Cerca de 10 millones de cubanos permanecieron varias horas a oscuras, luego de que fallara una central eléctrica, en el contexto de una crisis energética que lleva varios meses y que tiene de trasfondo una compleja escasez de combustibles.
Cuando de verdad se sufre el apagón es de noche. Cuando las casas quedan totalmente a oscuras, las cocinas eléctricas no sirven para preparar la cena, los ventiladores inertes no espantan el calor caribeño y sólo las luces de un carro o un celular rompen el negro más rotundo.
Bien lo saben los cerca de 10 millones de cubanos que han pasado la noche a oscuras después de que una avería en una central clave en la mañana del viernes desatase un apagón completo del que el país está apenas empezando a recobrarse.
Este es el culmen de una crisis energética de años que se había agravado en las últimas seis semanas por el déficit de combustible -fruto de la falta de divisas para importarlo- y de las frecuentes averías en las obsoletas centrales termoeléctricas del país, de factura soviética.
“Ésta hay que pasarla”, dice mordaz a EFE Alexis, sentado en la penumbra de una acera estrecha del popular barrio de La Habana Vieja, sobre una rustica banqueta, mientras comenta con un grupo de amigos y familiares lo “duro que está esto”.
Es cerca de medianoche y en las calles de su distrito apenas se puede distinguir una fachada, un vecino caminando o un tanque de basura a unos metros. El centro de la capital cubana tiene un toque espectral, casi apocalíptico.
Cuatro hombres juegan al dominó en la calle aprovechando la luz delantera de una moto. Una pareja con una niña en brazos camina iluminando la calzada plagada de agujeros con una linterna. Un delgado anciano sin camiseta anhela el fresco sentado en el escalón de la entrada de su casa.
“Está de p…”, replica a Alexis su amigo Yoelkis, un joven habanero sentado a su lado y muestra una pequeña botella de ron local barato, su remedio para superar las dificultades.
El Gobierno cubano explicó que tras el colapso del Sistema Eléctrico Nacional (SEN), el momento de “cero cobertura energética nacional”, se puso en marcha el proceso de reactivación, algo que debe hacerse de forma “gradual”. En este momento inicial no podían anticipar plazos de recuperación.
A primera hora de la noche la estatal Unión Eléctrica (UNE) comunicó que ya había algunos puntos de La Habana (y de al menos otras cuatro provincias) donde se había logrado poner en marcha circuitos y que su propósito era seguir ampliando esas áreas, conectarlas entre sí y acabar dando energía a las centrales termoeléctricas del país para que pudiesen volver echar a andar.
En la calle, mientras tanto, se trata de “resolver”, explica a EFE Kevin. “Ahí en la otra cuadra prepararon una caldosa en una hoguera en la calle. Agarran la madera del derrumbe de la esquina”, dice señalando a la pila de escombros de un casa adyacente en ruinas.
Kevin asegura que él tuvo suerte porque justo antes de que comenzase el gran apagón había llenado la cisterna de la casa y por lo menos tienen agua. “En provincias están peor”, afirma.
El presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, calificó la situación de “emergencia energética”. El Gobierno ha puesto en marcha medidas de contingencia que incluyen la paralización de toda actividad laboral estatal no esencial, lo que ha afectado desde la agenda de los ministros hasta las escuelas.
Otros habaneros prefieren no hablar de la situación y evadirse. Una cuadra sí y otra también, de una motocicleta eléctrica o una bocina (altavoz) de grandes dimensiones, surge música -generalmente reparto y reguetón- a un elevado volumen a pesar de la hora. Una pareja baila bien pegada aprovechando el anonimato de la oscuridad; más allá discurre una conga con los más jóvenes.
En zonas residenciales, por el contrario, reina el silencio. Sólo lo rompe de vez en cuando el ruido ronco y monótono de las plantas generadoras de los grandes hoteles y algunos restaurantes y de los escasos afortunados particulares que pueden permitirse uno de esos aparatos y el combustible para alimentarlo.
Los frecuentes cortes eléctricos están alimentando un creciente descontento social en un país atenazado desde hace más de cuatro años por una grave crisis económica. Algunos expertos los consideran el catalizador de las inusuales protestas que se han registrado en Cuba desde 2021.
“Lo bueno que tiene esto es lo malo que se está poniendo”, resume Yoelkis.
Texto de Juan Falop, Agencia EFE