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La pichanga policial inglesa que puso en juego el trofeo de la Champions League

La pichanga policial inglesa que puso en juego el trofeo de la Champions League

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La cadena BBC reveló una historia secreta por casi tres décadas: en 1982 la “Orejona” fue robada durante algunas horas y entregada en un cuartel policial, cuyos efectivos jugaron un improvisado partido para “disputársela”.


No todo ha sido glamour para los principales trofeos futbolísticos del mundo.

Le pasó a la Copa Jules Rimet, robada durante siete días en la víspera del inicio del Mundial de Inglaterra 1966 y sustraída definitivamente en 1983 desde una vitrina de la Confederación Brasileña de Fútbol, donde era exhibida luego que el Scratch se la adjudicara definitivamente gracias a su tricampeonato en México ‘70.

Ahora se acaba de conocer que también pasó susto la Copa de la Champions League, el campeonato de clubes que hoy congrega a los más grandes jugadores de todo el orbe.

Un reportaje de la cadena británica BBC reveló que la “Orejona”, como se le conoce cariñosamente al trofeo hecho en plata y que pesa unos 15 kilos, vivió su propio vía crucis en 1982, aunque felizmente tuvo un final que ahora queda catalogado como una anécdota reveladora de las locuras a las que pueden llegar jugadores, fanáticos.. y hasta policías.

Ocurrió luego de la final continental entre el Bayern Munich y el Aston Villa. Pese al enorme poderío bávaro, eran tiempos en que el dinero aún no lo dominaba todo en el mundo del fútbol. Por eso fue posible que los ingleses derrotaran a los alemanes en la final jugada en mayo del 82.

La locura fue total. Una mezcla de éxtasis e incredulidad se apoderó de la mitad de Birmingham (la otra es fanática del club homónimo del nombre de la ciudad).

Solo en medio de ese extravío puede explicarse la ocurrencia de dos jugadores villanos, el lateral Colin Gibson y el mediocampista Gordon Cowans. A falta de marketing que facilitara la exhibición formal del trofeo, ambos decidieron retribuir la pasión incondicional de sus fanáticos llevándoles la copa hasta sus propias barbas.

«Solíamos llevar la Copa de Europa a lugares donde podíamos mostrársela a los aficionados y dejar que se tomaran fotos con ella», recordó Gibson respecto de esas primeras horas de regreso a su ciudad.

Pero la filantrópica decisión tuvo un inesperado traspié.

En el pueblo de Tamworth, cerca de Birmingham, Gibson sacó el trofeo del maletero de un auto e ingresó con él al pub Fox Inn.

«Con Gordon habíamos bebido unos tragos y estábamos atentos a unos partidos de dardos bastante reñidos, cuando alguien se volteó y dijo ‘la copa no está, se la robaron'», relató Gibson a la BBC.

El pánico se apoderó de ambos jugadores. «En ese momento no te dabas cuenta de lo que estaba pasando. Todo lo que puedo recordar es el pavor y tratar de creer que eso no estaba ocurriendo», continuó el ex lateral.

Afortunadamente para ambos, el robo siguió un derrotero inusual para un delito.

Esa misma noche, en Sheffield, distante 160 kilómetros de Tamworth, un grupo de policías de turno tuvo la mayor sorpresa de sus vidas profesionales.

En su relato a la BBC, el oficial Mick Greenough, a cargo de la estación de West Bar, contó que «recuerdo al funcionario en recepción caminar a la oficina y decir que había un hombre en la entrada diciendo que tenía la Copa de Europa en su auto. En ese momento la persona salió y regresó con el trofeo, con las cintas azules y granates colgando».

Graham Wragg, policía de entonces 24 años, añadió en la BBC que llamaron a una unidad principal para averiguar de dónde había salido la copa, pero la única respuesta al otro lado del auricular fue que tenían consigo un gran problema.

«Fue cuando llamamos de nuevo y dijimos que sabíamos cuál era ese gran incidente… ‘creemos que tenemos la Copa de Europa aquí, ¿esto está conectado en algo?’ Hubo un poco de silencio y respondieron: ‘¡Vamos saliendo a recogerla!’”.

La respuesta tranquilizó a la dotación de West Bar. Lo que no imaginaban eran las segundas intenciones que tenían esos colegas que se trasladaban aceleradamente hasta su cuartel.

A la llegada quedó todo claro. Con un sentido del humor propiamente inglés, los policías afuerinos propusieron a los locales jugar un partido de fútbol para “disputarse” la principal copa europea.

El encuentro se jugó a las tres de la madrugada en el estacionamiento de la comisaría.

La historia quedó en secreto casi tres décadas hasta que, cuando se iba a clausurar el cuartel en 2010, aparecieron las fotos que se tomaron los guardias esa noche increíble.

Las imágenes fueron captadas por el fotógrafo forense de la comisaría.

En las fotos aparecen los policías acompañados de una persona a la que le borraron la cara.

Tiempo después se le identificó como Adrian Reed, un fanático de 28 años que sustrajo el trofeo del pub y lo llevó a su casa en Sheffield.

Al llegar, Reed despertó a sus compañeros de residencia y armaron una fiesta.

Uno de ellos, Roger Grey, contó en la BBC lo sucedido: «Él llegó tarde esa noche con el trofeo en sus manos. Bebimos unos tragos y el trofeo se cayó por las escaleras, abollándose levemente».

Posteriormente, persuadieron a Reed -quien murió hace algunos años en un accidente de tránsito- de entregar la “Orejona” a la policía, que no formuló cargos contra él.

Por lo demás, como razona Grey, «solo tomó prestado el trofeo para mostrárselo a sus amigos».

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