Luego de cuatro años como embajador en Venezuela, durante el segundo mandato de Bachelet, el exministro de Allende afirma hasta hoy que “Nicolás Maduro es un dictador”. Dice que existen condiciones para un fraude en los comicios de este domingo y aborda las graves consecuencias para América Latina.
El año 2014, el exministro de Salvador Allende, Pedro Felipe Ramírez, partió rumbo a Venezuela, después que la entonces Presidenta Michelle Bachelet lo nombrara embajador al comenzar su segundo mandato. Un cargo con especial simbolismo, ya que regresaba al país que lo acogió durante el exilio en dictadura, además de su profunda adhesión al proyecto encarnado por Hugo Chávez, fallecido un año antes de su llegada a Caracas.
Tras su retorno el 2018, Felipe, como le dicen sus cercanos, había cambiado radicalmente de opinión, conmocionado por el abandono de la población y los altos niveles de pobreza y corrupción. En ese entonces, afirmó que en Venezuela había “una dictadura”, algo que le valió las críticas de la izquierda chilena. No obstante, es una postura que mantiene hasta hoy y con mayor convicción. “Maduro es una persona que no respeta las reglas del juego democrático y, además, es un violador permanente de los derechos humanos”, afirma.
A pocas horas de que Venezuela viva una de las elecciones más importantes del último tiempo, tras 11 años de Nicolás Maduro en el poder, Ramírez advierte que podría significar “un punto de inflexión, para bien o para mal”. La cooptación del Consejo Nacional Electoral y la persecución a la oposición son algunos de los temas que, a su juicio, levantan las alarmas ante un eventual fraude. A lo que agrega el impacto en América Latina, luego de la migración de un tercio de la población venezolana, que es algo que podría intensificarse si no hay un recambio en el Gobierno.
Desde su departamento en calle Merced, el exmilitante de Izquierda Ciudadana señala que uno de los escenarios plausibles es que “el escrutinio se alargue”, en el caso de que se quieran desconocer los resultados, por lo que la incertidumbre podría mantenerse más allá del domingo.
Respecto a cómo la izquierda está observando el proceso desde Chile, Pedro Felipe Ramírez afirma “que muy poca gente mantiene el apoyo a Maduro. Básicamente sectores del Partido Comunista, especialmente su dirigencia. Pero al interior del partido yo sé que hay mucho debate sobre el tema”.
-Chavista pero no madurista, ¿lo mantiene?
–Cada día lo mantengo más. Primero, porque las políticas de Maduro y de Chávez son totalmente distintas. Chávez tuvo algunos errores en el manejo económico y tuvo también algunas actitudes autocráticas, pero nunca fue una dictadura. Él siempre respetó las reglas básicas de la democracia. En la época de Chávez se hicieron, más o menos, creo que 17 elecciones. Las ganó todas, menos una, y la aceptó.
En cambio, Maduro es una persona que no respeta las reglas del juego democrático y, además, es un violador permanente de los derechos humanos. Tiene un país destruido, un país empobrecido, donde el 75% de la población venezolana vive bajo el nivel de pobreza. Y donde, según Naciones Unidas, han emigrado 8 millones de venezolanos. Yo creo que son sobre 9 millones, porque hay mucha migración que llega a los países de manera ilegal, como en Chile. Eso significa prácticamente la fuga del tercio de la población.
Es una cosa impresionante. Y además, ellos siempre han dicho –yo se lo escuché directamente a la ministra de Prisiones, que es una persona muy cercana a Maduro– que “podrá Venezuela estar en cenizas y nosotros nunca vamos a entregar el poder”. Esa es su postura, no entregar el poder nunca, aunque Venezuela esté en cenizas, como está prácticamente ahora.
Entonces, mi posición la sigo manteniendo. Chávez era una persona preocupada de la gente pobre, preocupado de los desvalidos. Cometió algunos abusos, pero mantuvo las bases fundamentales de la democracia, del respeto por los derechos humanos, y una orientación decidida para ayudar a los pobres. Hoy día es al revés, los pobres están más pobres que nunca.
-Eso usted lo vio durante los años que estuvo allá…
-Por supuesto. Maduro es un dictador, que no le importa que su gente, incluso que los pobres, sean más pobres y tengan hambre. Gran parte de los venezolanos vive hoy día de dos cosas: de la remesa que les envían los parientes que han emigrado y de cierta autoproducción que se hacen en terrenos que ellos apenas pueden mantener, dentro de las casas y otros lugares. Y, a pesar de eso, el 75% de la población está bajo el nivel de pobreza.
-Una de las cosas que ha dicho Nicolás Maduro es que son un Gobierno militar, ¿cómo entender y proyectar la relación con las Fuerzas Armadas?
-Hasta ahora las Fuerzas Armadas han respaldado a Maduro, especialmente encabezados por su ministro de Defensa, don Vladimir Padrino López, que fue comandante en Jefe del Ejército durante muchos años. Él ha respaldado a Maduro en todas sus tropelías, prácticamente ha sido un aliado. Pero no sé cómo evolucionó esto en el último tiempo en la alta oficialidad del Ejército y de la fuerza bolivariana. El Ejército venezolano, contrariamente a lo que tenemos acá con 42 generales, en Venezuela son 300, y no se puede comprar a los 300. Ha comprado muchos, yo creo que por varios millones de dólares. Pero comprar 300 es difícil, sobre todo en un país que cada vez tiene menos recursos, aunque tiene suficiente para comprar voluntades y comprar conciencia, pero muchas veces eso empieza a faltar también.
Al mismo tiempo, hay que pensar que muchos oficiales tienen un sentido patriótico y, obviamente, al ver un pueblo que está empobrecido, en una economía donde todos los días falla la luz, donde todos los días falla el agua, también los propios soldados viven la pobreza de su familia.
-¿Pondría en duda un apoyo irrestricto en el caso de desconocer los resultados de las elecciones, por ejemplo?
-Es que depende de cómo sean esas elecciones. Yo siempre tengo en vista eso que le acabo de contar, la idea de que Venezuela estará en cenizas, pero nunca entregarían el poder. A mí me parece que esa es una máxima que mantienen todavía. Además de la cantidad de trabas que han impuesto a la oposición a través del CNE, el Consejo Nacional Electoral, que está dominado por Maduro, para los efectos de que puedan sacar adelante una campaña, incluso de posibilitar un proceso electoral limpio.
Entonces, se ven muchas manifestaciones que ponen en duda la actuación limpia de Maduro, con acciones previas y acciones que están dificultando la transparencia de la elección, incluso los observadores internacionales. Le quitaron la invitación a la Unión Europea. Brasil, que iba a llevar una delegación, la quitó por una crítica que le hizo Maduro al sistema electoral brasilero. Colombia hizo lo mismo, tampoco van. Desinvitaron al expresidente argentino Alberto Fernández.
Prácticamente los dos observadores principales que hay son un equipo técnico de Naciones Unidas y la Fundación Carter. Pero son observaciones que se llaman de acompañamiento técnico, porque para hacer una verdadera observación hay que tener un equipo muy grande y desplazarlo por todo el territorio para poder observar prácticamente cada local, cómo se están comportando, si están funcionando los testigos, si dejan entrar a la gente, etc.
-¿Esto es más bien simbólico?
-Absolutamente simbólico.
–¿Qué rol cumple, a su juicio, la comunidad internacional, sobre todo aquí en América Latina? Particularmente por las declaraciones del último tiempo de personajes como Lula da Silva, quien advirtió a Maduro que “cuando pierdes, te vas”.
-Todo eso demuestra lo que yo estoy diciendo. De hecho, Brasil hasta no hace mucho tiempo, de alguna manera, pensaba que en Venezuela había una cierta democracia. Incluso recordará usted que, al inicio de su Gobierno, convocó a los presidentes de América Latina para hablar de la integración latinoamericana. Y en esa ocasión tuvo un desencuentro de opinión sobre Venezuela con el Presidente Gabriel Boric. Donde Boric planteó la posición permanente que ha tenido en relación con la violación de los derechos humanos por parte del Gobierno de Maduro y el déficit en estándares democráticos.
Lula ha girado y se ha dado cuenta de que estamos frente a un escenario donde Maduro puede robar la elección. Y entonces ha planteado una postura de prevención, señalando que Maduro tiene que aceptar el resultado. El problema es qué pasa si el resultado es producto de un robo que haga el CNE. Yo me temo mucho de que se están produciendo las condiciones para un robo gigantesco.
-¿Ese puede ser el escenario más plausible?
-Ese podría ser el escenario. Han existido una gran cantidad de problemas, de impedimentos a la gente y a la oposición para poder desarrollar su campaña. Yo creo que, si llegara a aparecer como triunfante Maduro por decisión del CNE, no me cabe duda de que podría tratarse de un robo.
En segundo lugar, creo que, si eso logra afirmar a Maduro en el poder, va a haber consecuencias muy graves para el resto de América Latina, incluso Estados Unidos, por el tema de la migración. Si ya son 9 millones los que hay hoy día afuera, esperemos otros millones más que salgan como estampida de Venezuela.
-¿Podría ser un punto de inflexión?
-Un punto de inflexión para bien o para mal. Esperemos que todo salga bien en el sentido de que por lo menos se respete mayoritariamente la voluntad popular efectiva.
-¿Cómo ha evolucionado, a su juicio, la opinión de la izquierda chilena respecto a Venezuela, en particular del Partido Comunista, donde varios dirigentes mantienen su apoyo a Nicolás Maduro?
-Cuando yo volví de Venezuela y critiqué a Maduro, hubo mucha gente de izquierda que me criticó, no solo del Partido Comunista, del Partido Socialista también y de algunos sectores independientes de izquierda. Pero, finalmente, lo decisivo fue la opinión de Michelle Bachelet, como Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos. Cuando salió el informe ya todos dijeron que tenía razón, entonces ahí mucha gente asumió esta postura, que yo he tenido desde que volví.
Diría que muy poca gente mantiene el apoyo a Maduro. Básicamente sectores del Partido Comunista, especialmente su dirigencia. Pero al interior del partido yo sé que hay mucho debate sobre el tema. Hay mucha gente con la cual yo tengo contacto que me ha dicho: “Tienes razón, estamos convencidos de que ahí hay una dictadura”. Pero es un partido que de todas maneras siempre trata de mantener su unidad interna.