Republicanos vs. Chile Vamos: la guerra de las derechas
El nuevo ciclo que impuso la elección de alcaldes y gobernadores demostró que los chilenos vuelven a valorar el centro y los acuerdos por sobre las posturas extremas. Por lo que no habría peor decisión, para las pretensiones de Matthei, que la centroderecha tomara la misma postura de Kast.
Lo cierto es que todas las proyecciones –las encuestas erraron una vez más– indicaban que el Partido Republicano iba a obtener un resultado extraordinario en las elecciones municipales y de gobernadores de octubre. Si eso hubiera ocurrido, el partido dirigido por Arturo Squella habría tomado la delantera frente a Chile Vamos para enfrentar el proceso electoral de 2025.
También habría representado una oportunidad para volver a posicionar a un alicaído José Antonio Kast, hoy dedicado a presentar en redes sociales unos polémicos y descontextualizados videos en que trata de culpar a Boric por el aumento del precio en productos de consumo básico. El mensaje es tan simple como burdo. Compara el precio de un paquete de tallarines en 2022 y 2024, sin señalar que en el mismo período la inflación logró estabilizarse después de lo que venía ocurriendo con el 12% del año anterior –producto de la pandemia– y que el salario mínimo se aumentó proporcionalmente al IPC.
Un recurso desesperado y populista por volver a tener un protagonismo que los instaló como la primera fuerza política en el segundo plebiscito fallido para cambiar la Constitución.
Pero nada de eso ocurrió. La “otra derecha”, Chile Vamos, logró superarlos con holgura y el Partido Republicano se quedó hundido sin ningún gobernador y apenas 8 alcaldes en todo el país –el 0.2% vs. el 35.4% que alcanzaron en 2023 en la elección de consejeros para el plebiscito–.
El resultado de las elecciones 2024 nos indicó que los chilenos parecemos estar abandonando los extremos, lo que caracterizó el período 2019-2023, marcado por el estallido social que volcó a millones de personas a las calles –antes de la violencia–, la elección de Boric y los dos plebiscitos dominados por La Lista del Pueblo y Republicanos, respectivamente.
Un giro hacia una mayor moderación pareciera ser la tendencia que podría estar imponiéndose, algo de lo que tanto el oficialismo como la oposición deberían tomar nota.
En el caso de Chile Vamos, el equipo de la candidata única del sector no pareciera aún tener registrado el dato. En efecto, en un hecho curioso, su primer planteamiento de campaña fue el proyecto cárceles y expulsiones de migrantes –pretende tener 32 mil cupos más en un eventual Gobierno y expulsar 3 mil migrantes condenados–.
Aunque el tema seguridad sigue siendo importante para los chilenos, no es su única preocupación. De hecho, el tema de pensiones ha vuelto a colocarse entre las dos principales inquietudes ciudadanas. Lo mismo que la salud, educación, bienestar y corrupción. Si Chile Vamos sigue convencido de que debe enfrentar la campaña con un foco único, copiando el estilo Bukele, en este nuevo escenario, cometerá un error fatal.
En este contexto de reordenamiento de las fuerzas de “las derechas”, y a propósito de la reforma de pensiones, Republicanos volvió a arremeter con sus posturas duras, provocando, más que al rival –el oficialismo–, a sus pares. El partido de José Antonio Kast acusó a Chile Vamos de ser una “derecha cobarde”, que se aleja de las convicciones, seducida por los acuerdos que le pueden traer más votos. Chile Vamos respondió de inmediato que la colectividad de extrema derecha estaba buscando justificar la decisión de ir con Kast a primera vuelta.
Pero lo cierto es que, más allá del tema de fondo –el proyecto de pensiones–, el conflicto dejó en evidencia el preámbulo de lo que será la campaña 2025 en ambos sectores de la derecha, un sector que tiene tres candidatos arriba de la mesa: Matthei, Kast y Kaiser.
El desafío del Partido Republicano pareciera estar cuesta arriba en este momento, de ahí que están preparando una artillería pesada para reposicionarse, después del mal resultado electoral de este año.
Por un lado, tiene a un Johannes Kaiser encumbrado en las encuestas –superando a Kast–, lo que parece demostrar que ha logrado capturar el apoyo de los más duros, considerando que él, junto a Tere Marinovic, Rojo Edwards, De la Carrera y otros abandonaron el partido de Kast producto de sus zigzagueos en el plebiscito de 2023. Y por el otro costado, tiene a Chile Vamos, que le quitó votos en octubre. Es decir, los republicanos se han quedado solos en medio del océano.
Pero volvamos al tema de las pensiones. Luego de los dos fracasos anteriores –en los gobiernos de Bachelet y Piñera–, el país no toleraría que nuevamente nuestros honorables no fueran capaces de lograr un acuerdo. Ya sabemos que oficialismo y oposición acordaron sacar el proyecto dentro de este año legislativo, que termina el 31 de enero.
Por ahora no se ve ninguna posibilidad de que esto ocurra, pese a las palabras de buena crianza de algunos parlamentarios y el particular optimismo del ministro de Hacienda, Mario Marcel. Recordemos que de la Cámara salió aprobada la idea de legislar con un rotundo gol de la oposición: 6% al bolsillo individual y sin un ente estatal que pueda gestionar los fondos de los chilenos. Sin duda, si la derecha mantiene una posición extrema, no hay ninguna posibilidad de que la iniciativa logre un acuerdo. Ninguna.
La primera señal de esta guerra que se inicia entre las dos derechas, la extrema –representada por Kaiser y Kast– y la centroderecha, no fue positiva. De hecho, frente a la provocación-amenaza que le hizo Republicanos a Chile Vamos, la posición del presidente de la UDI, el diputado Guillermo Ramírez –el más duro del conglomerado–, fue salir a responder en el terreno que le impuso la extrema derecha: “No hay acuerdo, no hemos cedido ningún punto, ni medio punto a reparto”. Si mantienen esa postura de niños amurrados y vuelve a fracasar la reforma, esta vez la cuenta la pagará Chile Vamos íntegramente.
Ahora, si la derecha más extrema fuera inteligente, debería estar pensando en unir fuerzas entre Republicanos y los libertarios de Kaiser, Rojo y Cía. Y aunque por ahora eso se ve difícil, ya que a Kaiser se le ha abierto el apetito –partió como candidato testimonial y ahora supera a Kast–, de lograr la unión, podrían poner en serios aprietos a Chile Vamos para la elección de 2025, especialmente en la parlamentaria, ya que, de ir la derecha en dos listas, le abren grandes posibilidades a la centroizquierda.
Claro que el nuevo ciclo que impuso la elección de alcaldes y gobernadores demostró que los chilenos vuelven a valorar el centro y los acuerdos por sobre las posturas extremas. Por lo que no habría peor decisión, para las pretensiones de Matthei, que la centroderecha tomara la misma postura de los Kaiser o Kast. Sería un suicidio a un año de las elecciones parlamentarias y presidencial. Y recordemos que Chile Vamos ya vivió la experiencia traumática en 2021, cuando tenían a Joaquín Lavín encumbrado en las encuestas –igual que Matthei hoy– y después ni siquiera apareció en la papeleta de la primera vuelta.
La historia parece repetirse una y otra vez en este país amnésico.
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