El abogado y académico hizo una distinción entre las revelaciones de Juan Pablo Hermosilla, quien transparentó la lista de fiscales y jueces que conversaron con su hermano. Si bien es común que abogados conversen con los primeros, “los jueces no tienen nada que conversar con los abogados”.
Durante la jornada de ayer, Juan Pablo Hermosilla cumplió con su compromiso de presentar la lista de fiscales y jueces que mantuvieron mensajería con su hermano. Frente a su oficina en Vitacura, el defensor reveló a los 28 miembros del Poder Judicial y las razones por las cuales se comunicaron con el otrora poderoso abogado.
Hoy en Al Pan Pan, con Mirna Schindler, conversamos con el abogado y académico de la Facultad de Derecho de la Universidad Diego Portales, Cristián Riego, quien identifica dos posibles intenciones en la jugada del defensor de Luis Hermosilla.
En el primer escenario, y tal como lo ha señalado el propio Juan Pablo Hermosilla, lo que buscaba con la conferencia fue adelantarse a nuevas filtraciones desde la prensa y así no tener que replantear su defensa nuevamente cada vez que algo así ocurriera. “En ese sentido, probablemente sí cumple un objetivo, porque las filtraciones hasta ahora, aparentemente, por lo que se mostró ayer, no parecen dar lugar a nada muy sustantivo. O sea, todo lo más importante ya salió y en ese sentido él podría quedarse tranquilo diciendo ‘esto es lo que hay contra mi defendido y aparentemente no hay más’”, analiza.
Sin embargo, en el segundo hipotético el defensor buscaría ejemplificar lo regular de las conversaciones de Luis Hermosilla, al mostrar cómo un abanico amplio de actores conversaba directamente con él. Con esto buscaría disminuir de facto la gravedad de las filtraciones previas.
“Desde ese punto de vista me parece que no logra mucho, porque creo que todos esperábamos que hubiesen muchos más contactos problemáticos. Y según lo que publica Juan Pablo, no hay ―o hay solamente un par o tres o cuatro más que podrían ser dignos de ser analizados―, pero en general lo que mostró es que todo lo importante, todo lo dificultoso, todo lo complicado ya había salido”, sentencia.
En esa línea, también hizo hincapié en que las revelaciones cubren a dos grupos de personas: fiscales y jueces. Las implicancias de conversar con unos u otros son tremendamente diferentes.
“(Las conversaciones con) los fiscales, que son la mayoría de los casos que presentó, son sobre causas. En principio, a menos de haber algo muy particular ahí, no es relevante”, señala el abogado, puesto que es práctica habitual y regulada, con el fin de coordinar aspectos operativos de las causas. En esa línea, destaca que eso se expresa en que comúnmente abogados y fiscales mantienen mensajería por correo, teléfono y también WhatsApp.
Algo totalmente distinto es al tratarse de jueces: “Las conversaciones entre los jueces y los abogados sí son, en principio, todo lo contrario. Como regla general uno diría que los jueces no tienen que conversar con los abogados que litigan frente a sus tribunales sobre asuntos profesionales”.
“Esas cosas son complicadas, al menos una mala práctica. O sea, que los jueces les anden pidiendo favores a abogados que litigan ante ellos, para ser promovidos o para promover amigos suyos o que reciban peticiones que el día de mañana pueden dar lugar a devueltas de mano, es impropio”, destaca respecto a conversaciones sobre el apoyo en nombramientos dentro del Poder Judicial. No obstante, también señala que es una práctica habitual en la esfera.
Sin embargo, “la segunda, que me parece que podría ser la más grave, y que sí está prohibida en la ley, son las conversaciones sobre causas pendientes. Los jueces no tienen nada que conversar con los abogados sobre causas pendientes, o si van a conversar, tendrían que hacerlo de manera bilateral, o sea, se darán audiencias con las dos partes”. Situación que, lamenta el académico, también es habitual, pese a estar prohibida por ley.