Con este protocolo, el Ejército puso fin a su negativa de aplicar el Decreto Supremo N°28, vigente desde el año 2012, que establece normas sanitarias y la exigencia de exámenes especiales para ambientes de trabajo por sobre los 3 mil metros de altura sobre el nivel del mar.
Un inédito cambio en su protocolo sanitario para unidades militares situadas por sobre los 3 mil metros de altura geográfica, fue adoptado por el Ejército tras la muerte del soldado de la Brigada Motorizada N° 24 “Huamachuco”, Franco Vargas, el pasado 27 de abril, durante una marcha de instrucción en el Centro de Entrenamiento de Pacollo, ubicado a 4.200 metros sobre el nivel del mar.
Ante la Comisión Investigadora de la Cámara de Diputados sobre cumplimiento de la normativa del Servicio Militar Obligatorio y los hechos ocurridos en los ejercicios militares que le costaron la vida al conscripto Vargas, la institución confirmó que decidió aplicar los test de hipobaria a los soldados de todas las unidades militares del norte de Chile que se despeñan en sitios por sobre los 3 mil metros de altura geográfica.
En concreto, la institución confirmó que tomó 687 análisis de acuerdo a la Guía Técnica sobre Exposición Ocupacional a Hipobaria Intermitente Crónica por Gran Altitud del Ministerio de Salud –conocido comúnmente como “protocolo minero”–, que considera radiografías de tórax, exámenes de sangre, electrocardiogramas y el test de Framingham para cálculo del riesgo cardiovascular.
De esta manera, el Ejército puso fin a su negativa de varias décadas para la aplicación del Decreto Supremo N°28, vigente desde el año 2012 , que establece normas sanitarias y la exigencia de exámenes especiales para ambientes de trabajo por sobre los 3 mil metros de altura sobre el nivel del mar.
El Mostrador intentó conseguir una versión oficial de la institución castrense sobre esta medida, pero esta se excusó de entregar antecedentes, indicando que debían ser requeridos a través una consulta por el mecanismo de la Ley N° 20.285, Sobre Acceso a la Información Pública.
Sin embargo, pese a su decisión de no responder inmediatamente, la nueva disposición fue informada oficialmente los días 10 de junio y 1 de julio, en las sesiones públicas de la Comisión Investigadora, que preside el diputado por Arica y Parinacota, Luis Malla (PL).
El pasado 10 de junio, ante la Comisión Investigadora de la Cámara, el jefe del Estado Mayor General del Ejército, general de División Rodrigo Pino, fue el encargado de informar la modificación a los diputados, indicando que era parte de las medidas adoptadas posmuerte del soldado Vargas.
En su exposición, Pino debió contradecir su propia versión entregada el pasado 3 de mayo en un punto de prensa en el Hospital Militar. En esa oportunidad, justificó la no aplicación de exámenes de hipobaria, argumentando que “no está contemplada porque los protocolos y en los decretos supremos que establecen la realización de exámenes están asociados a personas que realizan trabajos en la zona del altiplano. Y no es el caso de lo que estamos analizando de los soldados que están en el cumplimiento de una ley y que no se exige el cumplimiento o la aplicación de estos exámenes, para poder saber si tienen una mala disposición médica-sanitaria asociada al desempeño en altura”.
Contrariamente a ese criterio que se mantuvo por décadas, Pino confirmó el 10 de junio a los parlamentarios que se habían aplicado 687 exámenes de hipobaria a todos los soldados destacados en lugares con altitud geográfica por sobre los 3 mil metros de altura. El grupo –dijo– incluyó a conscriptos con asiento en la Brigada Reforzada “Huamachuco”, la Segunda Brigada Acorazada “Cazadores” de Pozo Almonte, la Brigada Motorizada N° 1 “Calama” y la Escuela de Montaña.
“Se completó el examen de hipobaria para la totalidad del contingente que tiene desempeño en altura. No nos limitamos solamente a realizar este examen para los soldados que estaban en ‘Huamachuco’, sino también que esto se aplicó para los soldados que están en la Segunda Brigada ‘Cazadores’ en Pozo Almonte y que en algún minuto tienen que cumplir funciones en el paso Colchane; a los soldados que están en la Brigada Motorizada “Calama”, que también cumplen labores en la frontera; y a los soldados que están en la Escuela de Montaña”, detalló.
El general Pino entregó una evaluación reveladora de esa primera toma de exámenes. De los 687 muestreados, dijo que 117 soldados presentaron “antecedentes que son incompatibles con su desempeño en la altura. Específicamente en lo que se refiere a la Brigada Huamachuco, hay 18 soldados que salieron con sus exámenes alterados, uno de los cuales debe ser licenciado del servicio, porque la patología que arrojó el resultado del examen hace incompatible su permanencia en el servicio militar. Ese soldado está siendo licenciado del servicio por causales médicas durante la presente semana”.
Asimismo, mencionó que los otros 17 soldados con exámenes alterados serían redistribuidos en las unidades militares de Arica y Santiago, donde no estén expuestos a altura geográfica.
La decisión de modificar el protocolo sanitario para unidades a gran altitud geográfica también fue confirmada por el comandante en Jefe del Ejército, general Javier Iturriaga, ante la Comisión Investigadora el pasado 1 de julio.
En su intervención, la máxima autoridad de la señalada institución castrense manifestó que “hay protocolos que hasta el día de hoy existían y derechamente la vacunación no era parte del protocolo, ni tampoco los exámenes de hipobaria para altura. No eran exámenes exigibles para nuestros soldados. No eran exigibles porque la experiencia indicaba que en los últimos 40 años no habíamos tenido ningún problema grave como el que tuvimos lamentablemente con Franco”.
El general detalló que el Cuartel Pacollo –donde se realizó la fatídica marcha– se utilizó como unidad militar desde 1979 hasta 1999, “por tanto no era una zona geográfica desconocida para nosotros. En un momento hubo una unidad militar en Putre y otra unidad militar en Pacollo. A partir del año 2000 se refunden ambas en Putre y queda este cuartel de Pacollo, que está a mayor altura, como un cuartel de avanzada táctico”.
También dejó entrever que la causa de muerte del soldado Vargas pudo relacionarse con el Mal Agudo de Montaña, al señalar que “hechos similares en Putre o en Pacollo no habíamos tenido en los últimos 40 años. No habíamos tenido un fallecido por muerte súbita o derivado del Mal de Altura en los soldados conscriptos en esas unidades. Yo hablo desde el año 1974, que se constituyó el regimiento en Putre, y luego el año 1979 en Pacollo”.
El anuncio fue refrendado en la sesión por el director del Hospital Militar, Francisco Silva, quien señaló que la aplicación de los test de hipobaria “son parte de la lección aprendida, en la cual se tomó la decisión y ya se hizo el chequeo correspondiente a aquel personal que se desempeña no solamente en la zona geográfica de Arica, sino también en las zonas geográficas de Iquique, Pozo Almonte, Calama”.
La decisión de adoptar el protocolo sanitario para faenas en altura geográfica puso fin a varias décadas de asesorías sobre el Mal Agudo de Montaña, que fueron recibidas por el Ejército a partir de la década de los noventa, pero que nunca llevaron a un cambio de su protocolo, pese a conocer el riesgo al que se exponía al contingente, al someterlo a condiciones de falta de oxígeno y frío extremo, sin contar con exámenes de salud habilitantes, en unidades por sobre los 3 mil metros de altitud.
Una de esas asesorías la impartió en 1996 el médico especialista y magíster en Ciencias Ambientales y Biomedicina, Mario Sandoval. El facultativo es conocido como el pionero en Medicina de Altura e impulsor del Decreto Supremo 28 que reguló las faenas a gran altitud a partir del año 2012.
Sandoval señaló que la institución le pidió su asistencia, “porque estaban preocupados y sabían que era un riesgo la altura y lo que significaba en un ejercicio en altura, si uno llega con los conscriptos sea del nivel que sea, todos con puna o Mal Agudo de Montaña. Eso no está bien desde el punto de vista táctico, ni tampoco desde el punto del cuidado humano”.
A su juicio, el mando castrense cometía un grave error al no aplicar el “protocolo minero”, bajo el argumento de que el trabajo de civiles no era asimilable a la actividad de un militar en altitud geográfica.
“Da lo mismo que sean militares, carabineros o mineros. Lo que quieres es ir a hacer un trabajo arriba y no enfermarte. Se han creado protocolos y mucho depende de las personas que están a cargo. A estas alturas debería haber un reglamento institucional a nivel de los distintos estamentos de las Fuerzas Armadas y Carabineros, que hiciera que se cumpliera un mínimo de normas para proteger a sus funcionarios. Este es un país de montaña y debemos aprender a convivir con ella”, precisó.
Para Sandoval, lo que afectó al contingente de conscriptos de la Brigada “Huamachuco” fue claramente Mal Agudo de Montaña, tras conocer que evidenciaron dolores de cabeza intensos, sangramiento nasal, oídos abombados, tos, falta de apetito, diarreas, mareos, desmayos, problemas de respiración, alucinaciones y enfriamiento en sus cuerpos.
A su juicio, a los reclutas “debieron haberlos descendido inmediatamente hasta lograr que su saturación de oxígeno mejorara y cesaran los síntomas. También está la posibilidad de darles oxígeno a través de concentradores portátiles, como los que usa el Ejército canadiense, que incluyen unas nariceras. El Ejército de Chile tiene los recursos para implementar esto y así tener un mejor desempeño en altura, ignoro por qué no lo ha hecho. Aquí es cosa de una orden del comandante en Jefe y se implementa un protocolo. No hay que legislar nada”.
Sandoval recordó que, gracias a su asesoría, el Ejército logró realizar una hazaña nunca antes lograda: alcanzar la cima del volcán Parinacota, situada a 6.300 metros de altitud, con un contingente de la brigada “Huamachuco”. “Antes de 1996 solo llegaban los militares bolivianos a la cima. Sin embargo, después del trabajo de aclimatación, de salud y dieta que hicimos, los militares chilenos y bolivianos llegaron a la par a esa cúspide”, indicó.
Sobre el reinicio de las operaciones en la brigada “Huamachuco”, el médico sostuvo que lo primero es practicar exámenes de altura a todos los militares, incluyendo a los conscriptos; capacitar a los mandos en distintos niveles sobre los síntomas del Mal de Altura y las medidas que deben tomar; dotar de oxímetros de pulso a los encargados de las escuadras para monitorear la saturación de oxígeno de la tropa; y aplicar la encuesta de Lake Louise para detectar síntomas del Mal Agudo de Montaña.
También recalcó que debe existir un equipo sanitario con un médico a la cabeza monitoreando a la unidad militar, con especialización en Medicina de Altura, además de disponer de concentradores de oxígeno para proporcionar este elemento en caso de una emergencia. Y advirtió que, por ningún motivo, los militares deben subir con cuadros respiratorios, ya que la falta de oxígeno puede complicarlos, tal como ocurrió con 45 soldados que debieron ser aislados en Arica por influenza.
La asesoría del doctor Mario Sandoval en Mal de Altura no es la única que el Ejército ha recibido. Sorprendentemente, El Mostrador confirmó que la institución cuenta con una asesoría vigente sobre los riesgos del Mal de Altura y que está focalizada justo en la Brigada Motorizada “Huamachuco”.
Se trata del proyecto “Medicina de Altura III: Validación de Biomarcadores y de Mitigadores”, que el Comando de Educación y Doctrina (Cedoc) del Ejército y la Universidad Arturo Prat (Unap) impulsaron a través de un convenio suscrito el año pasado.
En la web cedoc.cl, a través de la nota “Ejército y Universidad Arturo Prat firman convenio de colaboración académica”, publicada el año pasado, se define la iniciativa como un estudio que “pretende suministrarles a los Soldados Conscriptos de la comuna de Putre un suplemento natural denominado arginina, aminoácido utilizado por los deportistas extremos. La idea de los investigadores es que, tras 6 meses, se pueda corroborar si este compuesto mitiga la puna o las enfermedades asociadas”.
Paradójicamente, en la suscripción del convenio estampó su firma el entonces comandante de Educación y Doctrina, general de División Rodrigo Pino, hoy jefe del Estado Mayor, quien actuó como vocero de la crisis de la brigada, justificando la no aplicación de exámenes médicos habilitantes para el desempeño en altura en el personal militar y en conscriptos.
Tras la firma del acuerdo, el general Pino dijo que “este proyecto dará un vuelco a cómo se enfrenta el Mal de Altura con base científica, contribuyendo a que quienes estén realizando su Servicio Militar puedan tener un mejor desempeño en condiciones extremas, como también a quienes permanezcan en este tipo de zonas del territorio nacional, permitiendo además extrapolar esta información a otras áreas con condiciones similares”.
Por su parte, el director del Centro de Investigación en Medicina de Altura (Ceima) de la Unap, Eduardo Peña, ingeniero en Biotecnología Unap y doctor en Farmacología y Fisiología, instó a “no culpar” al Ejército en esta coyuntura, asegurando que el proceso de “concientización” para adoptar medidas sanitarias preventivas está en curso.
“Estoy consciente de que el Ejército, desde el año pasado, está buscando asesoramiento científico y médico frente a la exposición a gran altura. Esto no los pilló de sorpresa. Están trabajando con nosotros desde el año pasado, porque están preocupados”, expresó.
El equipo investigador que lidera, estuvo trabajando específicamente con los mandos de distintos niveles y conscriptos de la Brigada Motorizada “Huamachuco” el 2023. Les hizo charlas, avanzó en un manual de cuidados y les suministró el nutracéutico arginina, para estudiar si producía una mejora en sus condiciones de salud mientras estaban destacados en altura. Las conclusiones aún están pendientes, ya que se encuentran siendo validadas científicamente para poder difundirlas.
Peña dijo que el Ejército ha estado preocupado por este tema. Prueba de ello, aseguró, es que en la última década tuvo otro acercamiento con la Unap, para trabajar en protocolos sobre Medicina de Altura. De hecho, la propia Unap le entregó un reconocimiento el año 2011 a la VI División de Ejército en el Seminario “Aclimatación de sujetos jóvenes a gran altura”, “por su constante colaboración en una serie de estudios académicos y científicos relacionados con el comportamiento del ser humano en zonas con condiciones complejas”.
“Estamos en constante comunicación en cuanto a cómo podemos mitigar los problemas de altura. Esto que se desmaye la gente ocurre todos los días. Es riesgoso claramente. La guardia fronteriza tiene que estar expuesta en altura. Lo que estamos haciendo es poder contribuir en hacer diagnósticos precoces y no solo en el Ejército, sino también en la minería y el turismo”, expuso.