El pasado miércoles 10 de abril, con un auditorio repleto, la editorial del pollito lanzó el tercer libro que edita del escritor Andrés Montero, en una presentación a cargo de la escritora María José Ferrada y con música de Nano Stern.
“El año en que hablamos con el mar” completa así la novena entrega del autor, que ha mantenido su fidelidad a la editorial y sigue usando bellas obras del pintor nacional Cristián Elizalde en la portada. Detalles que importan.
La prolífica carrera de Montero le ha valido diversos premios y reconocimientos, como el Iberoamericano Elena Poniatowska por su novela “Tony Ninguno” y el Municipal de Santiago por “La muerte viene estilando”, que no se sabe si es novela corta o cuentos largos. A estos se suma “Taguada”, un ensayo sobre la importancia de contar cuentos en el siglo XXI y cuatro libros juveniles.
Y es que Montero ya ha dado en el clavo varias veces con lo que escribe. Parece que su receta es una mezcla de una buena historia, personajes entrañables, una cadencia narrativa que invita a no soltar el libro, condimentado con su oficio de narrador oral. Lo que uno tiene en sus manos, frente a sus ojos, bien puede ser un cuento, varios cuentos, una novela, varias historias o un gran cahuin, pero todo contado con maestría y buen humor.
Para no hacer spoiler, basta decir que esta vez estamos frente a un narrador poco común, en la forma coral de todo pueblo en una isla lejos del continente, que se junta a tomar en un boliche a la orilla del mar. Los vecinos intentarán a lo largo del libro contar y recontar la historia de los hermanos Garcés, por qué se pelearon hace tantos años y qué hace uno de ellos de vuelta en la isla. Para reír, echar una lagrimita o simplemente disfrutar de una historia bien contada, podemos decir que Andrés Montero la hizo de nuevo.
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