Guillermo Larraín: “Espero que prime el realismo y pragmatismo. Chile no tolera seguir estancado”
El exsuperintendente de AFP dice que la reforma de pensiones “es una oportunidad histórica”. El economista fue el invitado a La Mesa esta semana. Dice que llevamos demasiados años sin avanzar en nada y advierte que las economías estancadas “son receta precisa para el descalabro democrático”.
El debate sobre la reforma al sistema de pensiones acapara la agenda y para eso esta semana invitamos al economista Guillermo Larraín a La Mesa de El Mostrador.
Larraín tiene amplia experiencia: fue superintendente de AFP y superintendente de Valores y Seguros (ahora la CMF) durante las presidencias de Ricardo Lagos y Michelle Bachelet. Además, fue presidente de BancoEstado.
El economista dice que tras más de una década de intentos fallidos, se presenta una oportunidad para cerrar una etapa y avanzar hacia un sistema más justo y sustentable. “Es absolutamente esencial que lleguemos a un acuerdo para incrementar el ahorro y las pensiones de las chilenas y chilenos”, señaló.
“Llevamos ya más de 10 años tratando de hacer reformas importantes”, agregó Larraín, resaltando la necesidad de dejar atrás el estancamiento y priorizar el bienestar de los futuros jubilados.
Uno de los puntos más controvertidos del debate ha sido el rol del Estado en la administración de los fondos de pensiones. Mientras algunos sectores temen una “deriva estatista”, el economista destaca que el sistema mixto con múltiples actores privados y públicos sería la mejor opción. “Chile toma estas medidas a través de procesos democráticos tortuosos, con equilibrios de poderes; esto no ocurrirá de la noche a la mañana”, afirmó.
La reforma también busca introducir nuevos actores en la gestión del ahorro previsional. Iniciativas como la licitación de stock y los fondos generacionales podrían diversificar la oferta y mejorar la eficiencia del sistema. “Si uno le da tiempo a esta reforma, veremos un sistema con más diversificación y accountability“, destacó.
Sin embargo, algunos críticos advierten sobre los riesgos fiscales asociados a la reforma, especialmente en un país que se está poniendo metas de endeudamiento cercanas al 45 % del PIB. “Aunque estas cifras podrían estresar el presupuesto, son manejables en el contexto de nuestra economía”, opinó el economista. También se planteó la posibilidad de ajustes graduales, como aumentar la edad de jubilación a 67 años, para garantizar la sostenibilidad del sistema.
Más allá de las cifras, el debate también se entrelaza con la necesidad de retomar una discusión seria sobre el crecimiento económico del país. “En materia de crecimiento, hemos dejado de discutir hace tiempo, y eso es un error”, subrayó, instando a aprovechar activos como los acuerdos de libre comercio y las oportunidades en sectores como el hidrógeno verde y el litio.
Con el panorama actual, Larraín dice que la aprobación de la reforma podría convertirse en un símbolo de consenso en una democracia que, aunque tortuosa, busca responder a las demandas sociales sin perder su estabilidad.