Esta es la primera y mayor fábrica del mundo para capturar y convertir el dióxido de carbono del aire en piedra. Los operadores afirman que la planta Orca puede aspirar 4.000 toneladas de CO2 del aire cada año.
La mayor planta del mundo diseñada para aspirar el dióxido de carbono del aire y convertirlo en roca empezó a funcionar este miércoles (08.09.2021), según informaron las empresas que están detrás de la planta.
La planta, bautizada como Orca, por la palabra islandesa «orka» que significa «energía», consta de cuatro unidades, cada una de ellas formada por dos cajas metálicas, de aspecto similar a los contenedores utilizados para el transporte marítimo.
Construida por la suiza Climeworks y la islandesa Carbfix, cuando funcione a pleno rendimiento la planta extraerá del aire 4.000 toneladas de dióxido de carbono (CO2) al año, según las empresas. Según la Agencia de Protección Medioambiental de Estados Unidos (EPA), esto equivale a las emisiones de unos 870 coches.
Today our vision becomes reality.
With our Icelandic partners @Carbfix and ON Power, we launch #Orca, the world's first large-scale #DirectAirCapture and storage plant.
The launch will be live-streamed at 5pm CET / 3pm GMT / 11am EST via the link below: https://t.co/6oEAtK0ZlG pic.twitter.com/zOA5UNUshE— Climeworks (@Climeworks) September 8, 2021
Aunque Climeworks ha construido 16 instalaciones en toda Europa, la planta de Orca es la única que captura y almacena permanentemente el CO2 en lugar de reciclarlo, según reportó The Independent.
Para recoger el dióxido de carbono, la planta utiliza unos ventiladores que introducen el aire en un colector, que tiene un material filtrante en su interior.
Una vez que el material filtrante se llena de CO2, se cierra el colector y se eleva la temperatura para liberar el CO2 del material, tras lo cual se puede recoger el gas altamente concentrado.
A continuación, el CO2 se mezcla con el agua antes de ser inyectado a 1.000 metros de profundidad en la roca basáltica cercana, donde se petrifica.
Los defensores de la llamada captura y almacenamiento de carbono (CAC) creen que estas tecnologías pueden convertirse en una herramienta importante en la lucha contra el cambio climático.
Los críticos, sin embargo, sostienen que la tecnología sigue siendo exorbitantemente costosa y podría tardar décadas en funcionar a escala.