Opinión
El grooming es una amenaza silenciosa que se despliega rápidamente. La legislación, aunque ha avanzado, sigue enfrentando retos en la identificación y detención temprana de quienes cometen este delito.
El reciente caso de un chileno de 21 años acusado de viajar a Estados Unidos para abusar de una menor que conoció en línea ha conmocionado a la opinión pública. El joven, quien estableció contacto con la víctima a través del popular juego Roblox, pasó varios meses manipulando y ganándose la confianza de la menor. Este hecho lamentablemente no es un incidente aislado, sino un ejemplo claro de cómo los agresores sexuales utilizan el internet para vulnerar y abusar de niños y niñas, lo que nos obliga a reflexionar sobre la creciente amenaza del abuso infantil en línea.
Este caso destaca la importancia de abordar el fenómeno del grooming, un proceso de manipulación digital que se ha vuelto cada vez más común con el auge de las redes sociales y los juegos en línea. Según datos recientes, el abuso sexual infantil en línea ha aumentado en un 87% desde 2019, con más de 32 millones de reportes a nivel global solo en 2023 según National Center for Missing and Exploited Children (NCMEC).
En Chile, aunque las cifras son más limitadas, el creciente acceso de los niños a internet –con el 97% de los menores de 3 a 17 años conectados en 2022– los deja expuestos a este tipo de amenazas, según We Protect.
El grooming es una amenaza silenciosa que se despliega rápidamente. La legislación, aunque ha avanzado, sigue enfrentando retos en la identificación y detención temprana de quienes cometen este delito. Las familias, las instituciones educativas y las autoridades deben estar más atentas que nunca, implementando estrategias de prevención y educación digital para evitar que más niños sean víctimas de estos delitos.
Es fundamental que las familias tengan diálogos amplios con sus hijos y niños bajo sus cuidados. Primero, sobre el uso de gadgets desde muy temprana edad, lo que muchas especialistas ya claramente recomiendan prohibir; segundo, por su uso sin supervisión y aumentar el control parental; y tercero, por el abandono de muchos padres de su rol protector al descuidar el cuidado de hijos e hijas en el uso de herramientas tecnológicas.
Los padres deben educar a sus hijos sobre los riesgos de compartir información personal en línea y mantener una supervisión activa. Asimismo, las plataformas tecnológicas deben asumir un rol más proactivo en la detección de conductas sospechosas y trabajar en conjunto con las autoridades para reducir el riesgo de grooming.
La creación de herramientas de control parental y programas educativos que enseñen a los niños a reconocer comportamientos peligrosos en línea también son pasos importantes para combatir esta creciente amenaza.
En última instancia, la lucha contra el abuso sexual infantil en línea requiere un esfuerzo coordinado entre gobiernos, empresas tecnológicas y la sociedad civil. Este delito no desaparecerá por sí solo, pero con una vigilancia constante y acciones decisivas, podemos comenzar a construir un entorno digital más seguro para todos nuestros niños.
