Tercer filme del cineasta francés Jacques Audiard, Lee mis labios reflexiona con un tratamiento perfectamente sencillo, sobre la soledad, la confianza y el amor. Mediante Paul y Carla, una pareja dispareja que se conoce en una oficina, el realizador conforma un pequeño y atípico juego de seducciones escondidas, mezclando comedia, drama, thriller y romance.
Al igual que la mayoría del cine francés, Lee mis labios (se estrena en Chile el próximo jueves), del cineasta Jacques Audiard, es una película de personajes. A diferencia de los filmes comerciales de Hollywood, estas cintas europeas se sustentan generalmente en la relación que se establece entre sus intérpretes, por sobre la trama. Por ello, la relevancia de la buena química entre los actores en fundamental.
Lee mis labios juega con aquella característica, paseándose por diversos géneros -comedia, drama, romance, cine policial-, pero a la vez, manteniendo una atmósfera de extraña emocionalidad entre ambos personajes, conservando así, la esencia de las películas francesas.
Uno de los logras más relevantes de la película se basa en el tratamiento que su director da en torno a sus actores protagónicos. Son dos personas completamente solas, con vidas cuesta abajo y que además, que no tienen nada que ver entre sí. Lo interesante es ver como Audiard hace que se compenetren -pese a sus mundos totalmente opuestos- y que parezcan haberse conocido de toda una vida.
En Lee mis labios, Carla Bhem (Emmanuelle Devos) trabaja para una agencia inmobiliaria. Es una secretaria excesivamente trabajadora, que está cansada de los abusos de sus superiores. Tiene 35 años, es solterona, no posee un gran atractivo físico y tiene un aparato auditivo en cada oreja. Carla lleva una vida muy solitaria, tal vez algo triste.
Sin embargo, conoce a Paul Agneli (Vincent Cassel), un ex convicto de 25 años, a quien contrata como su asistente. Paul no sabe escribir a maquina, mandar fax, ni mucho menos, manejar computadoras. En un comienzo, ambos se utilizan para conseguir sus fines específicos. Carla, le hace encargos ilegales para la empresa y Paul la usa para vengarse de unos criminales.
Esta particular relación, sustentada por una genial dirección de actores por parte de Jacques Audiard, se trasforma en el soporte de la película. El camino que ambos crean, primero como una forma de aprovechamiento mutuo -pero siempre con algo de atracción- y después como una extraña seudo pareja que se conquista, hacen de Lee mis labios un filme atractivo.
Tal vez el único error de Audiard radica en los traspasos de género que se hacen visibles en la segunda mitad de la película. Si bien la cinta comienza como un intenso y original drama-comedia-romántica, hacia los minutos finales queda la sensación de haber cambiado de sala. Es decir, parece otra película. Las intrigas de Paul con estos criminales a los que quiere robar con la ayuda de Carla, terminan por entorpecer de alguna manera la historia que en un comienzo auguraba otro destino.
Sin embargo y pese a perder por momentos su horizonte, Lee mis labios aparece como un trabajo cinematográfico que exhala vitalidad, simpleza. Con un buen ritmo narrativo y un guión enlaza perfectamente a ambos protagonistas, Audiard logra sobreponerse a su pretenciosa idea de superponer géneros.