Según el estudio, los exjugadores que cabecearon el balón en un partido más de 15 veces tenían aún más probabilidades de puntuar por debajo del umbral de la prueba. Sin embargo, los investigadores admitieron que la metodología tiene varias limitaciones y que es necesario realizar más estudios.
Un estudio encargado por la Asociación Inglesa de Fútbol (FA) reveló indicios de que cabecear balones de forma repetida durante la carrera de un futbolista profesional está asociado con un mayor riesgo de deterioro cognitivo en etapas posteriores de la vida.
La evaluación independiente, encargada de forma conjunta con la Asociación de Futbolistas Profesionales (PFA), fue realizado por la Universidad de Nottingham y en él se habló con más de 450 futbolistas profesionales retirados mayores de 45 años.
“A los exfutbolistas profesionales que participaron en el estudio se les pidió que recordaran cuántas veces habían cabeceado el balón por partido típico y por sesión de entrenamiento típica: de cero a cinco, de seis a 15 y más de 15 veces”, indicó.
“Los que recordaban que solían cabecear el balón entre seis y 15 veces en un partido tenían 2,71 veces más probabilidades de puntuar por debajo del umbral de la prueba en la evaluación del estado cognitivo que los futbolistas que solían cabecear el balón entre cero y cinco veces”, agregó.
Según el estudio, los exjugadores que cabecearon el balón en un partido más de 15 veces tenían aún más probabilidades de puntuar por debajo del umbral de la prueba. Sin embargo, los investigadores admitieron que la metodología tiene varias limitaciones y que es necesario realizar más estudios.
Las primeras conclusiones del estudio, publicadas en junio, establecieron que los exfutbolistas tenían 3,46 veces más probabilidades de padecer enfermedades neurodegenerativas.
En abril, el número total de demandantes de un grupo de exfutbolistas y exjugadores de rugby que padecen deficiencias neurológicas ascendió a 380 al unirse a una demanda colectiva contra sus respectivos organismos rectores.
Los jugadores alegan que los órganos de gobierno de los deportes no les protegieron de lesiones con y sin conmoción cerebral que les causaron diversos trastornos, como demencia de aparición temprana, encefalopatía traumática crónica, epilepsia, enfermedad de Parkinson y enfermedad de la neurona motora.