La orden desde el Gobierno es que la bienvenida sea digna, educada y solidaria. Por eso, en cada turno de ingreso sonaban los aplausos y los vítores que se respondían con agradecimiento, sonrisas y muchas lágrimas. «En mi país la policía me apunta, en Colombia me saluda», contaba una de las mujeres al cruzar. «¡Gracias!» y «Libertad por unas horas, pero libertad», eran algunos de los comentarios y vítores que se escuchaban desde el lado colombiano.