En el sur de Nigeria se encuentra la comunidad rural de Ubang, donde ocurre algo muy inusual: hombres y mujeres hablan idiomas diferentes.
Para los hombres, un árbol es un «kitchi» y para las mujeres, un «okweng». A una taza, ellos le dicen «nko» y ellas, «ogbala».
Los niños aprenden la lengua de las mujeres pero se espera que a los 10 años ya sean capaces de hablar la de los hombres.
Los pobladores consideran esta peculiaridad «una bendición de Dios» y se enorgullecen de ella, ya que creen que los hace únicos en el mundo.
Sin embargo, a medida que el uso del inglés se extiende, comienzan a surgir temores de que el pueblo vaya a perder este bilingüismo.