El colectivo integrado por los artistas visuales Felipe Rivas y Jaime San Martín, trae una nueva propuesta en la que ponen sobre la mesa la cotidianidad de las tecnologías y la paradoja del desconocimiento sobre cómo funcionan, cruzado por la presencia y estética contextual en la que las habitamos.
Luego de una exitosa residencia y muestra en Espacio 218 con el Predicador Artificial, Estudio San Martín -integrado por los artistas visuales Felipe Rivas y Jaime San Martín- llega con una nueva apuesta sobre la relación cotidiana y trascendental que tenemos con la tecnología.
De la mano de las herramientas de la Inteligencia Artificial (IA) y la desfuncionalización como operaciones artísticas, “5G” aproximará al público una escultura a escala real de una antena 5G en OMA Galería, ubicada en Mercado Urbano Tobalaba. Acompañada de una danza visual de aves (que no lo son tanto), la muestra propone una reflexión poética, cotidiana y política sobre lo que hace posible el despliegue de la tecnología.
Junto a ello, el marco legal e institucional que permite la instalación de la tecnología 5G en Chile nutrirá el relato y la experiencia inmersiva en la exposición, curada por Diego Parra. “Pasar por una pequeña extrañeza y entrar en el ambiente, junto con instalar una sospecha y reflexión en torno al paisaje, la tecnología y la belleza”, es lo que los artistas esperan detonar en el público, convocado a la inauguración de la muestra este sábado 17 de agosto a las 12:30 hrs.
Con estos recursos, la muestra “instala un soporte más político, que son las discusiones legales que se dieron en Chile para implementar el 5G”, teniendo como antecedente que el país fue el primero en hacerlo a nivel latinoamericano. Con ello operan un “doble asedio al concepto y materialidad del 5G”.
– ¿Se puede describir una trayectoria del uso de la inteligencia artificial en el arte en Chile?
Felipe Rivas (F): Lo que pasa es que estas herramientas generativas de uso masivo son muy recientes. El año 2022 aparecen así, explotan, pero es cierto que son tecnologías que se vienen probando de manera experimental y más acotadamente desde hace mucho tiempo. El tema de la IA también se viene pensando teóricamente en el campo de la ciencia desde hace rato. Desde el arte, se habla de momentos de la inteligencia artificial. Son intensidades, y ahora estamos viviendo una oleada de intensidad.
Jaime San Martín (J): En Chile no sabría decir, pero sí hay una historia de lo computacional en el arte. El IA en el arte es cíclico, como primavera – verano – otoño – invierno. Ahora estamos en una de las primaveras. La IA ha permitido ampliar ciertos ejercicios que ha hecho el arte al instalar operaciones productivas que van apuntando hacia cómo el lenguaje construye ciertas realidades o simbolismos, como lo hace el arte conceptual, o el arte de instrucciones, de delegar la obra en un otro, diluyendo la figura del artista. El arte contemporáneo se ha preguntado mucho por el problema del lenguaje, de delegar el trabajo a una otra persona, o que el arte sea la instrucción en sí.
– ¿Depende solo de la disponibilidad de herramientas?
F: Está relacionado con el desarrollo de la tecnología pero no es lineal, sino que está involucrado con otras cosas que están ocurriendo. El desarrollo actual de la tecnología masiva de IA se dio gracias a que existen otros elementos dentro del ecosistema que permiten que algo que tal vez estaba pensado o medio armado, pudiera desplegarse.
J: Tiene que ver con las nuevas high tech companies. Los grandes capitales están vinculados a tecnología y esa masividad es lo que en el fondo habilita el uso de la y la IA de manera masiva. Se debe también al desarrollo y procesamiento de la nube; a la venta masiva de tarjetas gráficas para hacer cómputo a nivel usuario. Es una cuestión de fuerza bruta que también se usa para hablar en tecnología.
– ¿Cómo explicarían el uso que ustedes hacen de la IA en su trayectoria y en particular en esta exposición?
F: Es difícil describirlo de una única manera, porque hay un uso experimental por un lado, cotidiano por otro, y también reflexivo. A veces la entendemos como una herramienta, otras como un diálogo con el sistema. También estamos usando herramientas de inteligencia artificial que son concretas, porque no existe “una” gran IA, sino muchos modelos distintos.
Lo veo como una continuidad de un trabajo que ya se viene haciendo hace tiempo. Si lo pensamos más ampliamente desde la práctica artística en general, cuando aparecen nuevos medios los artistas históricamente los ocupan, y claro, eso abre y genera nuevas preguntas.
J: El desarrollo tecnológico es tan absurdo y cotidiano, que de repente trabajando conversamos “habrá una IA que haga esto, veamos”, y existe. Es como que a alguien se le ocurre y está. Pero estamos en un momento donde no se debate demasiado por la obsolescencia. Nosotros estamos usándolo con el objetivo artístico, pero estamos haciéndolo absolutamente de la misma manera que mucha gente. No es algo tan especial, en el fondo nuestra práctica artística surge de nuestra experiencia como usuarios.
– ¿Cómo marca esto del nivel usuario, que la tecnología esté tan disponible?
F: Ahí hay una discusión en el campo del arte medial, porque por ejemplo, está la posición de salir del plano del usuario e irse a un lugar más profundo y “verdadero” de conocimiento que sería la programación, o un saber experto. Si esa fuera la lógica, serían los ingenieros del MIT los únicos que podrían tener una postura al respecto y no los artistas o cualquier persona. Nosotros preferimos reivindicar ese lugar del usuario, que desde ahí también se puede opinar.
J: Me parece súper interesante esta cuestión de que cuando la masa ha llegado a ocupar o habitar los medios, éstos medios se liberan. Un poco lo que pasó con el pomo de pintura y los impresionistas, que les permitió a los pintores salir del taller y pintar en medio de la naturaleza, o cuando Nikon empieza a vender las cámaras de manera masiva, aparece la foto más desarraigada de la pintura o de lo teatral.
– Crear con IA, ¿amerita una pregunta ética?
J: Pienso que sí , lo amerita, pero más bien amerita dirigir ese cuestionamiento, es decir: ¿a quién le sirve esa típica discusión sobre la ética de la IA que instala y naturaliza conceptos como la propiedad privada, el uso de imagen, el genio o lo original? Se benefician más los bufetes de abogados de Disney que el arte, de todas maneras. Al final el mercado y las industrias culturales se sostienen y lucran sobre esos valores conservadores que nada tienen que ver con la diversa historia de las formas de producción en artes.
F: Es que toda la historia del arte es un “robo productivo” como decía el profesor Guillermo Machuca en la Escuela de Artes de la Chile. Uno produce en base a lo que aprendió, copiando cuadros de autores famosos, o no sé, el collage por ejemplo, que es sacar fragmentos de cosas que existen previamente y armar algo nuevo con eso. Cuando apareció la fotografía generó todo un debate sobre hasta qué punto la imagen que tomó una máquina es arte o hay autoría siendo que el fotógrafo lo único que hizo fue apretar un botón. Entonces la IA vuelve a avivar preguntas que no son nuevas en el arte. Pero claro, interpela una fibra muy sensible de una capacidad humana que parecía muy esencial y especial de la humanidad que es la idea de inteligencia. Hay una interpelación al ego humano en ese sentido.
– La obra va a poner -literal- una antena 5G en tamaño real en el espacio de la muestra. ¿Por qué la elección de la proximidad?
F: El espectador va a encontrarse con una instalación inmersiva donde pareciera que está en una especie de cielo habitado por este objeto tecnológico. Esto es para volver al momento inicial del proyecto, que surge de una -entre comillas- fascinación estética con el objeto antena en un atardecer, sus luces, y el contraste; algo que tal vez no todo el mundo encontraría bello en un principio. Encontrar bello el momento de esa antena en el atardecer es una propuesta que es molestosa: mostrarla y problematizar el relacionamiento de esa distancia con esa proximidad con otros.
J: De hecho, nosotros no hemos experimentado nunca una antena en tamaño real. Es también para nosotros esa cosa que vemos siempre de lejos, pero que tiene una carga muy material. Creo que puede pasar esa pequeña extrañeza de entrar en un ambiente, de instalar una cierta sospecha o una reflexión en torno al paisaje, la belleza y la tecnología. Eso es lo que sería más interesante de que ocurriera.
De fondo de la antena habrá una masa de aves que no se nota pero son polígonos. Ver los pájaros de lejos, que se mueven como pájaros, pero al acercarte son como unos avioncitos de papel, son como unos triángulos que se mueven. Son capas sensibles de lectura. Creo que sería algo entretenido que la gente pudiera entrar en ese juego.
– Otro de los elementos de la muestra es la información de textos oficiales, ¿por qué?
J: Quisimos traer a habitar con esta antena archivos que dieran cuenta del sustento legal, de las discusiones que se han dado para implementar la red. Es un doble asedio al concepto del 5G: uno son los objetos tecnológicos como la antena y el otro la materialidad legal.
F: La tecnología 5G siempre se piensa como una cosa inmaterial, pero en realidad son materiales, es electrónico, cuenta con un soporte tecnológico como la infraestructura de las antenas, pero también tiene otro soporte que nos interesa que es más político, que que son todas las discusiones legales que se dieron en Chile para que se pudiera implementar.
– Chile ha implementado la tecnología bajo un régimen neoliberal. ¿Qué nos dice esta relación del país con el desarrollo tecnológico?
J: En este camino hemos aprendido harto al respecto. Por ejemplo, Chile el año pasado fue el país con el internet más rápido del mundo, literal; y este año estamos en el tercer lugar superado solamente por Singapur y Hong Kong. Hay una cosa con el desarrollo tecnológico de Chile y su posicionamiento en los mercados globales que tiene que ver con una especie de pretensión, una especie de desarrollismo raro. Hay un paréntesis que sería, por ejemplo, el proyecto Synco en la UP que corre en otra beta, en una idea de un desarrollo integral e integrador.
F: Se podría definir como una patología, que la función de lo tecnológico y las nuevas tecnologías como que suple otras falencias dentro del proyecto de país, carencias del orden democrático y social.
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