Un buque alemán hundido por Rusia en el mar Báltico a finales de la Segunda Guerra Mundial puede resultar una bomba de tiempo ecológica.
Cuando el Franken, un barco petrolero nazi, fue abatido en el golfo de Gdansk, la mitad de las 3.000 toneladas de combustible que cargaba ardieron.
La otra mitad puede estar todavía dentro de la embarcación en ruinas, cuyo estado de deterioro preocupa a los ecologistas. Ellos creen que la nave puede partirse en dos, provocando un derrame que sería una catástrofe para la vida marina de la zona y las comunidades de alrededor.
La Fundación Mare está intentado concientizar sobre los daños que podría ocasionar no rehabilitar el buque.