Después de la misa para despedir al fallecido expresidente Sebastián Piñera en la Catedral Metropolitana, parte de los 33 mineros rescatados en la mina San José, en Copiapó, recibieron los aplausos del público asistente al funeral de Estado.
Luis Urzúa, el ex jefe de turno de la mina San José, protagonizó un conmovedor discurso durante la misa fúnebre del expresidente Sebastián Piñera, celebrada este viernes en la Catedral Metropolitana de Santiago.
Urzúa, reconocido como uno de los “33 mineros” que sobrevivió al dramático derrumbe en 2010, tomó la palabra para rendir homenaje al ex,andatario, a quien atribuyó un papel fundamental en su rescate y en el de sus compañeros. Con una bandera chilena desplegada, Urzúa invitó a otros 11 sobrevivientes del fatídico accidente a acompañarlo en el estrado de la catedral.
“Gracias a él nosotros fuimos rescatados, gracias a él, hoy día nosotros podemos dar un testimonio”, enfatizó Urzúa, refiriéndose a Piñera. “Usted nos sacó de la tierra, usted nos sacó, usted luchó por nosotros junto a su familia”, expresó con gratitud el exlíder minero.
En su discurso, Urzúa destacó las cualidades humanas y de liderazgo del ex Presidente, describiéndolo como “un gran líder, un ser humano perseverante, generoso, profundamente fiel y creyente en la fe”. Con un tono cargado de nostalgia y respeto, el ex minero se despidió con un sentido “Hasta siempre” dirigido a Sebastián Piñera Echenique, al que calificó como “líder de origen y principio”.
“Adiós líder de origen y principio. Un adiós a un gran jefe de turno, de otro jefe de turno”, concluyó Urzúa, evidenciando el profundo impacto que la figura de Piñera había tenido en su vida y en la de sus compañeros de infortunio.
El discurso de Urzúa durante la misa fúnebre de Sebastián Piñera no solo fue un tributo al expresidente, sino también un recordatorio del denominado “milagro humano” que representó el rescate de los 33 mineros, un evento que marcó un hito en la historia de Chile y que dejó una huella imborrable en la memoria colectiva del país. Por eso, a la salida de la catedral, los mineros de San José recibieron la ovación del público.