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Pilar Quintana, escritora colombiana: “La maternidad por más deseada, no es cómoda todo el tiempo” BRAGA Fuente: Mauela Uribe / Penguin Random House

Pilar Quintana, escritora colombiana: “La maternidad por más deseada, no es cómoda todo el tiempo”

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Antonia Sepúlveda
Por : Antonia Sepúlveda Periodista en El Mostrador Braga.
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Pilar Quintana es autora de cinco novelas y un libro de cuentos. En 2007 fue seleccionada por el Hay Festival entre los 39 escritores menores de 39 años más destacados de Latinoamérica y fue galardonada con el Premio Alfaguara de novela 2021 por su última novela, “Los abismos”. “Hay muchas formas de maternar y, entre ellas, están las mamás que no querían serlo, y no necesariamente son madres que de haber podido habrían abortado, de pronto no estaban hechas para abortar y decidieron ser madres, y son madres desde un lugar que no es del todo cómodo. Yo pienso que la maternidad por más deseada y buscada, no es cómoda todo el tiempo, más bien tiene mucho de incomodidad”, comentó la autora en conversación con El Mostrador Braga.


Los abismos relata la historia de Claudia, quien desde un punto de vista adulta, rememora su infancia y cómo se enfrentó a las vicisitudes de la vida madura desde la perspectiva de sus padres: una madre inmersa en una depresión silenciosa, y un padre cuya presencia solo cobra relevancia gracias a la manutención de la familia. La novela corresponde a un relato estremecedor en el que una hija asume las revelaciones de su madre y los silencios de su padre para empezar a construir su propio mundo.

“Tras el éxito de La perra, con Los abismos Pilar Quintana consolida el importante lugar que ha conquistado en las letras hispanoamericanas”, relata la sinopsis de la novela. 

-Claudia, la madre, deja sus sueños por seguir esta responsabilidad y obligatoriedad de las mujeres de ser madres, ¿por qué decidiste darle esa mirada crítica a la novela?

Yo quería hacer una novela sobre la desintegración de la familia contada desde el punto de vista de una niña, y, de pronto, cuando tuve un primer borrador muy incipiente, yo sentí que había encontrado la historia, pero que todavía le faltaba algo, por lo que la dejé un tiempo. Luego volví a ella y entendí qué era lo que me molestaba, y es que tenía la parte de la niña muy estructurada, pero el personaje de la madre era como la antagonista. Mi hijo Salvador, que es un niño ahora de ocho años, pero para ese entonces tendría unos tres o cuatro, no entendía la diferencia entre la palabra mujer y madre, y yo feminista escandalizada decía: “¡pero cómo, si son dos cosas muy diferentes!”, y me di cuenta de que quizás yo a mis 40 y tantos, estaba igual que mi hijo, porque a mi propia mamá no la veía como una mujer, sino solo como mamá, y por eso el personaje de la madre me había quedado tan débil, sin vida propia, que solamente era vista a través de los ojos de una niña, de su hija. Desde ese lugar, volví la mirada atrás a contemplar a las mujeres de la generación de mi mamá como mujeres y no como madres, es decir, un poco a entenderlas y a entender cómo ha sido su vida y creo que eso le dio un nuevo aire a la novela y terminó por completarla.

-Y como tú misma cuentas, la novela está narrada desde la perspectiva de una niña de 8 años, una niña que entiende y pregunta, se entera de secretos y de verdades sobre la vida, y más precisamente, sobre verdades de los adultos, ¿crees que los niños son realmente críticos y no estos seres a quienes debemos proteger en una burbuja, y que creemos que no se dan cuenta de la realidad? 

Sí, yo siempre supe desde incluso antes de escribir mi primera novela, que quería escribir una novela sobre la maternidad, pero yo no sabía que Los abismos sería esa novela, y pienso que por eso me resistí un poco al principio, pensando que sería una historia sobre la niña, pero en realidad está narrada desde una Claudia adulta, y la novela trataba de guiarme a la infancia de Claudia y yo me resistía, y estuve en esa lucha unos cuantos meses hasta que me di por vencida y me fui a la infancia, y es que no contamos el libro que queremos escribir, sino el libro que nos sale, el que podemos.

-Aquí se ve claramente una relación madre e hija muy intensa, complicada, pero también real, ¿qué es lo que te pareció más interesante de escribir sobre este tipo de relación? 

Claro, y mira que hay un lema del feminismo que dice “la maternidad será deseada o no será”, pero yo creo que eso es espurio, porque hay mil maneras de situarse en la maternidad y hay muchas mujeres que deciden que no quieren ser madres, pero deciden tener al hijo porque quedaron embarazadas, porque les pasó y porque anhelaron tener un bebé y cuando llegó se dieron cuenta de que en realidad, pues, no es tan divertida la maternidad, y me parece que tenemos que hacer un retrato justo y saber que hay muchas maneras de maternar y entre esas están las mamás que no querían serlo, y no necesariamente son madres que de haber podido habrían abortado, de pronto no estaban hechas para abortar y decidieron ser madres, y son madres desde un lugar que no es del todo cómodo. Yo pienso que la maternidad por más deseada y buscada no es cómoda todo el tiempo, más bien tiene mucho de incomodidad.

-También se evidencia claramente la figura muy latinoamericana del padre de familia como sustento, pero nunca como apego emocional para los y las hijas, ¿quisiste plantearlo de esa manera, o fue una coincidencia fortuita?

Es una novela que transcurre en la primera mitad de los años 80 y así fueron los padres que le tocaron a mi generación, una mamá que aun cuando trabajara, era una mamá que respondía por la responsabilidad del hogar, y el sitio del padre muchas veces era el del señor a cargo de la manutención, que llegaba la hora de la comida y de repente pegaba un par de gritos o decía dos palabras, dos sentencias sabias, y esa era su manera de paternar. Yo quería plasmar eso, esa paternidad, porque yo creo que los hombres de esa generación se perdieron de mucho, mi papá cuando nació mi hijo, por ejemplo, recuerdo que un día le pasé a mi bebé y mi papá lo tomó en sus brazos y me dijo “pero es que yo nunca he cargado a un bebé”, entonces, imagínate, es una generación de padres en donde algunos nunca cargaron a sus bebés.

-En La perra, el tema de la maternidad también se toma como eje principal, durante muchos años se ha hablado de la “literatura femenina” en términos despectivos, como una literatura menor, que habla de ciertos temas, como la maternidad, ¿por qué piensas que es relevante seguir hablando sobre estos temas desde un punto de vista literario?

Pues porque son temas a los que hay que darles el lugar que les corresponde, lo femenino era asociado con eso que estás diciendo, algo menor, algo que no tiene vuelo literario, y cómo no va a tener vuelo literario los problemas de la mitad de la humanidad, y la maternidad no es un problema de la mitad de la humanidad exclusivamente, sino de todos, nosotros todos somos hijos de una madre, por lo que es un problema humano y no podemos seguir asociando la maternidad solo con lo femenino, despreciable, poco importante y de poco valor.

-Con Los abismos ganaste el Premio Alfaguara, un premio que, al igual que el resto de reconocimientos, se ha entregado a muchos más hombres que mujeres, ¿por qué crees que se sigue dando esta brecha y cómo acortarla? 

Las abuelas de mi generación no iban a la universidad, eran bachilleres con suerte, muchas dejaban el colegio a los 13 años, casadas, y a los 14 estaban pariendo, entonces son mujeres que no tenían preparación, pero siempre ha habido mujeres escritoras, desde el principio de la humanidad. Hemos escrito desde siempre, pero hemos tenido menos oportunidades para educarnos, para publicar y para que nuestra obra sea valorada. Yo considero que esas brechas aún persisten, que para las mujeres es más difícil educarse, es más difícil que las publiquen, es más difícil ganar premios, es más difícil que sus obras sean valoradas, porque siguen persistiendo unos valores misóginos, machistas y el patriarcado. Además, llevamos la mayoría de la carga de las labores del hogar y eso nos deja menos tiempo para la escritura, la escritura es un oficio del que muy pocos llegan a vivir, y se ejerce al margen, en tus tiempos libres; muchas veces los hombres no tienen que hacerse cargo de las labores domésticas ni de cuidados, por lo que tienen tiempo de escribir, mientras que ellas no. 

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