Lemu Nge: el satélite chileno que monitorea el bosque chileno (JUEGO LIMPIO)
Desarrollado en colaboración entre la startup Lemu y la Universidad de Chile, el satélite está diseñado para monitorear la biodiversidad de los bosques del sur de Chile.
El satélite Lemu Nge, lanzado en agosto de 2024 desde la base de la Fuerza Espacial Vandenberg en California, se ha hecho famoso. Desde su lanzamiento se ha posicionado como una de las herramientas más avanzadas para la conservación de los ecosistemas en Chile y el hemisferio sur. Este nanosatélite, cuyo nombre en mapudungun significa «Ojo del Bosque», está equipado con una cámara hiperespectral que permite la recolección de datos con una resolución 20 veces mayor que la de los satélites convencionales, lo que lo convierte en un instrumento sin precedentes para el monitoreo ambiental.
Desarrollado en colaboración entre la startup Lemu y la Universidad de Chile, el satélite está diseñado para monitorear la biodiversidad de los bosques del sur de Chile, en particular en la Estación Experimental Frutillar, un ecosistema con alta concentración de especies arbóreas nativas, muchas de las cuales están amenazadas por el cambio climático y la actividad humana.
Jaime Hernández, director del Laboratorio de Geomática y Ecología del Paisaje de la Universidad de Chile, destaca que Lemu Nge puede medir con alta precisión el estado hídrico de las plantas, el vigor fotosintético y otros indicadores de la salud vegetal, abriendo nuevas posibilidades para la gestión forestal.
El uso de la tecnología hiperespectral, que captura información en más de 30 bandas espectrales entre los 450 y 900 nanómetros, permite a los investigadores identificar no solo las especies vegetales presentes en un área, sino también evaluar su estado de salud a lo largo del tiempo.
Uno de los aportes científicos del satélite es su capacidad para detectar cambios fenológicos en las especies vegetales, permitiendo un monitoreo continuo de las fases de crecimiento, floración y estrés hídrico de las plantas.
¿Y qué permitirá esto? El Ojo del Bosque será crucial para desarrollar modelos predictivos que puedan anticipar cómo estos ecosistemas reaccionarán a futuros eventos climáticos extremos. Esta capacidad –me cuentan– será esencial para la formulación de políticas ambientales adaptativas, que promuevan la resiliencia ecológica y la sostenibilidad en el manejo de recursos naturales.
Además del monitoreo terrestre, Lemu Nge tiene el potencial de expandir su alcance a ecosistemas costeros y marinos, como los bosques de macroalgas a lo largo de la costa chilena. Estas áreas, que cumplen un rol vital en la absorción de dióxido de carbono y la regulación del clima, también serán objeto de estudio a través de las capacidades del satélite.
Fuera de esto, es destacable que el impacto de Lemu Nge no se limite a la ciencia chilena. El satélite está posicionado para cerrar la brecha de datos sobre biodiversidad en el hemisferio sur, una región que, a pesar de albergar una gran parte de la biodiversidad global, ha estado históricamente subrepresentada en términos de estudios satelitales.
A largo plazo, se espera que Lemu Nge contribuya no solo al monitoreo de los ecosistemas chilenos, sino también a la creación de una red global de monitoreo de la biodiversidad, proporcionando datos críticos para enfrentar las crecientes amenazas del cambio climático. Algo así como el «ojo de Sudamérica».
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