivelación hacia abajo y no quieren perder la libertad que se les dio de elegir la educación a sus hijos”. Pero aunque estemos muchos de acuerdo con que queremos servicios de mejor calidad públicos, “en la historia del país eso no ha existido para gran parte de la población, y menos con un sistema solidario”, señaló.
La académica añade que tenemos que diseñar con pocos recursos un sistema de mejor calidad, “que sea relativamente solidario para salir del individualismo, que es una de las razones del estallido”. Pero reformular un sistema social basado en la solidaridad, es complejo, sobre todo cuando en los últimos 40 años “cada uno se ha rascado con sus propias uñas”, finalizó la socióloga.
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