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Crisis silenciosa Opinión

Crisis silenciosa

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Juan Pablo Sims
Por : Juan Pablo Sims Centro de Estudios de Relaciones Internacionales Universidad del Desarrollo
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Más del 50% de los niños de entre 4 y 14 años tiene sobrepeso u obesidad, lo que coloca a Chile entre los países con mayores tasas de obesidad infantil en la región.


En un país donde temas como la seguridad, la inmigración y la economía dominan las agendas políticas y mediáticas, es fácil perder de vista una crisis igualmente urgente, pero a menudo desatendida: la obesidad. Este problema de salud pública no solo afecta a millones de personas en Chile y en todo el mundo, sino que también representa uno de los mayores desafíos que enfrentamos como sociedad.

La obesidad, con su alarmante aumento en todas las edades y su impacto devastador en la salud, la economía y la calidad de vida, debería ocupar un lugar central en nuestras prioridades. Es un problema que, a pesar de los esfuerzos globales, nadie ha logrado resolver por completo, y es crucial que empecemos a abordarlo con la seriedad y urgencia que merece, en especial, ad portas del nuevo ciclo eleccionario presidencial y legislativo. 

La obesidad se ha convertido en una de las crisis de salud pública más graves a nivel mundial. Desde 1990, las tasas de obesidad se han duplicado entre los adultos y cuadruplicado entre los niños, lo que refleja una tendencia alarmante. Hoy en día, más de 1.000 millones de personas en todo el mundo están clasificadas como obesas, incluidos el 7% de las niñas y el 9% de los niños. 

En 2019, la obesidad provocó alrededor de 5 millones de muertes, lo que es 20 veces más que la desnutrición. Estos datos subrayan la gravedad de la situación: la obesidad ya no es un problema exclusivo del mundo desarrollado, sino que está afectando de manera creciente a los países en desarrollo. En lugares como las islas del Pacífico, el Caribe y países en desarrollo como Camboya y Lesoto, las tasas de obesidad infantil son particularmente altas y están en aumento, lo que destaca la necesidad urgente de intervenciones eficaces a nivel global.

En Chile, la situación es igualmente preocupante. Según un reciente estudio publicado en la revista The Lancet, Chile es el segundo país de América Latina donde más ha aumentado la obesidad en los últimos 30 años. En 1990, aproximadamente el 20% de las mujeres chilenas sufría de obesidad; para 2022, esta cifra se disparó al 45%. Los hombres chilenos también han experimentado un aumento significativo, pasando de un 20% de obesidad en 1990 a un 30% en 2022. 

Más del 50% de los niños de entre 4 y 14 años tiene sobrepeso u obesidad, lo que coloca a Chile entre los países con mayores tasas de obesidad infantil en la región. Este fenómeno no solo tiene graves implicaciones para la salud de la población, sino que también conlleva costos económicos y sociales considerables, que se reflejan en el aumento de las enfermedades crónicas, la disminución de la calidad de vida y la sobrecarga del sistema de salud. La obesidad, tanto en Chile como en el resto del mundo, requiere una atención urgente y un enfoque integral para mitigar su impacto en las futuras generaciones.

A pesar de los numerosos esfuerzos por parte de gobiernos y organizaciones de salud en todo el mundo, ningún país ha logrado reducir consistentemente las cifras de obesidad. Las estrategias implementadas han mostrado resultados limitados y, en muchos casos, solo han logrado frenar temporalmente el avance de esta crisis. La obesidad, que afecta a millones de personas y es responsable de millones de muertes cada año, ha demostrado ser un problema complejo y persistente que trasciende las fronteras nacionales. La falta de una solución efectiva a nivel global subraya la necesidad de un enfoque más coordinado y ambicioso.

Dado que la obesidad se está convirtiendo en un problema global, es imperativo que los países no solo implementen medidas firmes a nivel nacional, sino que también se involucren en una cooperación internacional significativa. Es crucial fomentar la investigación y el desarrollo de nuevas estrategias que puedan abordar las causas profundas de la obesidad y promover hábitos de vida saludables a gran escala. 

Solo a través de una acción concertada y colaborativa, que incluya tanto a gobiernos como a organizaciones internacionales, podremos desarrollar soluciones efectivas para una crisis que ha sido esquiva hasta ahora. La lucha contra la obesidad no es solo una cuestión de salud pública, sino un desafío global que requiere un esfuerzo mancomunado para garantizar un futuro más saludable para todos.

 

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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