En entrevista con El Mostrador, y de cara a la votación en particular de las indicaciones al Reglamento que parte este jueves, el constituyente del PC insiste en las críticas de su sector a la norma de los 2/3, al tiempo que asegura que existe el riesgo de que un tercio de la Convención pueda bloquear normas constitucionales, cuando el pleno entre a los temas de fondo, y “obligue a morigerar la intensidad de las transformaciones». De paso, advierte que «quienes rechazan el plebiscito dirimente, rechazan cualquier materia que tenga que ver con soberanía popular». Acerca de la relación del PC con el FA en la Convención, reconoció que hay diferencias estratégicas, pero remarcó que existe un proyecto político común, porque “no basta con tener una nueva Constitución si no tenemos también un Gobierno que la viabilice posplebiscito de salida”. En cuanto a los acuerdos, no cree que se puedan concretar con Vamos por Chile. «Estos discursos de encuentro sobre la base de flexibilizar posiciones en torno a transformaciones sustantivas en la nueva Constitución es una falacia discursiva, en mi opinión. Los acuerdos son importantes, son relevantes, pero no pueden partir sobre la base de que una minoría se imponga respecto de una mayoría», sentencia.
Ad portas de comenzar la votación de más de mil indicaciones al Reglamento de la Convención Constitucional, El Mostrador conversó con el constituyente del distrito 13, Marcos Barraza, del Partido Comunista. El fin del quórum de los 2/3 y los plebiscitos dirimentes han sido las banderas que su sector ha levantado durante la discusión de las normas reglamentarias de la Convención y que serán foco de las mayores diferencias durante estos días.
El exministro abordó también la relación de Chile Digno con el Frente Amplio (FA), ante las distancias que han tenido dentro de la Convención Constitucional, además de las dificultades de llegar a acuerdos con los constituyentes de Vamos por Chile.
-¿En qué línea están trabajando los constituyentes del Partido Comunista en las indicaciones que se van a revisar estos días?
-Sin perjuicio de cuáles sean los resultados en materia de la aprobación de las indicaciones, diría yo que la idea central que ha guiado el trabajo de los constituyentes, no solo del PC sino que de Chile Digno, que es parte del subpacto al cual nosotros pertenecemos, es que la Convención tenga la capacidad y la atribución de deliberar soberanamente respecto de las reglas para el funcionamiento de la Convención Constituyente. Y en ese sentido impulsamos, en su oportunidad, que los quórums para la aprobación de los reglamentos, de las normas en específico, fueran deliberados por la propia Convención, y eso en sí representa para nosotros un avance altamente significativo y cualitativamente superior en términos de poder originario constituyente. Ese ha sido el criterio central: dotar a la Convención de la autonomía y soberanía que no le dotó plenamente el acuerdo del 15 de noviembre y, en ese sentido, sentimos que hemos avanzado muchísimo.
-En cuanto al debate por el tema de los 2/3, ¿cuál es el principal objetivo? Algunos constituyentes dicen que esta es una discusión más política que sustantiva.
-Yo creo que es bien curioso y peculiar que haya constituyentes que no miren o signifiquen el debate en términos políticos, como que el debate constitucional no sea político. Yo creo que eso, o en su defecto es un problema de querer despojar a la Convención del carácter político que tiene, o no significarlo correctamente. La Convención es un ejercicio altamente político, porque tiene que ver con normas que rigen al conjunto de la sociedad. El proceso constituyente que existe es producto de la ruptura constituyente y, en consecuencia, la ruptura política que ha existido en el país respecto de normas que no interpretan a la mayoría del pueblo de Chile, ni a los pueblos de Chile. Yo reivindico el carácter político de esta discusión. Me parece que no verlo de esa manera es claramente pretender normalizar incorrectamente la discusión. En segundo lugar, creo que el problema de los 2/3 no es un problema que remita a una discusión del pasado, es muy del presente y muy del futuro.
Indistintamente de la disposición que pueda tener un sector de la derecha a un diálogo más amable en términos de intercambio, lo que ha prevalecido en la derecha, desde el inicio de la ruptura constituyente, desde el 18 de octubre, es una conducta pertinaz en tratar de que la Constitución nueva no dé vida. Lo rechazaron en el Gobierno del Presidente Piñera con una feroz y brutal represión en las calles. Lo hicieron pese a los llamados de un sector de la derecha a aprobar. En términos de hegemonía, se impuso el Rechazo en la derecha, tanto en el plebiscito del 25 de octubre y, luego, un esfuerzo por mantener un vínculo estrecho entre los negocios y la política, el financiamiento principal de los constituyentes de derecha viene de grandes empresas y, en consecuencia, el propósito era obtener un tercio solo desde la derecha y que permitiera obstruir las normas constitucionales. La misma derecha acuñó el concepto de un tercio móvil, y es el que, de 37 constituyentes de derecha, que sumado a constituyentes de la ex Concertación, independientes, pudiese dar ese tercio necesario para quienes quieren obstruir normas, y eso pone en riesgo normas específicas y obliga a morigerar la intensidad de las transformaciones.
La existencia de un tercio circunstancial para cada materia es altamente probable, y en ello concurre una hegemonía de derecha y sectores neoliberales que pudiesen obstruir o morigerar la profundidad de los cambios. Puede llegar a tener la siguiente repercusión: que ante la imposibilidad de alcanzar los 2/3 para aprobar una norma, esas normas finalmente no puedan dar vida y lo que exista sea indefinición, que quede postergada en términos de ámbito legislativo y no constitucional. Ahí hay una estrategia por construir una Constitución de corte más minimalista, más neutra y que no va a responder a una expectativa social que está vigente, que demanda transformaciones más profundas.
-En el escenario de que los 2/3 se mantengan, ¿cuál va a ser la posibilidad de acción que evalúan como Chile Digno?
– Si eventualmente se mantiene el quórum de los 2/3, nosotros seguimos trabajando con ahínco, fuerza y energía para que la Convención Constituyente pueda tener una norma constitucional que represente al conjunto del pueblo, sea depositaria de las expectativas sociales de transformación que el país requiere. No vamos a clausurar el debate de ninguna manera, no nos vamos a amurrar ni vamos a decir que la Convención se acaba, como han dicho otros constituyentes. Por el contrario, vamos a perseverar en ideas transformadoras. Afortunadamente, si la norma de los 2/3 se mantuviese, también hemos impulsado el plebiscito dirimente, y entendemos que también es una alternativa que apela a la soberanía del pueblo y nos parece que es muy potente. Yo espero que las dudas, de quienes las tienen para modificar el quórum de 2/3, no las expresen en el plebiscito dirimente.
-Ese es otro ítem que en Chile Vamos han puesto como otro punto complejo de discusión a pesar de los acuerdos que se lograron de viabilizarlos a través del Congreso. ¿En qué se basa esta herramienta y cómo contesta a las críticas que dicen que es traspasar la responsabilidad que se les encomendó a los constituyentes?
-Yo creo que quienes rechazan el plebiscito dirimente –que puede contener más de una materia y tiene una norma bien precisa de cómo viabilizarlo–, rechazan cualquier materia que tenga que ver con soberanía popular. No creo que el debate sea administrativo, en términos de tiempos ni fechas. Hay que viabilizarlo políticamente, sin duda. Hay que interpelar al Parlamento a propósito de también tener el soporte legislativo que corresponda, pero si la Convención se pronuncia en esa dirección es un paso importante, va a ser una iniciativa que no tengo dudas que se va a abrir camino. Mi punto es que los argumentos para rechazarlo no son administrativos, no son correctos los fundamentos que intentan llevarlo a un problema de gestión y tiempo. El punto está en si se cree en la soberanía popular, y yo pienso que, especialmente los constituyentes de derecha, están siendo consistentes con su pensamiento inicial: ellos no querían esta nueva Constitución, y eso no hay que olvidarlo, y han sido perseverantes en no querer esta nueva Constitución. Quien quiera creer lo contrario, no está leyendo correctamente el proceder de la derecha en este país. Hay personas más dialogantes que otras, sin duda, pero el punto está en qué es lo que prevalece en la derecha, que es lo que caracteriza su proceder respecto de la nueva Constitución. Y lo que caracteriza su proceder es perseverar la Constitución que queremos cambiar, y en lo sustantivo de esta Constitución, y al menos si no se puede parar una nueva, se traspase lo sustantivo de la antigua.
-Hay una coincidencia en la derecha de que hay posibilidad de llegar a acuerdos con el Frente Amplio en algunas de estas materias. ¿Cómo está la relación del PC con el FA hoy día dentro de la Convención? ¿Tienen lineamientos similares o ha existido distancia?
-Es evidente que ha existido una divergencia de estrategia, no puede ser negado, y se expresa en la valoración que hacemos del acuerdo del 15 de noviembre, que es distinta. Nosotros no participamos de ese espacio, tenemos una lectura de que más bien hubo un propósito contenedor respecto de las aspiraciones sociales, de desdibujar la soberanía popular. Pero también sabemos que con el Frente Amplio tenemos coincidencias en materia de acuerdos programáticos de la nueva Constitución y hay que esforzarse para que esos acuerdos respecto de las normas constitucionales, indistintamente de cuáles sean los resultados, también puedan tener expresión en la redacción de la nueva Constitución. También es cierto que tenemos un desafío que es común, que es que no basta con tener una nueva Constitución si no tenemos también un Gobierno que la viabilice posplebiscito de salida. Sería perjudicial que la nueva Constitución fuera implementada por un Gobierno de derecha o de perspectiva neoliberal, porque la derecha, con la escasa legitimidad social y valoración que tiene, y particularmente su Gobierno del Presidente Piñera –que debe ser el más desacreditado después del de Pinochet–, pese a ello, tiene capacidad de obstrucción administrativa, de limitar el ejercicio de trabajo de la Convención Constituyente. También con el Frente Amplio tenemos en común un Gobierno que nos permita profundizar el carácter antineoliberal de las políticas en Chile.
-Quiero preguntarle su opinión por esta frase que dijo el constituyente de RN Raúl Celis: «Si el FA gira a la izquierda y se une con el PC, vamos a tener una Constitución bastante de revancha a la de 1980». ¿Qué le parece?
-En el fondo esa afirmación tiene como fundamento la intención de que la Constitución pinochetista perviva en las ideas centrales de la nueva Constitución, y esencialmente en un Estado que claramente está capturado por el mercado y que está desprovisto de su orientación hacia el bien común. Yo creo que esa afirmación da cuenta de la intención de la derecha de querer mantener lo sustantivo del orden político, económico y social que la mayoría de Chile quiere desterrar. Es ilustrativo de la voluntad de la derecha en la Convención con dos estrategias: una dialogante y la otra más de ruptura, pero que al final del día son depositarias del mismo proceso, de limitar la intensidad de los cambios.
-Usted decía lo importante que va a ser el próximo Gobierno en el proceso constituyente, ¿pero qué tan importante va a ser la configuración del nuevo Congreso? ¿Hay temor de que se pueda generar una avalancha de cambios constitucionales?
-Es muy relevante cómo se conforme el Congreso, porque va a tener herramientas privilegiadas para implementar legislaciones que se van a desprender de las nuevas normas constitucionales, o de viabilizar el tiempo en las transformaciones. Yo esperaría que después de esta nueva Constitución los periodos de vacancia no sean muy extensos y más bien acotados, pensando en un nuevo sistema político, en nuevas normas. Incluso, si uno quiere ser consistente con la demanda popular de tener mejores pensiones, el nuevo Congreso rápidamente tendría que legislar derivado del concepto de seguridad social que, espero, se apruebe en las normas constitucionales, el fin de las AFP y la creación de una nueva institucionalidad en materia de seguridad social, que ponga al centro el carácter tripartito del financiamiento al Estado, la función pública y la dignidad en las pensiones, y eso va a estar estrechamente relacionado o ligado a la composición y las correlaciones de fuerzas que tenga el próximo Congreso. Yo hablaría de que las fuerzas transformadoras tienen que estar desplegadas en las calles, a propósito de vincular el debate de la Convención Constitucional al nuevo Congreso, porque es una pieza importante en este proceso de cambios.
-¿Cuál es el balance que hace del trabajo de Chile Digno en la Convención? ¿Cuáles son las fortalezas que identifican y lo que se pudiera mejorar o se hubiese hecho distinto?
-Chile Digno ha tenido una importante incidencia cualitativa y cuantitativa en el debate de las reglas para el funcionamiento de la Convención Constituyente, tanto en el reglamento general como el de participación, consulta indígena y ética. Sin ir más lejos, en participación, Chile Digno impulsó y viabilizó la norma del plebiscito dirimente. Creo que hay que perseverar, y lo pondría en clave de mejora continua, en el ejercicio de transversalizar en la Convención Constitucional a todas las fuerzas las ideas transformadoras de la nueva Constitución. Se requieren mayorías que no se agotan en los esfuerzos de alianza que se han desplegado hasta ahora y, en ese sentido, una vez aprobados los reglamentos, se abre un nuevo momento a propósito de la discusión de cuáles son las normas. Primero, desde Chile Digno tiene que haber un esfuerzo superior por buscar puntos de encuentro con más sectores…
-¿Eso incluye a la derecha?
-No, no creo. Porque la derecha en lo sustantivo… a ver, lo voy a poner en un ejemplo. La derecha defiende el sistema de AFP, nosotros creemos en un modelo solidario, inter e intrageneracional, en materia de más ingresos respecto de menos ingresos. La derecha en materia de salud favorece un sistema de Isapres, no de un sistema de salud universal. La derecha en educación superior privilegia el mercado por sobre la educación estatal. En la derecha, a partir de los lineamientos esenciales del Estado subsidiario, promueve una economía regida sustantivamente por el mercado, y desdibuja la acción del Estado. La derecha promueve un orden público económico que genera una articulación donde la regulación recae en la oferta y la demanda del mercado, y las políticas extractivistas se superponen a desarrollos territoriales. Si usted va tema por tema viendo el proceder de la derecha en el ordenamiento constitucional, legislativo y político, no hay nada en común. Para no engañarnos, porque estos discursos de encuentro sobre la base de flexibilizar posiciones en torno a transformaciones sustantivas en la nueva Constitución es una falacia discursiva, en mi opinión.
Los acuerdos son importantes, son relevantes, y en política, en especial en una discusión de normas, hay que llegar a acuerdos, pero esos acuerdos no pueden partir sobre la base de que una minoría se imponga respecto de una mayoría. La norma de 2/3, yo creo que es una regla que fue perjudicial para deslegitimar el sistema político que está expirando. Son muchos los ejemplos donde las mayorías en el Congreso nunca pudieron ejercerse como tal a propósito de un tercio, que fue un elemento clave de la Constitución pinochetista. No sería sano, no sería prudente y no sería razonable que se traspasara a una nueva Constitución».