La mano derecha de Thomas Piketty fue el invitado a La Mesa de esta semana, para explicar su propuesta de un impuesto global que recaudaría US$ 250 mil millones anuales para los cofres públicos en todo el planeta. Dice que los actuales niveles de desigualdad son una amenaza para la cohesión social.
Gabriel Zucman es considerado uno de los economistas más brillantes de su generación. A los 37 años ya recibió la Medalla John Bates Clark, un premio para economistas menores de 40 años que es considerado un buen predictor de futuros premios Nobel.
Desde la crisis financiera de 2008, el académico de la Universidad de California, Berkeley, ha venido trabajando junto a otro destacado economista francés, Thomas Piketty, en documentar el aumento de la desigualdad a lo largo de las últimas décadas.
Hace unas semanas fue invitado a exponer su propuesta de un impuesto global a los superricos en la reunión del G20 en Río de Janeiro y nosotros lo invitamos a La Mesa de El Mostrador para que lo explique.
Zucman propone un impuesto global anual equivalente al menos al 2% de la riqueza que poseen las grandes fortunas. Calcula que afectaría a unas 3 mil personas y recaudaría US$ 250 mil millones.
Dice que sería un impuesto difícil de evadir y que las grandes fortunas se van a resistir, pero advierte que los actuales niveles de desigualdad no son sostenibles. “Son una amenaza a la cohesión social y socavan la legitimidad de la democracia”, señala.
Afirma que necesitamos un nuevo modelo tributario global que se haga cargo de las enormes diferencias entre lo que pagan los trabajadores y los dueños del capital.
Ante las advertencias de que su propuesta gatillaría una masiva fuga de capitales en los países que la adopten, Zucman, a modo de ejemplo, dice que si alguien hizo su fortuna en Chile y parte importante de sus activos productivos siguen en Chile, aunque se vayan de Chile, deberían estar sujetos por varios años al impuesto a las grandes fortunas que propone.